miércoles, 14 de abril de 2010

Educar para la libertad


Por Evelina Chipana Torres

Un conjunto de reflexiones sobre la libertad, la exclusión y la educación

Hace algunos años una maestra en la universidad nos preguntó desde cuándo el Perú era libre. Todos, al unísono, respondimos que desde el 28 de julio de 1821. Es una pregunta ha rondado mis pensamientos y conversaciones en varios momentos. Ella añadió una reflexión: el problema de los peruanos es que hemos luchado mucho para ser libres, pero, cuando obtuvimos la libertad, no supimos qué hacer con ella.

Libertad, emociones y crisis de crecimiento en el país
Es que la libertad genera ansiedad, angustia y hasta pánico. El ejercicio de ella implica toda una gama de capacidades emocionales que no sé si nuestro país tenía para iniciar el hermoso camino del autogobierno, el manejo de sí mismo, el aprendizaje difícil de la autorregulación.

Capacidades emocionales como las que requiere una persona para desprenderse de su familia e iniciar el camino solo: habilidad para aceptar con tranquilidad y esperanza el desafío de crecer, la habilidad para planificar, para integrarse a otros, para aceptar sus limitaciones y potencialidades, para sobrellevar las tensiones, sobrevivir a las crisis y madurar desde ellas, aprender de los errores y no perder la perspectiva en el camino.

Suele suceder que percibir las crisis como cargas inevitables en nuestra existencia (algo así como sentir que vivimos en un estado de "maldición" perpetua), crisis cuya existencia todos reconocen, pero, de las cuales nadie habla, provoca efectos acumulativos, con varios asuntos no resueltos.

Las crisis son necesarias para el desarrollo, pero si no se aprende de ellas, viven como fantasmas en la historia. Sucede en las familias: las crisis no enfrentadas, no habladas, que se viven en silencio, van socavando la estabilidad hasta hacerlas disfuncionales y las van enfermando. Usualmente, algunos de sus miembros presentan con más vigor y visibilidad los síntomas de la enfermedad.

Adormecimiento emocional y corrupción
Los shocks o anulaciones de la conciencia posteriores a una crisis o accidente, limitan el dolor, quizá porque nuestra naturaleza nos ha dotado de esta posibilidad para pensar con frialdad acerca de lo sucedido, reentenderlo y actuar. Sin embargo, si en algçun momento no se usa el dolor, el shock puede convertirse en indiferencia y olvido, y el adormecimiento emocional en un estilo de vida, sin capacidad de sentir, sin capacidad de conmoverse, sin capacidad de maravillarse, sin indignarse, sin amar con pasión, sin capacidad de arriesgarse por otros, sin capacidad de sentirse amigo y sin capacidad de ser altruista.

Traumas han habido muchos en nuestra historia: la invasión y esclavitud, la búsqueda de la libertad, la crisis de la madurez como país naciente (yo lo llamaría el fantasma mayor), las guerras, la fragmentación sin un horizonte de unificación, postergación de necesidades y pueblos, vueltas al totalitarismo, genocidios, días negros en la economía, caídas de regímenes democráticos, negligencias con secuelas de muerte.

La corrupción, más que un trauma adicional en esta vitrina, podría constituirse, con mérito, en una de las formas más atractivas de vivir el estilo de vida del adormecimiento emocional. Se requiere de muchas carencias emocionales para ser corrupto: incapacidad para pensar en términos de un "nosotros" o intentar ponerse en los zapatos del otro. Y si lo hay, es porque es útil para un beneficio personal. La corrupción es un estilo de vida creado en el sistema, alimentado por nuestra historia.

Ilave desde una aproximación sistémica
Ilave -pequeño pueblo andino en el la población linchó a su alcalde- es otro fenómeno del sistema, el corolario de una enfermedad, la manifestación de un sistema enfermo.

¿Cómo operan las cosas de tal manera que se perpetúa este círculo de desconfianza y corrupción, de ignorancia y abuso en el país? ¿Qué provoca que la desconfianza sea tal que llega al homicidio, y la corrupción se haga más solapada, que la ignorancia llegue al retardo y el abuso llegue a lo inhumano y genocida, en todas sus formas, las sutiles y las explícitas?

La concentración del poder en Lima, genera una estructura de exclusión, y por ende, resentimiento, y sentimientos de abandono o desamparo en los excluidos. Pues las necesidades no son consideradas, y la indiferencia, no es más que una expresión de rechazo. Con nuestras autoridades aprendemos qué es lo que podemos esperar de las personas significativas y viceversa, pero también aprendemos qué es lo que podemos hacerles. Con nuevos gobiernos y nuevas experiencias de autoridad, no comenzamos de cero, tenemos una memoria, que constantemente se ve alimentada por nuestras experiencias, las cuales van modificando para bien o para mal nuestro concepto de autoridad, y los humanos actuamos desde nuestras percepciones y conceptos.

