lunes, 26 de abril de 2010

Solidaridad con Alberto Valcárcel


Escribe: José Luis Ayala

Después de lo que ha escrito Feliciano Padilla Chalco en los Andes hace varios días, en referencia a la personalidad literaria de Alberto Valcárcel, siento la obligación moral de expresar mi solidaridad en vista de que el poeta, efectivamente, padece desde hace un tiempo atrás, una enfermedad que lo abate de la forma más cruel. Lo más significativo ha sido el hecho de haber reconocido que Feliciano Padilla, no tenía la información para pronunciarse sobre la poesía de Valcárcel, todo ha quedado superado debido a la conducta de un ciudadano y escritor que actúa con limpidez.

En lo que a mí se refiere, quisiera dejar constancia haber pedido públicamente por escrito como verbalmente, varias veces, la necesidad de que se le acuda a Valcárcel con una colaboración generosa. Pero nada se ha logrado debido a una evidente falta de sensibilidad colectiva, de solidaridad y práctica social de ayuda cuando un poeta o un artista, en nuestro medio, es presa de una enfermedad o desgracia.

Sin embargo, no faltan personas que acuden al domicilio de Alberto Valcárcel para hacerle llegar su afecto y algo que mitigue su soledad y penosa enfermedad. Solo su hermana Zurema lo atiende y cuida, pero recibe el afecto y visitas de Gloria Mendoza como de mi hermana Carmen Luz Ayala Olazával. Las veces que lo que he visitado ha servido para hacerle beber un poco del bálsamo y ternura de hermano, que destila mi corazón acongojado.

¿Por qué Alberto Valcárcel tiene una situación económica precaria? Es debido a su honradez como funcionario público, como subprefecto y prefecto en varias provincias y departamentos durante muchos años. Así como regidor de la municipalidad de Lima Metropolitana y funcionario del INC. Pero de Además de que su sueldo de jubilación es una miseria. Jamás en Puno como en ninguna ciudad cobró cupos ni recibió coimas. Nadie puede decir que le pagó por un favor que le hizo.

Al contrario, por ejemplo, el Congreso Nacional de Poetas en Tingo María, fue financiado en gran parte por Alberto Valcárcel cuando era allí subprefecto, pero tampoco se puede soslayar la presencia del entonces alcalde de Luis Suito. Fuimos más de cuarenta escritores que asistimos a recitales, conferencias y discusiones sobre literatura peruana. Gracias a Alberto Valcárcel se pudo emitir un manifiesto en defensa de la Amazonía como pulmón de la tierra.

En Puno, siendo subprefecto, con su dinero hizo construir el monumento a José Gabriel Túpac Amaru II, ubicado en la avenida Laykakota. La escultura en piedra corresponde a la creación del “Cholo” Luis Ccosi Salas. Es verdad que ahora está abandonado pero es una obra de su pasión por el Perú, de parte de un poeta comprometido con la libertad y justicia social. En este tiempo del nefasto gobierno del Perro del hortelano, el Padre de la Libertad está negado. No importa, nadie podrá matarlo como dijo el poeta Alejandro Romualdo.

Conocí a los padres de Alberto, a Alberto Valcárcel Caballero como a su señora madre Maruja Acuña. Era una familia que vivía modestamente en una vetusta casa alquilada en el jirón Ica, ubicada frente al fenecido diario Expreso. Con Alberto padre, llegamos a ser muy amigos debido a que litigó en el Tribunal Agrario, entidad que finalmente dejó inafecto parte de sus terrenos en Juliaca, que no tenían grandes extensiones y, debido a que demostró tener conducción directa.

En fin, si Alberto Valcárcel hubiera tenido una conducta reñida con la moral pública, con la ética personal y honradez, si hubiera sido un coimero, un chantajista y si hubiera cobrado por anga y manga, a esta hora estaría siendo atendido en una clínica particular. Pero no es así, está pagando caro su honestidad, su caballerosidad y conducta de ciudadano limpio. Conocimos a un ex subprefecto que ahora es dueño de grifos y una tienda de abarrotes y a funcionarios que se han enriquecido. Los ejemplos abundan de quienes llegan a los puestos públicos para medrar y enriquecerse. Ese no es el caso de Alberto Valcárcel, que ahora pese a la soledad, la estrechez económica, al abandono de su propia familia y de la sociedad civil puneña, espera con estoicismo y resignación, el veredicto de las futuras generaciones, de la historia social de Puno y del Perú.

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