martes, 16 de noviembre de 2010

Historia de la lengua Aymara


Escribe: Víctor Ochoa Villanueva

El lenguaje y el mito son las primeras cristalizaciones del alma primitiva de un pueblo. Max Müller desarrolló la teoría de que el lenguaje y el mito eran como dos hermanos gemelos. En la mente primitiva es casi imposible separarlos porque son brotes de una misma raíz. El lenguaje es esencialmente metafórico. El hombre no acierta ante el misterio del mundo, a descubrir las cosas directamente y recurre entonces al símil o a la metáfora. El lenguaje refleja las primeras impresiones del hombre y las diferencias de signos y sonidos no son, según Humbolt, sino diferencias de “perspectivas cósmicas o de visiones del mundo”. Cada lengua construye según su genio, su estructura y sus leyes fonéticas. Según Cassirer cada lengua escoge su sistema propio de fonemas y de sonidos distintivos, buscando y seleccionando los sonidos físicos que le atraen; pero no al azar sino siguiendo una pauta fonética, de rasgos coherentes y característicos.

El padre Acosta dice de las lenguas habladas en el Perú del siglo XVI, que pasaban de 700. Humbolt estimaba en algunas centenas las lenguas habladas en América, y Rivero Tschudi en una cifra entre 280 a 340. No hay duda que muchas lenguas primitivas se han perdido.

Los filólogos modernos discuten cuál fue la lengua predominante antes de los incas y esto ha dado lugar a cruda polémica entre quechuistas y aymaristas. Los primeros lingüísticas aceptaron de plano la absoluta preponderancia del quechua. Max Uhle fue uno de los campeones del aymarismo histórico y lingüístico. Sostuvo que los Collas, de habla aymara, fueron los constructores de Tiahuanaco y que en el tiempo pre-incaico se hablaba aymara en todo el Perú.

Fray Domingo de Santo Tomás es, sin duda, el fundador de los estudios de lingüística en el Perú. Era sevillano y vino a Lima en el primer equipo de frailes dominicos que trajo Fray Vicente de Valverde en 1538.

Es necesario tratar sobre las lenguas septentrionales en las listas de Martínez. Compañón, había 8 lenguas que hablan los hombres de la costa, sierras y montañas del Obispado de Trujillo del Perú, y consigna bajo la presentación respectiva de Lenguas Quichua, Lengua Yunga de las provincias de Trujillo y Saña, Lenguas: Sechura, Colán, Catacaos en la Provincia de Piura. Lengua Culli de la Provincia de Guamachuco.

En el altiplano peruano, en la meseta del Collao existían las lenguas: Uru hablado en las islas del Titicaca; Uruquilla en la riberas del río Desaguadero y los distritos de Desaguadero, Zepita, Yunguyo y Pomata; Puquina hablado en Moquegua, Puno y parte de Arequipa; Uru-Chipaya hablado en Bolivia, Aymara hablado en toda la meseta del Collao; el Kawki y Jakaru hablado en la provincia de Yauyos en la serranía de Lima.

BREVE HISTORIA DEL AYMARA:

Origen y expansión del aymara:
La lengua aymara, según los cronistas españoles, surgió en Pachacamác, sur de Lima, y se desarrolló hacia el centro y sur del Perú. El aymara hablado desde Canta hasta Cochabamba, fue primitivamente, estudiado por los jesuitas del Convento de Juli, junto al lago Titicaca. El nombre auténtico de la lengua debía ser Ace-aru, que equivale a gente y lengua, significado semejante al runa-simi. El aymara pertenece a la misma familia que el quechua y sus diferencias son más bien de vocabulario porque la construcción, el método de sufijos y la fonética son semejantes.

Ubicación de los aymaras: En el siglo XVI, hubo en el altiplano dos zonas contrastables y sus flancos:
a. Una septentrional productiva, con una orientación agropecuaria donde habitaban: los collas, lupacas, canas, canchis, collaguas, pacajes, omasuyos, ubinas y otros.
b. Otra meridional menos productiva, ocupada por: carangas, quillacas, lipez, y chichas, dedicadas a actividades más ganaderas que agropecuarias. (Nuñez y Dillchay 1978: 96 – 98).

