jueves, 28 de enero de 2010

La Poesía de Gloria Mendoza Borda


Escribe: Boris Espezúa Salmón

Gloria Mendoza es una de nuestras mayores exponentes mujeres en poesía andina en el continente, así lo confirman los numerosos premios y reconocimientos que ha obtenido en su esforzada trayectoria, en países como Chile, Puerto Rico y México. De origen Huancaneña, aunque ella ha manifestado a ver nacido en la Comunidad Campesina de Sorata, ha publicado: “Los grillos tomaron tu cimbre” en 1971, “Wilayar” en 1972, “La Danza de las Balsas” en 1998, “Dulce naranja, Dulce luna” en el año 2001 y en el año 2006 “Qantati, deshojando margaritas”• Ahora nos complace anunciar la parición de su próximo poemario “Parcela de silencio” y saber que es invitada de honor al Encuentro Internacional de poetas en Chile, representando a nuestro país que se celebra en esta semana en el país del sur, donde estrenará su nuevo poemario en lecturas de poesía compartidas con todo el continente. Con beneplácito hemos podido leer vía internet el conjunto de sus poemas contenidos en “Parcela de Silencio”, y ello - además de rendirle un merecido homenaje- motiva esta reseña dominical.
Nuestra poeta se ha afirmado con una voz singular y sincera en poemas hechos de afinado barro y de cercano cielo a nuestras alturas que parecen rozar nuestros ojos en desbrozadas imágenes descolgadas de los ponientes y albas del tesoro andino. “Parcela de Silencio” contiene 10 poemas, diáfanamente escritos, que muestran una unidad acezante, temblorosa, cálida, andina y humana. No sugiere el río sino su brillo, no sugiere la arena sino su sed, parece acariciarnos y llamarnos la atención con sus versos, que inquieta resplandores y sufrimientos, guardando una armonía interior que provoca contemplación y un leve incendio reflexivo sobre su ascenso poético en los ojos de países como el nuestro que aprecian la sensibilidad e intuición poética de Gloria Mendoza, quien ha hecho del oficio de escribir poesía, una forma de reintroducirse en la cotidianidad con naturalidad, de expresar sus días con el mismo asombro que expresa sus noches desde que fue niña embebida a grandes sorbos del arrobador paisaje huancaneño y ahora mujer forjada frente al horizonte de Latinoamérica, así se siente cuando dice: “Aquí estoy yo, cuando los girasoles se ponen en su espacio aromado, girando al compás del sol” Se trata de un verso que tiene esa irradiación cósmica, holística del universo, esa mirada elevada e interrogante que evidencia la eterna morada del Padre Sol sobre la tierra.

En el poema Tempestad (6) expresa: “Aquí no hay canto de gallo que despierte el amanecer / en la nave del tiempo te escabulles por inhóspitos parajes / donde encontrarte libre en la magia de nuevos sueños desbordados / recuerda que estoy esperando en una tempestad bajo la lluvia / quiero encontrar refugio en una alta montaña e irme para siempre”. Son versos que demuestran un desconsuelo, pero al mismo tiempo la certeza de un devenir nuevo, la transparencia de conciencia ante la opacidad del tiempo, aquí hay una pluralidad de sentidos, la conciencia amorosa está un tanto disgregada, sin embargo la autora ata y reconcilia esas presencias dispersas y las unifica en una meta que finalmente corone su esfuerzo, y donde al final pueda estar tranquila. Las relaciones entre la vigilia y el sueño, hacen de sus palabra poética esa certeza de la realidad cotidiana que sin embargo no la envuelve en su tedio, y ante ella no puede ocultar ese torrente interior que es una fuerza que separa y une las cosas, y le otorga jerarquía a las palabras, no los subordina a nada, sino instaura la intención de crear una energía mágica, para obligar a las cosas a que sean revaloradas y sea el mundo renovado el que cure el amor y la misantropía.

Gloria Mendoza apuesta por modernizar una poesía andina, que sin embargo no sea de ningún modo forzado, sino como lo hicieron nuestros antecesores Los Orkopatas, que sea una nueva expresión, que por el tiempo que transcurrimos, es urgente volver a revitalizar la esencia de lo tradicional y nativo, por eso cuando la autora se propone conjuncionar belleza andina en la palabra, con incrustaciones de religiosidad, que a su vez sea un cuestionamiento a la ciudad donde somos extraños y desarticulados, se muestra auténtica y legítima acorde con su temperamento que prefigura por encima de la convencionalidad los valores y principios andinos como respuesta a lo anodino y lo superfluo de la urbe, Leemos de Visión de Cirios (9): “ Mis oráculos se arrastran por campiñas de ovejas / ni árboles, ni gladiolos, ni gallos, ni silbido de aire, ni gritos de la montaña / pretendo romper el silencio del silencio en una visión de cirios / en la ciudad que nos alberga siendo huéspedes desconectados / que acompañan el comienzo desmedido de la alondra que nos reina” Es una poesía de compacto de la naturaleza, de la realidad. No crea las cosas sino que las toca, no ama la vida sino que la abraza con dolor o alegría. Alguna vez Octavio Paz escribió: “El poeta real sabe que las palabras y las cosas no son lo mismo y por eso, para restablecer una precaria unidad entre el hombre y el mundo, nombra las cosas con imágenes, ritmos, símbolos y comparaciones. Las palabras no son las cosas: Son los puentes que tendemos entre ellas y nosotros. El poeta es la conciencia de las palabras, también fueron cosas antes de ser nombres de cosas” Por lo tanto el título del texto no es azar, en el poeta concebir el mundo con el lenguaje del silencio, es consubstancial. Familiarizarse con esa habla inocente, que nada dice porque todo está dicho, de allí que la Parcela de Gloria Mendoza, sea su predio personal donde hace morar en forma enigmática, las rebeliones de la memoria, el transcurso de la conciencia, y el destierro de la redención, allí labra la palabra en símbolos, en oráculos circulares, aborda un amor sin disfraz, y deja que intervenga el fluir del tiempo para reafirmar una identidad que no está desamparada, sino revelada de furia y de hermosura.

Creo que estos poemas de Gloria Mendoza reafirma su fúlgida fibra de una mujer que ha batallado consigo misma, para buscarse un espacio de autonomía y respeto por haber cruzado como mujer los estertores de ámbitos tan sentidos como el mundo andino, y la violencia política, y ha cruzado además el cliché de la mujer atada a cierta domesticidad de los afectos y de los quehaceres de casa, para apostar a vivir por la poesía, por encarnar la voz de las comunidades periféricas, y de éste modo demostrar que es posible romper ese muro infranqueable que nos permite gritar a los cuatro vientos que la poesía es la forma más sublime y esencial de liberarse y de realizarse.

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