sábado, 30 de enero de 2010
Entrevista a Mario Illapa Mayhua Quispe
El Arte o el espíritu solidario del hombre
¿Lo tuyo es vocación o sólo una posibilidad de expresión?
A mi modo de ver, todo el desarrollo de la inteligencia de la humanidad abarca lo que es el conocimiento científico, así como la profundización y riqueza en la sensibilidad y la intuición para una vida plena y armoniosa. Por consiguiente, la inclinación innata o adquirida por algún arte, es la identificación o reconocimiento con el avance del espíritu solidario del hombre. Particularmente, para mí, la literatura es anhelo de mostrar lo que uno tiene dentro de sí, lo que uno puede ofrendar a sus hermanos y que eso es alcanzar la comunión que debe existir entre seres de parecidos sentimientos y semejantes pensamientos. En suma, lo que al final de cuentas quiero expresar, es de que toda vocación literaria implica posibilidades infinitas de transmitir sentimientos íntimos pero siempre relacionados con la convivencia social.
García Márquez dice que escribe para que lo quieran más.
Comparto en parte con García Márquez, aunque ya se ha vuelto una frase trillada. En el fondo, yo también pienso que hacer o recrear el arte literario es un acto solitario, una confrontación interna con las estrecheces que nos impone un medio que pretende pasar a todos con un solo rasero y entonces, a través de nuestra palabra, podemos clamar por otras sendas, por otros canales de comunicación, como es el lenguaje particular del arte; que nos conduzcan de los caminos individuales al horizonte colectivo que ya está en marcha nuevamente y, yo lo entiendo así, esa legión, minoritaria todavía, que brega y avanza, necesita de la palabra que alienta, de la fuerza de la belleza, de la palabra inspirada, de la creación novedosa en la idea, y la filosofía que une y da vigor. Si es así, entonces, los que reciben esas sustancias de luz le corresponderán con su aprobación… Por otra parte, todo buen arte literario une, da alas y pies a la imaginación y también creatividad a una colectividad.
Mario, existe la hipótesis de la literatura diglósica que habla de una literatura hegemónica y otra subordinada o popular, ¿lo aceptas o no, y si así fuera, lo tuyo es literatura hegemónica (occidental se supone) o popular?
¿Literaturas hegemónicas? Eso es muy ambiguo y bastante antojadizo. Algunos países que detentan hegemonía en lo económico, ideológico y político hacen aparecer sus literaturas como ‘superiores’ y modernas, pero sustentándose exclusivamente en su visión eurocentrista blanco y morfoccidentalista, que a mi criterio resulta una aberración. Pero afortunadamente, al interior de esos países, se vienen formulando enfoques un tanto más ‘democráticos’ como el respeto a la ‘diferencia’, a la alteridad, al diálogo o polílogo entre las culturas en razón de sus particularidades, y eso es saludable, bastante saludable para esos mismos países que trataban de imponer el pensamiento único o la razón universal o lo que viene a ser la globocolonización, que en los tiempos que corren tienen su réplica contundente en los movimientos de autonomías etnonacionales.
Los supuestos detentadores de la mejor literatura, de la más elevada e inalcanzable técnica artística desconocían, en la realidad de los hechos, la riqueza intrínseca de muchas culturas, que no por ser de naciones dependientes en lo económico carecen de una sapiencia sorprendentes, más todavía, nuestros países son una inmensa reserva de humanismo y hermandad que los países del primer mundo van perdiendo. Por eso mismo, yo digo que la literatura que nosotros podamos hacer tiene que ser en función al sentimiento íntimo de elevarnos a esferas donde no hayan limitaciones de ningún orden ni material y menos espiritual.
En lo artístico, esto significa conocer y aprender las técnicas más elaboradas y sofisticadas para luego ‘destruirlas’ en nuestra creación artística que siempre, casi siempre tiene un trasfondo y condicionamiento de nuestra cultura, es decir, de nuestro particular contexto sociocultural.
Es verdad que todos los tiempos han sido difíciles para la literatura, pero parece que en la actualidad vive su hora más crítica. ¿Cuál crees que es el papel de la poesía actualmente?