Ubicación actual: Los aymaras, actualmente, están asentados en las repúblicas del Perú, Bolivia y Chile. En el Perú nos encontramos en el departamento de Puno, en sus provincias de Moho y Huancané en la zona norte del lago Titicaca; y, en las provincias de Yunguyo, Chucuito, El Collao y parte de Puno en la parte sur del citado lago Titicaca.

DOS ARGUMENTOS QUE APOYAN LA HIPÓTESIS DE QUE EL AYMARA NO PUDO HABER TENIDO COMO CUNA DE ORIGEN EL ALTIPLANO:

Primer argumento: HIPÓTESIS DEL ORIGEN NORTEÑO.

Según el argumento lingüístico, las evidencias que cree encontrar Middendorf, para postular el origen norteño de la lengua y su expandida presencia andina estarían dadas por:

a. Una toponimia que iría en aumento de norte a sur, y por la presencia de los restos del aymara central, en plena serranía de Lima.
b. Los documentos de Bertonio que, en pleno siglo XVII, lista a los canas y canchis como aymara-hablantes, y
c. Las Relaciones Geográficas de Indias, nos prueban la presencia aymara no sólo en torno al Cuzco, sino en los Andes centro-sureños, dadas a conocer por Jiménez de la Espada.

El autor sostiene que, en la medida en que la civilización tiahuanaquense floreció en un espacio territorial cubierto por el aymara, ésta sólo pudo ser obra de gente que hablaba dicha lengua, los mismos incas primitivos nos remiten sus mitos de origen al Titicaca, cuya lengua habrían sido aymara, y su “idioma secreto”, una variedad particular desprendida del tronco aymara originario.

La hipótesis de Middendorf, más tarde, fue asumida por Max Uhle, quién en su afán por probar la primacía del aymara sobre quechua, adujo razones lingüísticas de carácter “interno”. Estos razonamientos tendrían que ver con una supuesta mayor elaboración del aymara en sus componentes gramatical y léxico, fundamentalmente en la riqueza de su derivación verbal y en el registro de construcciones más sintéticas que las del quechua.

Por lo que toca a la procedencia de la lengua aymara, sostiene Uhle la dificultad de asignarle un foco inicial de expansión y se limita a señalar que ésta se habría hecho de norte a sur toda la altiplanicie boliviana, llegando hasta Antofagasta por la costa sur y desplazando, entre otras lenguas, al antiguo atacameño, que habría sido una difusión pre-aymara que llegaría incluso hasta la costa y sierra centro sur peruanas. Por consiguiente, el autor sostiene que la fundación de los monumentos tiahuanacotas no puede atribuirse a un pueblo insignificante como el de los incas míticos; sino que habría sido más bien obra de una sociedad más desarrollada, de lengua igualmente más “elaborada” que fue el aymara. (Cerrón-Palomino, Lingüística Aymara, 2000:276).

Segundo argumento: HIPÓTESIS DEL ORIGEN SUREÑO.

Markham y Schudi, sostiene que los “aymaraes” de la cuenca del río Pachachaca eran de habla quechua, y el nombre de la lengua sería producto de una grave confusión en la que habrían incurrido los jesuitas residentes en Juli.

Confinado el aymara al altiplano peruano-boliviano, ésta no siquiera habría sido la cuna originaria de su emplazamiento. La información documental podría estar sugiriendo un origen más austral del aymara, fijando un rumbo de sur a norte; esto indica que en el mismo altiplano tendría un origen intruso.

Existe un primer testimonio, recogido de los labios de un curaca Chiriguana, un capitán aymara llamado Cari que, “saliendo del valle de Coquinbo (...) allegó a donde agora(ahora) es Chuquyto, de donde después de haber hecho algunas nuevas poblaciones pasó con su gente a la ysla de Titicaca y dio tal guerra a esta gente que digo que los mató a todos” (Lingüística Aymara, Cerrón-Palomino, 2000: 277).

El otro documento nos informa que los ancestros de los pacajes habrían, “tenido su origen, unos de la parte de la laguna de Chucuito y otros de hacia la parte de los Carangas, de donde salieron y poblaron en esta provincia, en los cerros más altos que hay en ella”. Según estas noticias, el autor sostiene el origen atacameño de los pueblos aymaras, los mismos que habrían invadido el altiplano y asolado a los tiahuanaquenses de habla originariamente quechua.

