martes, 16 de noviembre de 2010

José Luis Veláquez: “La colonización cultural del indígena se está quebrando”


Escribe: Camilo Héctor Sánchez Serruto

José Luis Velásquez Garambel acaba de publicar “Las Luchas por la escuela inimaginada del indio (1860-1930)”, OUPSE-UNAP primera edición abril -2010 agotada y en Los Andes segunda edición Agosto 2010 a circular este lunes 14. Una aproximación con el autor.

¿Cuáles fueron las motivaciones esenciales del surgimiento de los movimientos campesinos de reivindicación en el altiplano?
El indígena desde la llegada de los invasores nunca fue considerado ser humano o igual a ellos (los invasores), fue siempre subyugado y reducido a bestia, animal, “un sin derecho a nada”, un esclavo sin fe en la religión del castellano y por ello se combatió su cultura al grado de exterminarla a través de instituciones como la extirpación de idolatrías, los centros de reducción, las encomiendas o los centros de instrucción de primeras letras.

En ese devenir ni siquiera la Independencia logró que el indígena sea reconocido como “igual” al “otro”, al blanco o al mestizo y menos logró que las culturas subalternas sean respetadas, por lo que los indígenas continuaron en su condición de excluidos y avasallados. En ese entorno se iniciaron innumerables luchas por lograr “igualdad jurídica”, “reivindicación y liberación cultural” en conceptos rudimentarios.

Bajo esta perspectiva creer que el indígena luchó solo por posesión de tierras resulta reducir la dimensión de los petitorios y las verdaderas preocupaciones de los indígenas. Ellos buscaban ser reconocidos como ciudadanos, con igualdad de derechos, iguales participaciones políticas, y claro, ser parte del “proyecto de nación plural” que sólo consideraba a cierto sector que por siglos había tenido y desarrollado hegemonía.

¿Qué significó socialmente para el indígena la Reforma Agraria emprendida por el gobierno militar de Velasco Alvarado?
Representa una suerte de reconocimiento, por primera vez el Estado reconoce que el territorio peruano también está poblado por seres que no son blancos, sino indígenas postrados en la miseria y en las condiciones más infrahumanas y que además llevan a cuestas no solo el peso de nuestra tierra sino el de varias nacionalidades que no tuvieron lugar en el “Estado” y que jamás fueron parte de ningún proyecto histórico. A partir de ese momento, del Gobierno de Velasco, se puede decir que el indígena se siente reconocido, y más aún aparecen líderes que empiezan a buscar en ellos apoyo para llegar al poder, pues les es reconocido el derecho al sufragio. En mi trabajo, este período corresponde a un alcance posterior a “Las Luchas por la Escuela In-imaginada del Indio (1860-1930)”; el mismo que he denominado “Maestro, Escuela y Conflicto Interno (1970-2010)”, que se encuentra ya acabado. Y era parte de este libro que Los Andes acaba de publicar.

¿En qué momento se politiza el indígena o cómo esto influye en su vida consuetudinaria, su vida dentro de la comunidad o aún no es consciente de su politización?
No creo, para nada, que el indio o lo indígena deba permanecer estático, eso iría contra toda dinámica cultural, y contra la naturaleza misma. A esto ha contribuido mucho la educación, que ha sido y sigue siendo un instrumento de dominación cultural al servicio de los grupos enquistados en el poder.

Observemos el caso de Bolivia, con Evo, el tema da para más, incluso podríamos atrevernos a recurrir a una especie de milenarismo andino que se esconde en la mitología ancestral y popular… para el indígena “lo indio” siempre ha sido un tema político. Por eso, incluso, tenemos el programa político de José Gabriel Tupac Amaru y los estudios de Alberto Flores Galindo, Manuel Burga, Nelsón Manrique, Wilfredo Kapsoli y Tamayo Herrera.

¿Desde cuándo el llamado centralismo limeño o mejor dicho los poderes locales y de las principales ciudades lo tienen sometido ideológica y económicamente? ¿Son ellos los que emprenden su reivindicación o es "el otro" quien la emprende?
Desde que esos “otros”, los llamados “mistis” se apoderan de estos territorios e imponen un modelo de estado que ha permanecido invariable hasta nuestros días, y que aún no hace parte de ella a la variedad de naciones que tiene el Perú, de tal modo que pareciera que se trata de un estado inoperante y corrupto en el que sólo los truhanes pueden prosperar, en donde la miseria, la mentira, el robo, el asesinato, la coima han sido elevados a niveles de aceptación y de “normalidad”. Y para mantener estas estructuras los diversos gobiernos instrumentalizan todo a su paso, como “la escuela” por ejemplo, que se ha convertido en eso, en un “simple instrumento”, para mantener y conservar un “supuesto orden o una estructura social”, en donde los maestros son simples títeres que tienen que ejecutar esas currículas.

Tu segunda pregunta es un poco embarazosa, por el tipo de respuesta que voy a darte, ojala no haya algún riesgo en cómo lo tomen y que estos días sean seguros, me refiero al tema de la represión, ya que parece en nuestro país como lo dice Villa Stein “pensar es inconstitucional”… claro que son ellos, los indígenas, quienes inician sus propias luchas, desde Manco, pasando por José Gabriel Tupac Amaru (podemos revisar los tomos 1 y 2 de los procesos seguidos a la causa tupamarista de la colección documental del Perú) y encontraremos que se efectúan todo un recuento de alzamientos indígenas en pro de las conquistas de derechos, reconocidos recién hoy con carácter de “fundamentales”. Y en esos contextos han aparecido gente por lo general mestiza que han disfrazado sus discursos y nos han hecho parte de su “criollada” como lo hicieron Morales Bermudes, Belaunde Terry, Alan García, Valentín Paniagua, Alejandro Toledo y ahora otra vez Alan García.