Por ello, es más difícil ser autoridad en un lugar que vive al margen de la "liga mayor", donde es un símbolo estructuralmente desacreditado, que genera desconfianza de antemano. Si enarbola los sentimientos de reacción a la postergación, puede caer "simpático", pero es improductivo para el desarrollo y retroalimenta la portergación.

La exclusión tiene otras consecuencias: deja poco espacio de diálogo para conocer la experiencia de otros, respecto de los parámetros en los cuales se puede desenvolver la relación entre la comunidad y la autoridad, así como el conocimiento de los mecanismos para exigir calidad en el desempeño y el acceso oportuno para ejercer derechos. La inclusión marca parámetros, la exclusión hace desconfiar de ellos y hasta negarlos.

Recuerdo una investigación que habla sobre la relación entre violencia familiar y lejanía de la loza deportiva del asentamiento humano, que usualmente congrega a la mayoría de la comunidad alrededor.

La educación respecto de los mecanismos de revocatoria de autoridades, por ejemplo, debe ir refrendada por una validación del derecho a expresar insatisfacción. Donde no hay reglas claras y una aceptación expresa de ellas, es más probable que cada quien decida lo que es mejor, y ello puede ser, incluso, el homicidio de la autoridad y la conspiración.

El homicidio, el linchamiento, del alcalde de Ilave fue un ritual, un proceso con ángulos de lectura diferentes. Se destruyó a la persona, pero también se destruyó analógicamente lo que ella significa, y, a la vez, constituyó una reivindicación analógica del poder de la comunidad sobre el poder de la autoridad. Como todo ritual, desplegó un simbolismo con un fuerte impacto psicológico y político.

El futuro y el background emocional del pasado
¿Cuál es el futuro de la democracia si una autoridad democráticamente elegida es asesinada?. Es una pregunta importante, pero, se puede convertir en ¿Cuál es el futuro de la democracia si asesinamos la educación, la salud, la organización productiva, la justicia y las emociones de nuestros pueblos?

Esta crisis general del concepto de autoridad requiere pensarse, requiere sentirse, requiere actuar. Como toda crisis, es un momento de muchos riesgos, pero, a la vez es un momento de muchas oportunidades para crecer y madurar como país, y educarnos emocionalmente para la democracia y la tolerancia, y seguir construyendo nuestra libertad.

El desafío de educar para la libertad
Durante este siglo la educación ha experimentado cambios muy significativos: el descubrimiento de los principios del aprendizaje de los organismos y en especial de los humanos, ha permitido el desarrollo de importantes avances científicos y tecnológicos. Se han generado nuevas metodologías y estrategias: constructivismo, educación por el movimiento, pedagogía Waldorf, educación por el arte; nuevas técnicas: las máquinas de enseñanza, el aprendizaje programado, el SIP, el aprendizaje estructurado, etc. Sin embargo, la educación, muy a pesar de los importantes cambios, no ha perdido su esencia, su trascendencia, su orientación hacia el futuro, pues no se enseña para ayer, incluso ni para hoy, sino para mañana. En este sentido, la educación adecuada sería aquella que prepararía a los actuales estudiantes para desempeñarse en un tiempo distinto, con características, contextos y situaciones muy diferentes a las actuales.

Según las proyecciones, el estado mundial en los aspectos sociales y económicos para dentro de 25 años, no sería el más deseable, muy por el contrario, el futuro no deseable sería el más factible.

La educación constituye en gran medida la vía a través de la cual se validan los patrones de interacción de los individuos en una comunidad. Sin embargo, la escuela puede, dado su poder, permitir transformaciones culturales, incluso en un sentido romántico, cambiar el futuro. Sin embargo, el futuro depende de muchas variables, de las cuales, mientras mayor información se pueda obtener, mejores planes se podrán diseñar. Mientras tanto, la labor de la educación y en especial de la orientación escolar, consistirá en facilitar la adquisición de aquellos valores y actitudes que permitirán un desarrollo personal continuo en un contexto con características diferentes a las vivenciadas a la actual, desde las propias percepciones de los jóvenes de acuerdo con su evolución, pero, en especial en un contexto socio-económico, cultural e incluso biológico diferente.

Pensando acerca del futuro proyectado
Pensar acerca del futuro, constituye una requisito para educar, es pensar en lo que queremos lograr, y en cómo lo que queremos lograr se ajusta o es funcional a lo que los jóvenes vivenciarán luego. Por ello es menester “vislumbrar el futuro”, no como una metáfora, sino como un objetivo.