Por otro lado, según Cieza de León, los aymaras son procedentes de “Coquimbo”, un valle del norte chileno, e Hyslop demuestra la importancia de un sitio altiplánico llamado Coquimbo como capital Lupaca y necrópolis de sus mallkus. Es decir, la ola aymara que penetra en el Urcosuyo viene de mucho más al sur de lo que pretende Torero.

Por lo tanto, ambas hipótesis –de origen norteño y de origen sureño- nos muestra que el aymara no pudo haber tenido como cuna de origen el altiplano peruano-boliviano; y que tanto aymara como quechua procedían de otras zonas y que no son oriundos de la cuenca del Titicaca.

TRES ARGUMENTOS QUE PRUEBEN QUE EL AYMARA NO TUVO ORIGEN MITMAICO EN EL CENTRO DEL PERU.

Para responder a la pregunta es necesario tratar sobre la familia aru que contiene en la actualidad sólo tres exponentes modernos, de los cuales únicamente el aymara cubre un territorio relativamente amplio, alcanzando una distribución internacional que involucra Perú y Bolivia y, en menor escala, a Chile.

La lengua aymara forma parte de la familia lingüística aru junto a jaqaru y kawki, habladas en la provincia de Yauyos, sur-este del departamento de Lima; las integra otras lenguas hoy extintas, pero todavía vivas en el siglo XVI: las llamadas hahuasimis, empleadas por varios pueblos a lo largo de la Cordillera Occidental peruana, particularmente en el departamento de Ayacucho y en las lindes de éste con los departamentos de Huancavelica y Apurímac.

De los estudios comparativos preliminares efectuados por Martha Hardman (1966b) se desprende la siguiente clasificación que sigue:

ARU

CAUQUI – AYMARA

JACARU CAUQUI AYMARA
a. Primer argumento:

Según el Lingüísta peruano Dr. Alfredo Torero, la zona ocupada originalmente por el aru se extendía desde el sur del valle de Cañete o del de Chincha hasta el de Nasca o el de Acarí, en la costa sur peruana; de allí inició su expansión en los primeros siglos de nuestra era en dirección del este, ganando la sierra sur-central y parte de la sierra sur. Hacia el norte y nor-este su avance se vio contenido por la expansión contemporánea que el protoquechua emprendía desde la costa central y nor-central hacia el interior. (Cerrón-Palomino, Seminario de Lingüistica Andina, 1987:341).

La presencia de pueblos aymaraes –de lengua aymara- en el Collao y Charcas es reciente, en el siglo XVI. Su ingreso se habría producido unas tres centurias antes, al parecer de manera violenta, por conquista militar avanzando desde el norte hacia el sur-este a lo largo de la Cordillera Occidental de los Andes y se repartieron el territorio altiplánico posiblemente bajo forma de diversos señoríos o reinos; algunos mencionados por Bertonio son: Lupacas, Pacases, Carancas, Quillaguas, Charcas y otros.

b. Segundo argumento:

El aymara se configuró en la cuenca del río Pampas, el territorio que va desde las nacientes de este río, cerca de la altiplanicie de Choclococha, hasta su confluencia con el río Apurímac.

Por otro lado, a más de un milenio de la expansión inicial de protoaru, se encuentra el aru aymará a fines del siglo XVI hablado desde la cuenca del río Pampas, en las provincias de Cangallo y Víctor Fajardo, departamento de Ayacucho, y desde la cuenca del río Soras (Chicha) –que discurre entre los departamentos de Ayacucho y Apurímac- hacia el este y sur-este, cubriendo fuera del Altiplano peruano-boliviano, gran parte de los departamentos de Apurímac y Cuzco, y el nor-este del departamento de Arequipa.

Según las informaciones de “Relaciones Geográficas de Indias” elaboradas hacia 1586, se puede hacer un cuadro de distribución de idiomas que, para la antigua provincia de Vilcasguamán, hay provincias ayacuchanas de Cangallo y Víctor Fajardo, donde nos presenta compitiendo el aymara y el quechua; al sur de Vilcasguamán, en la ciudad septentrional de la provincia de Lucanas de Ayacucho, hallamos el quechua generalizado, pero igualmente –aunque dispersas y aisladas entre sí- se vieron a varias hablas que fueron consignadas como hahuasimis y que eran en realidad idiomas de la familia aru, parientes del aymara.

