sábado, 23 de enero de 2010

Efraín Miranda


Escribe:Walter L.Bedregal Paz

Efraín Miranda Luján

(Condoraque,distrito de Rosapata, Provincia de Huancané, 1927)

Como poeta supo definir su personalidad de indio puro; quién sabe que secreto guardado tuvo ese aire, por el ambiente natural de la hacienda Condoraque del distrito de Rosapata de la la Provincia de Huancané, lugar que lo envolvió en su naturaleza al momento de nacer un 2 de marzo de 1927 Esa peculiar convicción y mimetización por el indio, ese interés humano vestido de cosmovisión andina, más que indigenista, lo han convertido en un poeta que destella fulgores enérgicos de una raza por más que fue dominada, oscurece la desigualdad persistente del entendimiento.
Es un poeta andino, que rompe esquemas al lenguaje del dominio español, conservando en sus vigorosas metáforas, en sus mensajes poderosos, en su ornamenta severa de hombre andino el sello humano del hombre del altiplano en pleno siglo XXI; Miranda nos ha legado su sabiduría andina en sus libros: Muerte Cercana (Lima - 1954) , Choza (Lima - 1978 ), Vida (Lima -1980) y Padre Sol (Puno - 1998).

“…reflejándonos un sentimiento terrígena que alcanza al poeta en sus cavilaciones de orden depurado y sintaxis sobresaliente que filtran un cauce de ritmos transparentes y ecos andinos”. (Bedoya Darwin, 1998, “Cifra poética” Nº 03).

Es necesario citar a Gamaliel Churata para presentar a Efraín Miranda: “… nosotros somos indios o admitamos que no somos de América. Se puede ser indio y tener ojos azules. La naturaleza étnica de la nacionalidad no está en el color de la piel, está en el movimiento del alma, casi en el impulso de la voluntad creadora”. O a José Carlos Mariátegui: “… la literatura indigenista no puede darnos una versión rigurosamente verista del indio. Tiene que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su propia ánima. Es todavía una literatura de mestizos. Por eso se llama indigenista y no indígena. Una literatura indígena, si debe venir, vendrá a su tiempo. Cuando los propios indios estén en grado de producirla”. (Apaza Gabriel, 2002, Revista, Consejero del lobo Nº 04).

EE

¡No me grites de calle a plaza: cholo;
grítame de selva a cordillera,
de mar a sierra,
de Tahuantinsuyo a República: INDIO!

¡Lo soy!

¡A puntapiés, insultos y balas: lo soi!

¡Explotado, robado, asesinado: lo soi!

¡Con mi esqueleto, mi ecología y mi Historia: lo soi!

En iglesias, coliseos, municipalidades
me gritan: ¡indio!

Lo descendientes de galeotes, criminales, indultados
aventureros hispanos me gritan: ¡indio!
Todos los descendientes de Adán y Eva me grita: ¡indio!

¡Soi indio!

Tengo el color mismo de mi Madretierra,
raíces en mi misma Madretierra,
nací en mí y de mi Madretierra,
nací de y en sus elementos energéticos,
de su cinética activa y germinal,
soi indio: una de las variadas formas de su creación.
¡soi indio!
Y, para los genealogistas, regalo en mi choza
lustrosos pergaminos de animales pur sang,
con el árbol verde virgen, a partir de un tronco nobiliario,
o, si lo desean, desde un origen cavernario
o, si lo estiman, desde una cuna extraterrestre
o, si lo creen, desde una concepción antinatural.

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