Es, me parece, la reivindicación del humanismo y su esencia etnocultural. Es quitar terreno, palmo a palmo, gramo a gramo el espacio y el peso agobiante que viene adquiriendo la deshumanización, la ‘irracionalización’, el grosero egoísmo, la inicua indiferencia. ¿Muy ambicioso, no? Yo esperaría una poesía abarcadora, integradora, como los nimbos que tienen ciertos santos bienaventurados, pero que ese nimbo sea para muchos, sin caer en la ficción de que la poesía se hace de buenas intenciones, sino más que eso; la poesía tiene que recoger lo profundamente sensible, melancólico, el vacío existencial, lo más solitario de la penumbra de los individuos, también lo más vital, la más honda humanidad para transitar a la ‘purificación’, al sentimiento catártico y alcanzar la plenitud de la existencia; respirar a pulmón pleno el aire de las alturas, el aire de la divinidad, como lo quería el creador de Zaratustra.
Nombres de la literatura universal que son imprescindibles.
En poesía, para mí están el cubano José Martí, Walt Whitman, Neruda, León Felipe, Homero, principalmente Nietzsche como poeta y filósofo. En prosa te puedo mencionar a: Hermann Hesse, Nikolái Ostrovski, Liu Ching, Lu Sin, Shakespeare, Miguel de Cervantes, Goethe, Tolstói, Dostoievski, Gorki, José Saramago, Víctor Hugo, Peréz Galdós, García Márquez, Sábato, en ese orden.
El país ha aportado algunos nombres al olimpo.
A riesgo de ser tipificado de tradicionalista, yo me quedo con Inca Garcilaso de la Vega, Manuel González Prada, José Carlos Mariátegui, César Vallejo, José María Arguedas y Manuel Scorza.
¿No están tus lecturas un poquito atrasadas?
Pareciera ¿no?, pero no lo creo. Hemos leído a escritores actuales: A Vargas Llosa, a Bryce Echenique, Antonio Cisneros y puedo decirte de que de estos señores muy poco puedo rescatar. En cambio, a mi juicio, lo que mencioné más arriba representan la sustancia y esencia de nuestra cultura y nacionalidad, en buena cuenta, la originalidad; cumbres trascendentes y como decía González Prada, los demás podrían ser riachuelos, a lo sumo. Es que realmente, en estos tiempos presentes, el Perú y demás países, sufren la ausencia de verdaderos pensadores e innovadores…
Lo que va a quedar de Puno.
Personalmente, yo creo que Efraín Miranda Luján, Luis Zambrano Rojas, así como Oquendo de Amat y Gamaliel Churata. Jorge Flórez-Áybar, en ensayo. Y otros que algún día vendrán.
Mario Illapa Mayhua Quispe es Licenciado en Literatura y Filosofía, con estudios en Sociología en la UNA. Nacido en Santa Rosa de Melgar en 1974, cuando el Apu Kunurana todavía no atisbaba al astro que irradia la vida. Estudió secundaria en el Colegio Agropecuario 108 del mismo distrito. Sus primeros pasos los dio de la mano con sus hermanos Eduardo Daniel y Biviana. Su amor lo comparte entre una linda y hermosa dama, y su Patria.
Ha publicado “Albores” (2000), libro al alimón con el tempranamente desaparecido Paulo César Larico Quispe. En el año del 2001 publicó: “Federico Nietzsche, El Filósofo y El Poeta”, un breve esbozo biográfico del pensador alemán con una exposición de su doctrina. Dirigió “Apu Kunurana, Los Hijos del Padre Sol”, Revista de Cultura Social del distrito de Santa Rosa (9 Nros.). Fue Director de la revista de literatura “La Nueva Tea” en tres números, editado en la Facultad de Educación de la UNA desde 1998.
A inicios del 2005 hizo imprimir tres de sus textos preparados con cierta antelación: “Nietzsche, El Retorno de Zaratustra”, “La Concepción Filosófica Andina y Federico Nietzsche, LA VERDAD NO SE CASA CON NADIE”, “Efraín Miranda Luján, Hondo en la inspiración y excelente en la expresión”, Volumen I. Ediciones ANTAURPI decidió publicar su material de investigación: “FILOSOFÍA TAWANTINSUYANA” (2007). Sub Director de “El Zorro de Arriba”, colaborador especial de la revista de literatura “Consejero del Lobo”. Tiene la reputación de ser un solitario peregrino de la gloriosa senda de Zaratustra, que a su modo y manera, va hurgando las raíces de su milenario pueblo. Y, hoy por hoy, alista su sable.
(Tomado de El zorro de arriba)
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