El la región de los Soras, pueblos ubicados entre la provincia de Lucanas y la de Aymaraes, departamento de Apurímac, se habla aymará y, también, hahuasimis. Finalmente, en la cuenca media y alta del río Majes o Colca el aymará colindaba con varios idiomas “particulares” y “antiquísimas” que pudieron haber sido arus hahuasimis.

El aymará de este modo se encontraba en el siglo XVI enmarcado por el quechua Chínchay (Q-IIB-C) que avanzaba desde el oeste; y al sur-este, por vieja área puquina donde se penetró tardíamente. Es evidente, entonces, que el movimiento del aru aymará siguió inicialmente la dirección oeste-este, hacia las serranías de los departamentos de Apurímac y Cuzco, y que tal movimiento sólo pudo cumplirse a partir de la cuenca del Pampas en dirección del Cuzco, y no a la inversa.

c. Tercer argumento:

La asignación definitiva del proto-cauqui/aymara es a la cultura Viñaque, se basa en que las áreas de predominancia comprobadas para ambos coinciden espacial y temporalmente, desde la provincia limeña de Yauyos hasta el sur del departamento de Cuzco y el norte de Arequipa, durante la segunda mitad del primer milenio de nuestra era.

Según John Rowe, no hubo unidad política en el Horizonte Medio. Es posible que al menos tres estados poderosos se relacionasen y enfrentasen en los Andes Centrales en la Epoca 2B: los de Viñaque, Pachacámac y Cajamarca. Paralelamente con esta situación política, tres lenguas estuvieron en auge dentro del área Huari. Una variedad “Viñaque” del aru se extendía desde Yauyos hasta las fronteras con el Collao a principios del siglo IX o algún tiempo antes.

La correlación con los estudios arqueológicos condujo a reconocer al protoaru, en su primera fase expansiva, como el idioma que, a fines del Intermedio Temprano, se extendió desde los valles de la costa sur de los Andes Centrales hacia la región de Ayacucho, siguiendo a la difusión de las influencias de la cultura Nazca, y en segunda fase expansiva, bajo la forma de protocauqui/aymara, como el vehículo lingüístico de la irradiación cultural de Viñaque (Huari –Ayacucho) durante el Horizonte Medio; y, finalmente, el protoquechua, como la lengua que, también durante el Horizonte Medio, acompañó a la expansión de la Cultura Huari costeña conocida como Pachacámac.

Pedro Cieza de León recoge y nos trasmite relatos acerca del avance guerrero de una parte de esos aymaraes sobre la orilla occidental del lago Titicaca, territorio en el cual se constituiría el reino preincaico de los Lupacas (lupi jaqis). Uno de los relatos se refiere a la ocupación sangrienta de la isla sagrada del Titicaca por huestes aymaraes que, comandadas por Cari, liquidaron totalmente a los ocupantes originarios de la isla, probablemente de “nación” puquina. (Cerrón-Palomino, Seminario de Lingüística Andina, 1987: 336-341).

Por lo tanto, de acuerdo a los tres argumentos, se prueban que el aymara no tuvo un origen mitmaico en el Centro del Perú; podemos decir que, tanto de origen de la zona de Pachacamác, sur del valle de Cañete o Chincha hasta el de Nazca o del valle de Acarí, como el argumento que prueba que el aymará se configuró en la cuenca del río Pampas; y la procedencia del proto-cauqui/aymara a la cultura Viñaque, procedente desde la provincia limeña de Yauyos, nos demuestran que el aymara no tuvo origen mitmaico en el centro del Perú; sino que fueron expandiéndose de oeste-central hacia sur-este, llegando a las departamentos de Cuzco y Arequipa, para luego ocupar el altiplano peruano-boliviano a costa de invasiones militares, desplazando a las poblaciones del Collao, como los puquinas y uros.

