domingo, 31 de enero de 2010

La postmodernidad: Jean Francois Lyotard y Gianni Vattimo


Gabriel Apaza Mamani

Para algunos intelectuales europeos, la postmodernidad surge del fracaso del proyecto moderno de la Ilustración y del fin de los grandes sistemas filosóficos que buscaban una comprensión totalizadora del mundo. El mundo de fines del siglo XX es un mundo en donde existe un gran escepticismo y pesimismo por un modelo de sociedad perfecta y se cuestiona una historia universal totalizadora, ya que se inclina por una historia de los pueblos, comunidades e individuos.

La postmodernidad también se definiría por una doble caída: la del discurso científico y la del compromiso social. Se critica el uso exclusivo de la razón, se considera que no hay explicación racional absoluta del mundo, no hay ciencia que valga. Pero sobre todo se rechaza cualquier sistematización que pretenda englobar una totalidad, o cualquier fundamentación de tipo teorético, dado que se considera que todo es lúdico.

En la vida social se insiste en la “diversidad”, que en el fondo viene a significar que cada quien, y a cada grupo humano, viva como le parezca conveniente. No debe haber reglas absolutas, ni metas de una perfección humana que fuera deseable para- todos.

Las características generales de la filosofía postmoderna son:
a. Frente a la universalidad y la objetividad del racionalismo propone la particularidad y la diferencia de interpretación.
b. Frente a la Europa etnocéntrica, defiende una visión cosmopolita u plural de las culturas.
c. Rechaza la idea del progreso, ya que no consideran que las ciencias y la tecnología son fuente de desarrollo y bienestar para la humanidad, debido a que han traído muchas desgracias.
d. Rechaza la idea de la emancipación de los oprimidos a través de una revolución.
e. Considera que el proyecto de la Ilustración sería sólo un sueño optimista.
f. Rechaza la existencia de un sentido en la historia y propone que la historia y las ciencias sólo son discursos.
g. Asume que el individuo es la única realidad que cuenta, todo lo demás es secundario y circunstancial.
h. Renuncia a toda posible unidad, reconciliación o armonía universal.

Jean Francois Lyotard (1924 – 1998)

Filósofo francés considerado uno de los mayores difusores de la filosofía postmoderna. Llega a ser doctor en filosofía, pero decide dedicarse a la enseñanza y es así que durante 10 años, hasta 1959, enseña filosofía en escuelas de segunda enseñanza, luego imparte clases en las principales universidades de su país, entre las que cabe destacar La Sorbona. Pero su prestigio también llegaría al otro lado del Atlántico donde sentó cátedra en los centros universitarios de San Diego, Wisconsin y Berkeley. Más tarde fue profesor de filosofía en la Universidad de París, puesto en que permaneció hasta su jubilación, 1989. A Lyotard se debe la creación del Colegio Internacional de Filosofía, del que fue presidente. Entre 1956 y 1966 estuvo en el comité editorial de la publicación socialista Socialismo ou barbarie y el periódico socialista Pouvor ouvrier. Además de oponerse activamente al gobierno francés a propósito de la guerra de Argelia, Lyotard participa en los sucesos de mayo de 1968.

En sus primeros momentos, Lyotard plantea postulados que se orientan hacia el marxismo crítico, pero más tarde, en una segunda etapa, asume el pensamiento postmoderno. Es en esta fase donde toma el análisis del lenguaje como uno de sus temas más importantes. También se ocupa del estudio de la pintura y la estética, ámbito que relaciona con el tema del deseo.

Entre sus principales obras encontramos: La condición postmoderna y La postmodernidad explicada a los niños.

Lyotard manifiesta que la sociedad concebida como algo único, como un conjunto orgánico (durkheim) o como un sistema funcional (Parsons), o como un conjunto fundamentalmente dividido, formado por dos clases opuestas (Marx) ya no es creíble; debido a la creciente “incredulidad respecto a las metanarrativas” legitimadoras. Dichas metanarrativas (por ejemplo: “Toda sociedad existe para bien de sus miembros; el conjunto une a las partes; la relación entre las partes es justa o injusta dependiendo de la situación”) ofrece una teleología que legitima el vínculo social y el papel de la ciencia y el conocimiento.