Los peruanos no tenemos perdón, no sabemos lo que queremos, vivimos por vivir recostados junto a la ansiedad de tener el modelo de vida europeo, del “buen vivir americano”, y claro la escuela no cumplió su verdadera misión, seguimos siendo esclavos de los modelos conceptuales y culturales que genera Europa. A los peruanos, que somos un verdadero mosaico de diversidad, nos gusta que nos metan el dedo. Hoy en día viene quien sea y nos hace creer que le interesamos, que nos reivindicará, que efectuará cambios en este sistema, que por fin seremos incluidos en este estado, y terminamos dándole nuestro voto de confianza y cuando llegan al poder terminan siendo las meretrices de los verdaderos grupos de poder, acostándose con el mejor postor, con quienes les dan más débitos. Y lo peor de todo es que nos quieren llamar al negocio, al trocadero. Hacen de nosotros, de nuestro país y de nuestras reservas naturales un puterío constitucionalizado con la venia del Congreso y bajo el amparo de decretos especiales que sirven solo a los intereses del proxenetismo internacional.

"El otro" continúa reivindicando su patrimonio, su historia, su vida o ¿Estamos ad portas de que él se haga cargo de su destino histórico como civilización y raza?
En cierta medida el indígena ha ido asumiendo su rol político y al hacerlo ha venido logrando una reivindicación y un espacio en el Estado, a pesar de las continuas negativas de los diversos gobiernos, creo que pronto por fin se logrará su inclusión en el Estado, los instrumentos de dominación y de colonización cultural se están rompiendo y los sectores más deprimidos empiezan a tener acceso a tecnologías avanzadas para su servicio. Creo que eso hay que capitalizarlo de un modo inclusivo, y tenemos varios espacios en los que se puede observar eso, por ejemplo en el caso de Juliaca no hay que ver sólo el alto índice de delincuencia sino el capital humano y el empuje económico que tiene, son más la gente sana que busca el desarrollo y son menos los ampones y los maleantes, en esa ciudad hay que ver lo bueno y hay que erradicar lo malo.

¿Seguiremos con la dicotomía de Civilización y Barbarie que plantea Domingo Faustino Sarmiento, o esa frontera es cada vez menos perceptible en la actualidad y en esta parte del altiplano?

Los teóricos pueden intentar explicar muchos fenómenos sociales y culturales, y cada vez que no comprendan a cabalidad lo que ocurre en la sociedad seguirán inventando y recreando nuevas categorías y nuevos conceptos, de tal modo que civilización y barbarie son estructuras que no se pueden desligar la una de la otra. Por ejemplo cómo explicamos nuestro sistema jurídico penal, como una necesidad social, un acto de barbarie en una civilización? Michael Foucault, un postestructuralista, en “vigilar y castigar” ensaya mediante la “arqueología del saber” una explicación coherente sobre como la barbarie es necesaria en una civilización, una historia básica de las penas y de las prisiones en toda la humanidad. En la nuestra hace falta más dureza, no podemos permitir que un violador se mofe de la justicia, que un ladrón institucionalice sus delitos en los ministerios o en las altas esferas, los asesinos no pueden andar libres por las calles y menos codearse con los fiscales o los jueces, todo eso es inadmisible. Tenemos, como sociedad, que recuperar la dignidad.

Con este libro del cual hoy es motivo de este dialogo ¿cuáles son los alcances verdaderos que pretendes?

Luego de visitar archivos en diversos lugares del país y de Bolivia, de contrastar los datos, de someter el trabajo a un arbitraje académico, no me di cuenta de la magnitud del trabajo, “Las Luchas por la Escuela Inimaginada del Indio” representa un modo de concebir el problema del indio desde una vera distinta a la de Mariátegui, y no lo digo sólo yo, muchos académicos me han hecho el alcance de sus observaciones en todos estos años y es algo que tengo que agradecer sin duda. En el libro se contradice parte de una tradición historiográfica, la oficial, y se trata de asumir un enfoque más crítico de los discursos históricos. Se presenta al indio o al indígena como un ser histórico, y es algo que muchos historiadores han negado, y lo peor, el estado ha avalado eso y han utilizado esos discursos para quitarle al indígena su participación en la construcción de un proyecto de nación y de estado. Pensar que al principio se trataba de responder a una interrogante: ¿Desde cuándo la escuela se concibe como un espacio de violencia física y simbólica? La intención era sólo desarrollar una explicación del período del conflicto interno, desde fines de la década de los 80 e inicios de los 90; pero esto se convirtió en una obsesión, terminé desarrollando un estudio histórico desde 1860 captando antecedentes de conflictos sociales desde la llegada de los españoles, hasta la actualidad. El libro terminó consumiéndome, así que tuve que trabajar tres períodos en tres libros consecutivos, es decir una trilogía, de 1860 a 1930 (las Luchas por la Escuela Inimaginada del Indio), de 1930 a 1970 (estado, escuela y postindigenismo) y el último tramo de 1970 al 2010 (escuela, maestro, estado y conflicto interno).

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