DOS EVIDENCIAS LINGUÍSTICAS QUE DEMUESTREN QUE EL CUZCO ANTIGUO ERA DE HABLA AYMARA:
En el Perú hubo tres lenguas generales, en el mundo andino, reconocidos como tales por el propio virrey Toledo, en una ordenanza emitida el 10 de septiembre de 1575, en la ciudad de Arequipa. Esas lenguas eran: el idioma quechua, el aymara y el puquina.

La supremacía del quechua no corría pareja, a medida que uno se desplaza de norte a sur, su rivalidad con el aymara iba en aumento, desde actual departamento de Ayacucho en dirección sur-este. Todavía a fines del siglo XVI, el clérigo Baltazar Ramírez declaró en abierta disputa con quienes asumían lo contrario, que la lengua aymara es la más general de todas, y corre desde Guamanga, principio del obispado de Cuzco, hasta casi Chile o Tucumán.

El más ufano sostenedor del aymarismo histórico fue el arqueólogo Max Uhle, quién afirmó que el aymara fue hablado en todo el Perú en el tiempo pre-incaico, y que en la época incaica el aymara fue sistemáticamente perseguido, pero que es una lengua superior al quechua y más organizado que ésta para expresar cosas concretas.

Es evidente que el movimiento expansivo de aru aymará (usado como aymará por algunos cronistas antiguos) siguió inicialmente la dirección de oeste-este, hasta las serranías de los departamentos de Apurímac y Cuzco, y que tal movimiento sólo pudo cumplirse a partir de la cuenca de Pampas en dirección Cuzco; lo que indica que Cuzco antiguo, probablemente, fue de habla aymara. Los indicios sobre el aymara cuzqueño apuntan hacia la presencia del aymara en el valle del Huatanay, así como su empleo oficial por parte de los incas; por lo menos hasta el siglo XV. Hay que señalar que existen indicios estrictamente documentales y las de orden lingüístico propiamente dicho que aprueban el habla aymara del Cuzco, entre ellos las evidencias son de carácter léxico, gramatical y toponímico.

Primera evidencia: EVIDENCIA TOPONÍMICA:

Buena parte de los nombres de los lugares del área cuzqueña puede explicarse únicamente a partir del aymara. Ello es evidente no sólo para dar con el étimo del nombre de un adoratorio tan importante como el de Vilcanota, cuyo étimo, según Bertonio, remonta a /willka-na-uta/ ‘casa del sol’; sino también de algunos de los santuarios, nombres de las montañas y lugares del Cuzco, también las que integraban la red de o líneas imaginarias que partiendo del Coricancha, se dirigían a los cuatro regiones o suyos del imperio.

De la lista de ceques y templos ofrecidos por el historiador Cobo, podemos mencionar los adoratorios siguientes:
y para el Chinchaysuyo.
para el Antisuyo.
para el Collasuyo, y
, y
para el Contisuyo.

Ciertamente, no todos los elementos de esos nombres son de origen aymara; algunos son de cuño quechua.

Los de origen aymara son:
• < uma > ‘agua’ /uma-n amaru / ‘serpiente de agua’ donde la -n es el genetivo puquina.
• < yahuira > ‘río’ , forma alternante de hahuira, en /apu yahuira/ ‘río principal’.
• < chuqui > ‘oro ‘ y < marka > ‘ pueblo , en /chuqui marka/ ‘pueblo del oro’.
• < qullu > ‘cerro’ , en /qullu kalla / ‘pueblo original’.
• < qota > ‘laguna’ , en /quta quta pampa / ‘llanura de lagunas’
• En < pachachiri > , estamos ante una derivación aymara; en /paqcha-chi-ri / ‘el que hace cascadas’ , donde el causativo –cha armoniza su vocal /a / con la /i / del agentivo -ri.

La armonización de tales nombres indica que, al tiempo en que éstas fueron acuñadas, existía un bilingüismo generalizado aymara-quechua en la zona de Cuzco. Entonces no parece que exista duda de que el topónimo es de cuño aymara por excelencia.

En cuanto al topónimo Ollantaytambo que significa ‘posada de Ollantay’ , originariamente puede analizarse del siguiente modo: < ulla-nta-y > , donde la raíz es el verbo < ulla- > ‘ver, mirar’; el sufijo –nta es un derivador espacial que puede parafrasearse como en ‘dirección de arriba hacia abajo’ o también, ‘de afuera hacia adentro’, dependiendo del contexto; y la -y final es un nominalizador locativo, presente en muchos topónimos; incluso de base quechua, registrados en toda la región andina del tipo Chancay, Huaylay, Chinchay, entre otros.