Es decir, una metanarrativa o metarrelato suministra un propósito “creíble” para la acción, la ciencia o la sociedad en general. En un plano más técnico, una ciencia es moderna si intenta legitimar sus propias normas mediante la referencia a una metanarrativa, o sea, una narrativa exterior a su propia esfera de competencia.
Dos metanarrativas influyentes son la idea de que el conocimiento se produce por sí mismo (típica del idealismo alemán) y la de que el conocimiento se produjo para un pueblo sometido que buscaba la emancipación. La modernidad implica que hay oposición a esos objetivos del conocimiento.

Lyotard considera que en la era de las computadoras, cuando se advierte que la complejidad está en aumento, la posibilidad de que haya una sola justificación, incluso dos, para el conocimiento o la ciencia, se vuelve remota.
Anteriormente, la fe en una narrativa (por ejemplo, en las doctrinas religiosas) habría resuelto la posible dificultad. Desde la Segunda Guerra Mundial, las técnicas y las tecnologías, tal como lo anticipaba Weber, han puesto énfasis en que los fines de la unificación narrativa sean de tipo especulativo o emancipador, no pueden ya depender de una narrativa grandiosa. Por ello, para Lyotard la ciencia se entiende mejor, actualmente, con arreglo a la teoría del juego lingüístico de Wittgenstein.
Para Lyotard un juego lingüístico significa que ningún concepto de teoría podría captar adecuadamente el lenguaje en su totalidad, aunque sólo el intentarlo constituye, ya en sí, su propio juego lingüístico concreto.

En su texto La condición postmoderna Lyotard escribe sobre el proceso de revisión de la modernidad. Considera que el saber cambia de estatus al mismo tiempo que las sociedades entran en la llamada post-industrial.

En sociedades premodernas, la función legitimadora –cohesionadora y unificante- correspondía a metarrelatos de orden mítico-religioso. A partir de la modernidad, dicha funció recae en una idea de racionalidad (idea que aparece revestida de varios ropajes).

Lyotard considera que no hay diferencia entre un relato ilustrado de la emancipación de la ignorancia y de la servidumbre por medio del conocimiento y del principio de la igualdad ante la ley, que la del relato capitalista de la emancipación de la pobreza por el desarrollo técnico, o el relato marxista de la emancipación de la explotación y la alienación por la transformación revolucionaria de las relaciones sociales de producción. Todos ellos son aplicaciones del mismo dispositivo, figuras de una misma razón, anhelante de unidad y totalidad.

En las sociedades postmodernas este panorama cambia. Los relatos pierden su función legitimadora en el orden científico y social, y en su caída arrastran la idea de razón en que se sustentaban. Se trona imposible el mantenimiento de la vieja idea de una razón doblemente sustentada en la aspiración de validez universal y de racionalidad situada por encima de todos los discursos particulares.
Para Lyotard la idea de la realización de la universalidad en el saber, en la justicia, en la paz, etc., no sólo ha sido abandonada y olvidada sino que ha sido “liquidada”, destruida. La victoria de la tecnología y la ciencia capitalista sobre los otros candidatos a la finalidad universal de la historia (como el socialismo, los derechos, humanos, el cristianismo) es otra manera de destruir el proyecto moderno. Por ello, para Lyotard ha pasado la época de los grandes relatos o metarrelatos que intentaban dar un sentido de liberación o emancipación a la marcha de la historia.

Gianni Vattimo (1936)

Filósofo italiano considerado uno de los más importantes impulsores del pensamiento postmoderno. Viaja por todo el mundo planteando conferencias acerca de su teoría filosófica. Estudia filosofía en la Universidad de Turín, posteriormente algunos cursos en la Universidad de Heildelberg, donde fue discípulo da Gadamer. En 1964 comienza la doncencia de estética en la facultad de letras en la universidad de su ciudad natal. Ha sido profesor visitante de las universidades norteamericanas de Yale, los Angeles, New York Universtity y State University de New York. Es doctor Honoris Causa de las universidades argentinas de Palermo y La Plata, y colaborador en diversos diarios italianos.

Entre sus obras principales encontramos: El fin de la modernidad, Las aventuras de la diferencia, La ética de la interpretación, La sociedad transparente y Más allá del sujeto.

Vattimo considera que hay crisis en los grandes relatos explicativos de la historia, y que este tipo de discursos se ha ido viendo sustituido por un complejo práctico de información multimediática y lenguajes técnicos.

