sábado, 23 de enero de 2010
Poesía de Simón Rodríguez
CONFIESO QUE SOY UN VERSO
No tengo nombre, no significo nada; en fin
no existo sino porque las pequeñas cosas del mundo
me exigen que hable.
Quisiera ser claro y sencillo como un insecto,
alzarme como un lago de música
o abrirme de súbito como un océano.
Siento urgente necesidad de compartir y de ser libre,
cantar desde el vientre enloquecido del alba,
llorar desde la ilusión dormida en los torrentes.
Sé que a veces molesta mi tristeza,
sé que a veces soy el niño que no juega,
el colmenar desconocido,
el horizonte que se pierde en la distancia.
Sé que mi tristeza
es de escarabajo que cierra los ojos para siempre.
Y sé también de aquellos secretos inaccesibles
que sólo pueden guardarse en la sangre,
pero no sé del agua donde mis besos mueren,
no sé abrir los brazos
como lo hacen los caminos en las tardes,
no sé nada de los niños que llaman,
de los vientos que perfuman los surcos,
de los patios escondidos,
de las casas olorosas y distantes.
Pero soy sólo un verso,
apenas un hueso olvidado en la mañana,
un triste batracio que sueña,
un canto que naufraga en la tierra,
un extraño que te busca y te encuentra
en cada pensamiento repentino y en cada palabra ajena.
Un verso, sólo un verso que habla del silencio,
de esa tempestad dormida sobre la brisa de los lagos,
de ese hondo precipicio
donde caen dulcemente las tardes.
Un verso, sólo un verso que habla del silencio,
de ese singular silencio
que a veces desespera como un mar que nos traga,
de esa flor de reproche que nos mira fijamente.
ESTAMPAR TU CORAZÓN DE KAPULÍ
Una vez emigró el color de tu mejilla
fue luz volando hacia un arco iris.
Una vez se ahogó tu sonrisa en la distancia
y perdí el rastro de tu perfume de hierbabuena.
Una vez fueron tus pies de vicuña a perseguir
el galope del viento y el sollozo del Ichu.*
Hoy vuelves…
quimera que desollaron los harapos y las guitarras.
Hoy vuelves y contigo
una mirada de esperanza a la tristeza de mis ojos.
Hoy vuelves alondra sensitiva y contigo
tu voz y tu abrazo de horizonte adormitado.
Hoy vuelves y contigo la palabra exacta
la imagen adecuada, la metáfora precisa.
Para estampar tu corazón de Kapulí*
en una corteza de luces y alegrías siemprevivas.
* Ichu: Paja. Planta gramínea abundante en las altas mesetas.
* Kapulí: Árbol andino de frutos parecidos a la guinda.
A MAMÁ MATICHA DESDE EL ENCIERRO
Mamá Maticha:
No estoy seguro del tiempo que ha pasado
desde que fui exiliado de mi propio sueño
pero mi sed
de caminos ha crecido
y he llegado a imaginar
un desierto de golondrinas donde vuelan tus manos.
Pienso que este encierro
se hizo deliberadamente para dolernos.
Su anatomía la conforman horas lobas, minutos lobos
segundos lobos.
Y está prohibido gritar o quejarse de madrugada
se podría ahuyentar el rocío, la brisa
la blanca espuma de los lagos.
El solo ya no quiere mirarme
las calles entristecen repentinamente
y lloro a escondidas como un niño asustado.
No importa, mamá Maticha, no importa.
Quiero que sonrías
con la misma y triunfal sonrisa post-parto.
De todas las madres
aunque ambos sepamos de aquellas tardes tan hermosas
en que de veras quisiera uno morirse como las aves.
A quienes sólo les salen himnos cuando te nombran.
sólo lo perfecto, sólo tú, mamá Maticha
puedes cobijarnos en tu abrazo de mayos levantados.
Sólo tú puedes amamantar al mundo
con la leche de tus pechos donde grita la vida
con la leche de tus mares inmensos y redondos
donde los días saltan blancos de esperanza.
Mi libertad por una sonrisa tuya.
Mi libertad por tus cadenas rotas.
Mi libertad por un vientre de humanidad como el tuyo.
Y los faltos de afecto, los que piensan
que tus sueños y los míos no tienen importancia
pagarán su indignación en las paredes
afirmarán que eso de retornar al principio de todo
eso de nacer y volver a nacer
cuantas veces sea necesario
no está científicamente comprobado.
Pero jajayllas! Mamá Maticha jajayllas!
Pues tú y yo sabemos
que hasta la cárcel bien podría ser una madre
que los sueños son madres eficaces y seguiremos soñando
mientras no nos decapiten la ternura
mientras no nos quiten el alma
la risa azul de los océanos. Aquello que es poesía:
Madre de madres donde los hombres renacen.
Qué felices éramos
cuando me cargabas en la barriga ¿recuerdas?
Mas ya no soy el que alborotaba
y hacía crecer de ternura tu vientre.
Ya no soy el que luego se aferraba a tu espalda
como a una peña de calor y creía
que en la sonrisa de los niños se totalizaba el universo.
Soy nada más el hombre, ahora el poscrito, el preso
el fantasma que habita esperando
el malvado que no supo ser malo con nadie
y que sólo pide un vientre en qué abrigarse.
Es que de pronto me retorna el niño
la guagua desvalida, el embrión aútero.
Y qué ganas entonces se serme tierno y malo
al mismo tiempo. Qué ganas irremediables
de tenerte cerca, de sentir tu protección única
el cielo de tus labios que besa mi frente
las palomas de tus manos que consuelan mi llanto.
Mamá Maticha, mi pensadora anónima
mi filosofía profunda y clara.
No basta una inmensidad para comprender
la plenitud y dimensión de tu sabiduría.
Porque el tiempo te hizo con los años
día a día, en el esfuerzo.
Y aunque ahora me escuches
a través de los ojos de Papá
aunque tu rúbrica siempre haya sido
una huella digital grotesca y ruda
tú eres y serás la diosa, la sabia
la más perfecta hasta lo eterno.
Ya que sólo lo perfecto
posee la capacidad de dar vida como tú lo haces.
Sólo lo perfecto crece en la lucha dura y diaria
entre el hambre y las rimas
entre el sufrimiento y la sangre
entre el niño y el poeta.
Perdona si he pretendido llamarte poesía.
Lo cierto es que no tengo sino eso: poesía para darte
ten mis sueños
la única libertad que me es permitida ahora.
ten, mis cantos como flores o banderas
este presente de incertidumbres y desaciertos.
Mañana. Quién sabe. Mañana insurgirá el alba
como todos los días
y un mundo mejor
cerrará nuestra historia finalmente.
Porque tú te lo mereces mamá Maticha.
Tú, más que nadie.
Atrás quedarán los muros, las rejas, los candados.
Hasta pronto mamá
una libélula de los aires
traerá tu respuesta hasta mi celda.
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