Entonces, el significado del nombre habría sido: ‘lugar desde donde se mira hacia abajo’. Si la forma originaria del verbo aymara ‘ver’ fue ulla, en el dialecto local del valle de Vilcanota nos lo prueba no sólo el mismo topónimo sino también Bertonio registra < ulla > como propio del dialecto Lupaca que describe, como cotérmino del “aymara cuzqueño”, observando al mismo tiempo que los pacajes empleaban la variante < uña >.

Segunda evidencia: EVIDENCIA DEL TEXTO DEL CANTAR DEL TRIUNFO DE TUPAC YUPANQUI.

El hallazgo de los capítulos faltantes de la Suma y narrativa de los Incas del cronista Betanzos, realizado por la historiadora María del Carmen Martín Rubio en la Biblioteca de la Fundación Bartolomé March de Palma de Mollorca, ha tenido un valor histórico intrínseco, importante revelación de carácter lingüístico. Nos referimos al texto de un cantar triunfal mandado a componer por el Inca Túpac Yupanqui para celebrar su victoria sobre los soras, un grupo étnico importante que habitaba en las cabeceras del río Pampas, en el departamento de Ayacucho.

El texto del Cantar: El texto restituido del himno entonado por las damas de la corte cuzqueña en ocasión de los actos celebratorios del triunfo de Túpac Yupanqui sobre los Soras contiene: En la primera columna (A) aparece la forma subyacente del cantar; en la segunda (B) su versión normalizada y en la tercera (C) la traducción registrada por Betanzos, con ligeros reajustes:
A. Texto subyacente B. Texto normalizado C. Traducción
1. Inga Yupanki - Inga Yupanqui - Inca Yupanqui,
2. inti-na yuqa - intin yuca - hijo del sol,
3. Suraya marka - Sulay malca - A los soras
4. chipu-ra-ya-i - chimbulayi. - les puso borlas;
5. suraya marka - sulay malca - a los soras
6. aqsu-ra-ya-i - axculayi - les puso sayas,
7. ¡Ha, way, way; - ¡Ha, waya, waya; - ¡Tararara,
8. ha, way, way! ha, - waya, waya! - tararara!.

Analizando la lengua subyacente el texto no es quechua sino aymara. Entonces, podemos decir que ambas lenguas, más allá de los vocablos compartidos, tienen estructuras muy afines. (cf. Cerrón-Palomino 1994b).
Después de la aclaración, podemos señalar el carácter aymara del texto, incidiendo en sus aspectos léxicos, fonológicos y morfosintácticos.

PRESENCIA AYMARA EN EL ALTIPLANO.

La presencia de pueblos aymaraes –de lengua aymara- en el Collao y Charcas es reciente, en el siglo XVI. Su ingreso se habría producido unas tres centurias antes, al parecer de manera violenta, por conquista militar avanzando desde el norte hacia el sur-este a lo largo de la Cordillera Occidental de los Andes y se repartieron el territorio altiplánico posiblemente bajo forma de diversos señoríos o reinos; algunos mencionados por Bertonio son: Lupacas, Pacases, Carancas, Quillaguas, Charcas y otros.

SOBRE LA HISTORIA DE LA ESCRITURA DEL AYMARA:
A la llegada de los españoles, a parte de las lenguas de la costa norte, sierra central y del Collao, encontraron tres lenguas generales: Quechua, Aymara y Puquina.

Polo de Ondegardo es el primer cronista que habla del término aymara en el año de 1559. Según este cronista, preguntado a los indios de éstos lugares dijeron: “¿qué lengua hablan éstos indios?...” A ello, le contestaron: “... jaya mara aru arsupxi...” (hablan idioma del lejano tiempo). Esto dio lugar a la polémica etimología del término aymara que menciona Tarifa Ascarrunz.

