domingo, 31 de enero de 2010

Racionalidad y literatura oral altiplánica


Escribe: Feliciano Padilla

La racionalidad es una forma de conceptuar y representar el mundo. Cada cultura tiene una racionalidad peculiar digna de ser respetada. Sin embargo, el concepto que predomina entre los investigadores es la racionalidad clásica que desprecia irracionalmente cualquier tipo de otra racionalidad. Esto se explica por la formación y la perspectiva eurocentrista de la mayoría de los estudiosos que han tocado el tema. Por esta razón, las “otras” racionalidades se aprecian y se estiman desde la óptica de la racionalidad europea, cuyos parámetros se consideran erróneamente universales y válidos para todas las demás.

Las ciencias sociales, menos mal, para bien de la humanidad, ha ido cambiando (en la medida en que ha cambiado la ciencia en general) y enriqueciéndose con la experiencia, sobre todo, en las últimas décadas del siglo XX. Por eso, sobre este punto, el doctor en filosofía Antonio Peña Cabrera manifiesta que “Tanto las ideas de espacio, tiempo, materia, como los principios lógicos y los axiomas matemáticos, han sido rebajados a meros supuestos, igual como las reglas de un juego cualquiera. La razón que no se exhibía sino a través de la ‘evidencia’ de sus principios y la transparencia de sus mecanismos de derivación o inferencia, queda de ese modo sin sustento. Se ha acentuado el carácter intersubjetivo de ellas para distinguirlas de la pretensión trascendentalista, universalista y ahistórica de la racionalidad clásica, sobre todo, la que se expresa con la ILustración”.

Estos conceptos abonan a favor del carácter social e histórico de la racionalidad. Racional es lo aceptado por el grupo social. Pueda quizá este juicio ser arbitrario para el resto de las racionalidades, pero, nunca deja de ser una eventualidad convencional, socialmente determinada y reverenciada. Por eso cada racionalidad es respetable en tanto y en cuanto cada cultura tiene una racionalidad singular aunque, a veces, pueda trazarse algunas líneas de similaridad entre distintas formas de representar y conceptuar el mundo.

La literatura oral altiplánica, por ser parte de un gran proceso cultural, necesariamente expresa esta racionalidad, cuyas características están debidamente identificadas en diversos cuentos, fábulas, leyendas, adivinanzas, harawis, hayllis, wiphalas, etcétera. No obstante su carácter peculiar, muchas de ellas funcionan como constantes de la literatura andina que, en general, comprenden un espectro mucho más amplio y sobrepasan las lindes de la región altiplánica. Al respecto tengo un trabajo donde se demuestra con textos de nuestra literatura oral cada una de las características de la racionalidad andina.

Por los años de 1987-88, en una mesa redonda realizada en la Sala de Convenciones de la UNA, dirigida por los doctores Rodrigo Montoya, Juan Ansión y Teresa Valiente, como parte del Curso de Antropología II de la Maestría en Lingüística Andina y Educación, se discutió el tema de la racionalidad andina. Varios conceptos relacionados con este tópico, que luego esgrimiré, se dijeron, aunque de manera desordenada, en aquella actividad académica (1). Sobre la base de estas consideraciones afirmamos que las características principales de la racionalidad andina son las siguientes:

