EL SILENCIO DE LOS INOCENTES
Aprender bolero es licenciarse en retórica, la ciencia más hermosa y menos visitada del lenguaje, Hoy, la mejor forma de guardar un secreto es publicarlo en los libros de retórica: nadie los lee -ni siquiera los poetas-. Esto es muy triste. Con la retórica ocurre lo mismo que con el dinero: quienes menos la domina son quienes más la necesitan. (Víctor Hurtado Oviedo)
Fuente: CONSEJERO DEL LOBO. Año 1, Nº 4, mayo del 2000, Juliaca, p. 11
Anotamos en un artículo anterior que Juliaca padecía de analfabetismo funcional, que se había olvidado de leer y escribir. El último superviviente de la estirpe de los escribientes, VIcente Benavente, se dedica tan solo a la recopilación de su antigua obra. A la re-elaboración -afear también- de sus versos. ¿Qué hay pues, luego de él? Ni grupos poéticos ni sociedades literarias. ¿Nada hubo entonces?. Tampoco. Varias individualidades pretendieron llenar el vacío y es bueno registrar los detalles de sus actividades.
Estas opiniones no tienen fines subalternos ni buscan el mal de nadie. No está guiado por algún interés mezquino. Tan solo pretendemos plantear los problemas literarios de Juliaca. ¿Por qué es improductivo su clase intelectual? ¿Por qué no hay ni una obra, ni un libro, ni un poema que se pueda nombrar? ¿Cuáles son los impedimentos que tiene una ciudad importante para transitar por la senda de la gran literatura?
En los últimos años, la Asociación Nacional del Escritores y Artistas filial San Román ha sido el epicentro donde convergieron las inquietudes literarias. Héctor Alfredo Cano Cáceres promovió varias actividades con dicha institución. Publicó un libro de poesía "VERSOS CONSUMADOS". Pero con ello se consumió el poeta y el promotor. Hoy desanda las atestadas calles con un borrador bajo el brazo en busca de un editor imposible.
Samuel Álvarez Enríquez tuvo sacrificada labor, también al frente de la ANEA. Posee varias publicaciones. Sus obras, lamentablemente pasaron desapercibidas. No se le considera en las últimas Antologías de Puno. Una lección de que es imprescindible admitir que la intención estética y un trabajo verbal eficiente se superponen en el régimen condicional de la literatura, a la nobleza del espíritu.
En una conversación informal José Paniagua Núñez me decía que en juliaca hay entusiasmo pero no literatura. Quizás esto se pueda aplicar a todos nosotros, pero con mayor acierto a Percy Zaga Bustinza y Wálter Bedregal Paz.. El primero, a quien Juliaca, tiene la suerte de cobijarlo, vive de su vieja gloria. No muestra ningún rejuvenecimiento original como su contemporáneo Omar Aramayo. Querido y respetado profesor de literatura no obstante sus predicados son anacrónicos.
Walter Bedregal con sus "Hijos de la Lluvia", fue un infatigable promotor cultural y editó algunas obras menores de otros autores. Se le conoce algunos inéditos, pero a pesar de los años en el oficio no vertebra ninguna obra orgánica. Hoy no aparece ni para recibir la bendición de la lluvia.
Poco se puede decir de otros nombres, algunos mayorcitos son diletantes de la literatura, creadores efímeros, convencidos de merecer anualmente alguna medalla del alcalde. Otros más jóvenes, han sacrificado los dos ojos de la cara para publicar algún poemario, quedando sin habla y sin aliento. El que esto escribe pretendió editar una revista de literatura, fracasando rotundamente, para sumarse en esta pesada atmófera gregaria y estéril.
En éstos días la ANEA ha caído en manos de una banda jurásica que no da señales de vitalidad. Su primera actividad por el día del poeta fue una faena estéril. Por todo eso, seguramente, para el alcalde y los que mandan, los artistas son seres marginales, apenas bichejos incómodos que piden plata y medallas. No nos consideran ningún escollo para sus fines.
¿Qué pasa con nosotros? Quizás tratamos de considerar la sociedad de los intelectuales ineficaces. De los poetas y poetastros (es difícil distinguirnos) sin poemas. Quizás nuestras lecturas fueron pocas o rápidas. Quizás no tratamos de escribir literatura, sino de ser literatos como sea. De exhibir una obra y no de lograrla. Si ello fuera cierto, es urgente proponernos seriedad, leer mucho, revisar los textos de los críticos y las teorías que hablan del oficio literario. Las buenas intenciones no lo son todo.
Bien, a pesar de las intenciones, no sé cuanto hice de mal o bien al escribir esto. Dicen que uno no debe escribir como periodista aquello que no puede sostener como pugilista. Así que no me queda sino aguardar, con la pluma o el guante listos. Preferiría, dada mi desaliñada contextura esperar pluma en ristre (Don Lobo de la Luna verde)
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