En l584 aparecen algunos libros en quechua y aymara, destinados a la evangelización de los indios. Son catecismos, confesionarios o reglas que impartían los curas de indios, pequeños sermones y oraciones compuestas en castellano, en quechua y en aymara. Los Concilios Limeños de 1552, 1567 y 1583 estimularon la redacción de cartillas, coloquios, catecismos bilingües o trilingües. Estas cartillas, catecismos, sermonarios, rezos, himnarios y otros fueron publicados en cinco lenguas: Latín, castellano, quechua, aymara y puquina, que por los españoles eran considerados como lenguas generales. Éstos textos serían los primeros indicios que documentan el inicio de la escritura no sólo de aymara sino, también de quechua y puquina.

En 1612, se publicó “El primer Arte y Vocabulario” y el”Diccionario” de la lengua hablada por los Collas, a la que se llamó “aymara” se compuso en Juli por el padre Ludovico Bertonio y se imprimió probablemente en Lima, aunque con pie de imprenta en Juli, por Francisco del Canto.

El primer catedrático de Lenguas Generales, en la Universidad de San Marcos de Lima, que seguramente comprendía la enseñanza conjunta del quechua y del aymara, fue el doctor Juan de Balboa, natural de Lima, Examinador Sinodal de la Catedral y después Catedrático del curso de lengua de ella y el primer peruano graduado en San Marcos. La cátedra de quechua de la Universidad de Lima duró 200 años hasta que en circunstancias favorables se extinguió en el siglo XVIII, por un decreto del Virrey Jáuregui, el 29 de marzo de 1784.

En 1616, otro autor fue Diego de Torres Rubio, quechuista célebre, compuso un segundo “Arte de la Lengua Aymara”. En los siglos XVII y XVIII no prosperan los estudios sobre el aymara ni se cultiva literariamente la lengua con la frecuencia ni el esplendor que tuvo el quechua colonial. Apenas se conocen los sermones en aymara del P. Francisco Mercier y Guzmán en 1765.

En el Perú, en la región de Yauyos, principalmente en los pueblos de Tupe, Cachi y Huatán, ha sobrevivido una lengua llamada Kawki, que es considerada por algunos como dialecto aymara. Kawki significa ‘¿dónde?` en aymara. Uhle afirma que el kawki es puro aymara y Tello le encuentra afinidades con el puquina.

En 1939, en Lima se realizó el XXIII Congreso Indigenista Interamericano, para tratar de unificar las grafías de las lenguas aymara y quechua, aprueban emplear las mismas consonantes del castellano, con algunas duplicaciones de consonantes para los sonidos aspirados y glotales, así como de los post-velares.

En 1947, por primera vez, se dio un alfabeto con reconocimiento legal a las lenguas quechua y aymara, cuando el Ministerio de Educación aprobó dicho alfabeto, siendo su Ministro el Dr. Luis E. Valcárcel, que tenía base en el Alfabeto Fonético Internacional.

En 1954, en la ciudad de La Paz, Bolivia se llevó el III Congreso Indigenista Interamericano, también para aprobar el alfabeto de las lenguas quechua y aymara, pero tuvo algunas fallas como no tomar las variedades de las lenguas quechua y aymara.

En 1974, en Perú se funda el Instituto de Estudios Aymaras de Chucuito, donde se realizan estudios sobre las manifestaciones de la cultura aymara e impulsan la enseñanza de aymara para los misioneros. Más tarde se fundaría también la Academia Peruana de la Lengua Aymara de Puno.

En 1975, se da la Ley Nº 21156 de Oficialización de la Lengua Quechua con el propósito de “promover a superiores niveles de vida compatibles con la dignidad humana a los sectores menos favorecidas de la población”. Para su cumplimiento se dio la Resolución Ministerial Nº 4023-75-ED con alfabeto general.

En la actualidad, los estudios sobre la lengua aymara se realizan principalmente en el lado boliviano, en el Perú hay pocos estudios respecto a esta lengua. Los diccionarios publicados, que son solamente glosarios con traducciones de términos de aymara a castellano o viceversa, son mayormente de origen boliviano que peruano.

En la década de 1980, gracias al Convenio realizado entre la República Federal Alemana y el Perú, se implementó el Proyecto Experimental de Educación Bilingüe, publicándose textos escolares y libros de apoyo, tanto en quechua como en aymara para los estudiantes de primero a sexto grado de primaria.