1. El mundo andino es animado: Para nosotros tienen vida los cerros, los ríos, lagos, plantas, animales y hombres. Nada hay en el mundo que escape a esta lógica.
2. Todo lo que nos rodea, incluyendo los Dioses, tienen carácter de inmanencia. Es decir, no hay nada sobrenatural. Los Apus, la Pachamama, la Mamaquta, el sol, los hijos del sol que son Manco Cápac, Sinchi Roca, etc., o Wiraqucha, Naylamp, no pertenecen al mundo sobrenatural, sino, son parte de la naturaleza, parte de nosotros.
3. El mundo es panteísta. Todo cuanto rodea al hombre es sagrado. Por ejemplo la Pachamama, la Mamaquta, etc. Este pensamiento ha permitido conservar el equilibrio ecológico por cuanto no se puede profanar la tierra, el aire y el agua que son sagrados. En “Occidente”, si bajo la tierra hay oro, plata, petróleo o cualquier otra riqueza se la explota como fuente de acumulación de plusvalía sin que les interese la contaminación.
4. El mundo es diverso. Hay diversidad ecológica, diversidad étnica y cada elemento tiene su lugar y su complemento; es al mismo tiempo uno y otro aspecto de la contradicción que, en “Occidente”, se explicaría solo por una posición dicotómica: por ejemplo, es blanco y no negro; es hombre y no mujer y, así sucesivamente según se construya más dicotomías.
5. El mundo andino es agrocéntrico. (La palabra “agro” se extiende semánticamente a las actividades de la ganadería y la pesca). Todo gira alrededor de la actividad agropecuaria. Los espacios donde se pesca, se cría animales mayores o menores, o donde se hace la chacra, son el escenario donde se recrean las relaciones económicas, políticas, sociales, culturales, etc. Las otras actividades económicas aun cuando fueran más rentables son complementarias.
6. La religiosidad andina es parte de su tecnología simbólica, en tanto está vinculada a la producción y al desarrollo. El “pago a la tierra”, el “tinkasqa”, la “chhalla” son elementos de la tecnología simbólica andina (2). No sirve para explicar nociones metafísicas ni teológicas, sino, para producir más en completa armonía con la naturaleza.
7. Es panculturalista. Todos son cultos. El hombre cuida y cría las plantas, los animales, los cerros, la tierra, los ríos y; viceversa, estos también cuidan del hombre. La Pachamama cuida o sanciona a los pobladores de una comunidad según su “comportamiento” consigo mismo, con los demás o con los “Dioses” que, a fin de cuentas, son una forma de ser de la propia naturaleza.
8. El mundo andino está regido por 4 valores esenciales: la reciprocidad, la comunión hombre-naturaleza, el valor trabajo y el valor saber que coexisten con otros valores como el de la honestidad, la convivencia armoniosa, etc. El ayni, la apqata son expresiones de reciprocidad. En la comunidad campesina el trabajo, realmente, dignifica al hombre; en el mundo occidental es un medio de explotación. En “Occidente” el anciano es subestimado, devaluado; en la comunidad campesina ocupa una posición de privilegio porque es la memoria del pueblo, el que posee conocimientos debido a su experiencia.
9. El tiempo es circular: Vuelve el ciclo del barbecho, de los sembríos, del aporque, de la cosecha. Retorna el ciclo de la trasquila, de la saca y de los apareamientos Vuelve el ciclo de las migraciones, retornará Pachakútek, Incarrí. El concepto del eterno retorno de Nietzsche tiene otra connotación y no debe establecerse semejanzas con la significación del tiempo andino. “El símbolo que mejor sintetiza la visión de mundo de las comunidades orales es el círculo, el eterno retorno de las ideas y las acciones de la comunidad, orientadas casi siempre hacia la preservación de valores como el orden, la continuidad, la tradición y la memoria” (ROSAS Crespo, Elsy). No obstante se conoce el tiempo lineal: pasado, presente y futuro aun cuando los conceptos son diferentes a los de la cultura occidental.
10. El espacio es sagrado y vertical. La Pachamama es sagrada. Se toma de ella lo necesario para el desarrollo sin causar deterioro ni destrucción. Es vertical, lo cual permite aprovechar con oportunidad los pisos ecológicos. También les fue conocido el espacio horizontal: un topo, medio topo, etc. que ahora han sido modificados por medidas occidentales.
11. El concepto de desarrollo es diferente. No es la acumulación y la plusvalía lo que prima, sino, el concepto de seguridad y bienestar de la comunidad.

Estos rasgos del pensamiento andino, no obstante el proceso de modernización todavía sobreviven en diferente grado y magnitud en la región; lógicamente, más en el campo que en la ciudad. La penetración del capital, específicamente, el desarrollo del comercio y el turismo han modificado esta manera de pensar que rige el comportamiento del hombre andino, pero lo ha hecho de manera muy relativa. La “Escuela” que ha funcionado como un instrumento de enajenación y alienación, tampoco ha podido anular completamente estas esencialidades. Sostengo a nivel hipotético que este pensamiento, en muchos de sus aspectos, aun siguen rigiendo la vida comunal. En la ciudad, la TV y los otros medios masivos de comunicación unidos a la acción educativa tampoco han podido eliminarlos completamente, porque, incluso en los escenarios más hostiles se expresan de modo soterrado, o están ahí, a nivel de sustrato.
Muchos de estos conceptos hoy han sido sistematizados como categorías de la filosofía andina llamada Pachasofía y Runasofía: sabiduría popular andina que está presente en el quehacer y la visión holística del runa o haq’i andino (3). La filosofía andina, en el sentido estricto de la palabra, es una proyección abstracta que expone la forma de representar y concebir el mundo del hombre andino. Y es tan valiosa como cualquier otra filosofía. Negar la existencia de ella en nombre de la filosofía aristotélica, o kantiana, o existencialista, o nietzscheana, es negar nuestra capacidad de reflexión sobre el mundo y el conocimiento, con la que se ha construido la cultura nacional pre-incaica, incaica y post-incaica. Negarla sería una evidencia de que necesitamos trabajar mucho para descolonizarnos plenamente.

NOTAS:
1. Durante mi experiencia docente, con apoyo de varios amigos antropólogos, he podido ampliar y sistematizar con fines didácticos aquellas ideas, de las que me ocupé en numerosas charlas y escribí muy “a las volandas” en un documento de discusión ideológico-política que se encuentra en el Jurado Nacional de Elecciones desde el 2003 y en el artículo “Reflexiones acerca de la nación y la identidad cultural” publicado en los Andes No 22995 del 04 de noviembre del 2008.
2. Van Kessell tiene un trabajo completo sobre tecnología simbólica. En general, en Occidente, la tecnología es la aplicación de la ciencia en el plano de la producción y los servicios. La denominación de tecnología simbólica es porque el hombre andino tiene para sí que haciendo el “wilancho” o el “pago a la tierra” produce más, o cualquier otra actividad que realice alcanza el éxito deseado.
3. Josef Estermann, Elsy Rosas, José Luis Velásquez, Antonio Peña Cabrera y otros han desarrollado y sistematizado la filosofía andina con solvencia académica y amplitud.

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