En cuanto a población las proyecciones del INEI señalan que hacia el año 2025 la población del Perú llegará a 35 millones 518 mil habitantes, es decir 41% más que la actual, y en el caso de Lima, hacia dicho año tendrá alrededor de 11 millones de habitantes, concentrando al 44% de la población del país. Ello estaría indicando una alta probabilidad de problemas habitacionales, de acceso a servicios y de hacinamiento, esto último con sus respectivas consecuencias ambientales y sanitarias. Esto señala la urgencia de generar actitudes vinculadas con la tolerancia, la solidaridad y la preservación y cuidado del entorno biológico (salud personal y conservación del ambiente natural).

En la actualidad la esperanza de vida para una mujer se halla en 69,2 años mientras que para los varones se halla 5 años por debajo (64.4). Esto redunda en la importancia de identificar una explicación, que es bastante probable se oriente hacia un estilo de vida con múltiples conductas de riesgo entre los varones.

El crecimiento de la población significará a la vez un crecimiento tremendo de la población económicamente activa, ello demandaría la creación de un mayor número de puestos de trabajo.

Esta situación se hará mucho más difícil, ya que las proyecciones de la pirámide poblacional señalan un incremento de los grupos etáreos por encima de los 20 años.

Esta proyección, si es que las características del empleo en el país no varían, significará un alto índice de desempleo o subempleo, y de lo que se ha venido a llamar en los últimos años el desempleo ilustrado, es decir, personas que culminaron un estudio superior pero que se ven imposibilitados de acceder a un puesto de trabajo con condiciones adecuadas o que exigen un manejo de información diferente al área en que se educó. Esto exigirá de nuestros jóvenes actitudes vinculadas con la creatividad, la planificación y gestión, la disposición para integrarse a grupos en trabajo interdisciplinario, la flexibilidad para adaptarse a cambios y exigencias (en especial a las tecnológicas) , disposición a evolucionar como persona, y la orientación y diversificación hacia su formación superior (pues se ha identificado que aproximadamente el 54% de los egresados de centros de educación superior se concentran en sólo 10 carreras tradicionales).

La mujer tendrá un protagonismo en los nuevos tipos de organización familiar, y ello incrementará el índice de divorcios, debido en gran medida al mantenimiento de las creencias que relacionan género y poder. Esto señala la necesidad de educar en actitudes vinculadas con la cohesión y la cooperación, establecimiento de límites de decisión, habilidad para desarrollar proyectos en equipo y autoevaluación.

Hace algunos años se podía hablar de generaciones, definidas en un continuo temporal por cubrir períodos de 10 o 15 años, estos intervalos en los últimos años se han acortado, cubriendo períodos de 2 o 3 años. Se prevé, como incluso se puede constatar ahora, que, la influencia de los medios de comunicación tendrá un fuerte protagonismo en estos cambios vertiginosos, estos cambios pueden probabilizar en las personas una intensa preocupación por lo inmediato, altos niveles de estrés, sin posibilidad de observar la vorágine en perspectiva, es decir, con fuertes amenazas para la auto-trascendencia y el desarrollo de una vida interior. El manejo del estrés se constituirá en una necesidad de salud pública, así como, la generación de planes personales a largo plazo.

Nuestro país verá modificada mucho más su estructura social, la marginación se afianzará y tendrá un rol importante en las movilizaciones sociales en especial desde el interior del país y los anillos de pobreza. Como ya se está observando, se exigirá al Estado generar una dinámica que permita la concertación y el respeto de los derechos humanos. Esto exigirá de las personas, el contar con un repertorio de habilidades alternativas a la violencia, el reconocimiento de valores como la justicia, identificación de los propios derechos, pero, a su vez la reconstrucción de la democracia, la cual es posible en nuestro país tenga una figura distinta a la experimentada en otros países.

Educación y Valores
Por otro lado, se prevé para los siguientes años que los medios de comunicación serán un competidor cada vez más intenso para la escuela en cuanto a formación de valores y acceso a información, la escuela tendrá que reconfigurar sus estrategias y servicios, pues corre el riesgo de ser un elemento accesorio. La labor del maestro deberá enriquecerse en la constante actualización sin perder su identidad profesional y conformar equipos multidisciplinarios que atiendan integralmente a las necesidades e inquietudes de los jóvenes, pero en particular, haciendo uso de un enfoque prospectivo y preventivo.

Los valores se deben hacer trasversales tanto a la currícula académica como a la de orientación, no por un sentido estético, sino porque es preciso generar una estructura coherente en la organización educativa y porque favorece la cohesión de los miembros del sistema en un mismo conjunto de principios.

En este contexto es que se mueve nuestra nuestro maestro, y quizá este contexto constituya el desafío más grande de su vocación: el liderar la conquista de la libertad.

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