Para Vattimo no hay un solo gesto teórico que nos permita abarcar la totalidad; la totalidad misma ha estallado en mil pedazos, en mil fragmentos; la pretensión de pensar la historia en términos unitarios, el empeño de encontrar algún tipo de hilo conductor que atraviesa el conjunto del pasado ha sido abandonado. Por ello, sostiene que la única visión global de la realidad que nos parece verosímil es una visión que asuma muy profundamente la experiencia de la fragmentación.

Vattimo no acepta como noción guía el fin de los metarrelatos de Lyotard; la encuentra demasiado catastrofista, ya que considera que la metafísica es un modo de estar en el mundo, el modo de configurarse el mundo que define la historia de Occidente.

Vattimo considera que ni Nietzsche ni Heidegger propusieron una superación crítica del pensamiento europeo, porque esto supondría ser esclavos de la lógica del desarrollo de ese mismo pensamiento. La categoría de superación crítica es constitutiva de la modernidad (el punto de vista de la modernidad), contiene la idea de historia, que es progreso y superación.

Para Vattimo no se discute el agotamiento de una determinada idea de la historia, porque ya efectivamente se ha producido el final de la historia (que según Vattimo debe ser entendida como final de la historicidad) y ello hace que hayamos ingresado en lo post-histórico, que es un modo de vivir la experiencia, y es característico del fin de siglo.

Lo postmoderno significa disolver la categoría misma de lo nuevo. Se trata de interpretar “la condición postmoderna” en clave de posibilidad y de oportunidad positiva; en el sentido de profundizar en el análisis de nuestra realidad.
Vattimo interpela a los postmodernos formulando la pregunta: ¿qué significa afirmar que los metarrelatos han sido invalidados sino volver a proponer un metarrelato? El problema reside en saber si también la historia del final de la historia puede valer como un relato –o un metarrelato- legítimamente, capaz de señalar objetivos, criterios de elección y de valoración, y por lo tanto, algún curso de acción todavía dotado de sentido.

Hacerse cargo del final de los metarrelatos no significa quedarse sin criterio de elección alguno, sin ningún hilo conductor.

No se puede dejar vacante sin más el puesto antes ocupado por los metarrelatos y la filosofía de la historia. La condición postmoderna se define como una forma de distancia respecto de los ideales básicos de la modernidad: progreso, superación y crítica, vanguardia que supone el rechazo implícito de lo nuevo, lo moderno, como lo único valioso.

Vattimo considera que Heidegger y Wittgenstein se dan la mano en cuanto han sido los pensadores que han eliminado de forma definitiva la noción y el problema mismo del fundamento de la filosofía, liquidando con esto también a la filosofía, a favor de un nuevo fundamento.

Para este filósofo, el pensamiento actual no se puede entender si no es a partir de las aportaciones e Nietzsche y Heidegger, por ello, estos serían los precursores de la filosofía postmoderna. Además que lo postmoderno hay que entenderlo en clave de diferencia. Este concepto, expresado por Heidegger, tiene un sentido especial: es una superación de lo moderno que no consiste ni en aceptar sus errores ni en superarlo críticamente sino en su “rebasamiento”, que es algo distinto, diferente. Sería el fin de la filosofía en su forma metafísica, la autodisolución del concepto de verdad y del concepto de fundamento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso de que todo es lúdico y de que cuallquier proyecto de emancipación es pura ilusión se lo podríamos preguntar a los millones que no tienen agua, que no tienen pan, que mueren por enfermedades perfectamente curables gracias a la ciencia y la tecnología que según Lyotard son un puro relato. Preguntarlo a los millones de niños que trabajan y viven en la calles de Latinoamérica. Viajando, recibiendo honoris causa en las mejores universidades del mundo (sic) por fuerza te tiene que parecer que todo es un juego. Es el colmo de la irresponsabilidad de los intelectuales.

Alhen Lawliet dijo...

Anonimo, creo que no entendiste bien el punro. La técnología es lo único que avanza, pero el ser humano sigue igual. ¿De qué sirve tener tecnología si solo un grupo es quien lo tiene? En el trabajo, quien prospera no es el obrero que trabaja arduamente, día a día, sino las empresas que exprimen las fuerzas de sus trabajadores... Creo que primero es mejor analizar y luego criticar.