Existe también, en Puno, la Escuela Post-grado en Lingüística Andina y Educación de la UNA-Puno, impulsado por PEEP-Puno, Convenio Perú-GTZ.

En octubre de 1983, en Lima, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad San Cristóbal de Huamanga de Ayacucho organizaron el “I Taller de Lectura y Escritura de Quechua y Aymara”, allí se planteó la primera forma de la escritura de quechua y aymara, usando 26 consonantes y 3 vocales para la lengua aymara. Los resultados de este Taller fue ratificado por otros eventoss realizados en Bolivia, Chile y Ecuador.

En el “I Taller de Lectura y Escritura de Quechua y Aymara” estuvieron presentes:

a. Las Universidades Nacionales de San Cristóbal de Huamanga, Trujillo, San Agustín de Arequipa, Universidad del Centro de Huancayo, San Antonio Abad de Cusco, San Marcos de Lima y CILA y departamento de Lingüística de San Marcos.
b. El Instituto Lingüístico de Verano, Academia Peruana de la Lengua Quechua, el Instituto de Estudios Aymaras, Instituto Geográfico Nacional, Consejo Indio de Sudamérica, Organización de Bases Aymaras, Amazónicas y Quechuas (OBBAQ) y la Prelatura de Juli.
c. Los Proyectos Experimentales de Educación Bilingüe de Puno y el Alto Napo.
d. INIDE, Institutos Superiores Pedagógicos de Puno y Huancavelica, Dirección de Alfabetización del Ministerio de Educación y el CENEAR.

Según el informe N° 56-DIGEPSE/DIES-85 de 31-10-85 manifiesta “En principio, la propuesta del “I Taller de Escritura Quechua y Aymara es valedera…”, y el Oficio N° 1186-DIGEPSE/S-85 del 14-11-85 del Director General de Educación Primaria y Secundaria, con visación del señor Vice Ministro de Educación se OFICIALIZA EL ALFABETO QUECHUA Y AYMARA, ASÍ COMO LAS NORMAS DE ORTOGRAFÍA Y PUNTUACIÓN, bajo la RESOLUCIÓN MINISTERIAL N° 1218-85-ED. Siendo Ministro de Educación Grover Pango Vildoso.

En 1989, se implementó otro Proyecto llamado Educación Rural Andina –ERA, que debía continuar con el desarrollo de Educación Bilingüe Intercultural; para lo cual, publicó textos escolares de primero a sexto grados de educación primaria. Funcionó tanto en Puno como en Cuzco, pero su trabajo terminó hacia el año de 1975.

Actualmente, a partir del año de 1996 el Ministerio de Educación, primero a través de la Unidad de Educación Bilingüe Intercultural UNEBI; luego por la Dirección Nacional de Educación Bilingüe Intercultural DINEBI realiza capacitaciones a los docentes de todo el Perú que trabajan en las zonas de habla quechua, aymara y en la amazonía.

BASES LEGALES SOBRE QUECHUA Y AYMARA:

- Constitución Política del Perú: Art. 2, Inc. 19; Arts. 17 y 48
- Ley General de Educación: D.L. Nro. 23384; Arts. 4 y 5
- Nueva Ley de Educación: D.L. Nro. 28044; Arts. 17, 18, 19 Y 20.
- Código de los niños y adolescentes: D.L. Nro. 26102. Título Preliminar: Arts. 19 y 15
- Reglamento de Educación Primaria: D.S. 03-83-ED. Art. 35
- Reglamento de Organizaciones y Funciones del Ministerio de Educación: D.S. Nro. 002-96-ED. Art. 8, Inc. 1
- Resolución Vice-Ministerial: 025-96-ED
- El Convenio Nº 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales. Ratificado por el Perú por Resolución Legislativa 26253 del 5 de e de 1993, en su Artículo 27 dice: Los gobiernos deberán reconocer el derecho a esos pueblos a crear sus propias instituciones y medios de educación.
- Declaración Universal de los Derechos Humanos.
- La convención de los Derechos del niño. Ratificado por el Perú por Resolución Legislativa Nro. 25278 del 03-08-90
- El Tratado de Cooperación Amazónica del 03-07-78
- El Decenio Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo 1995-2004. Los Estados miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas, incluyendo el Perú adoptaron este decenio con la finalidad de hacer tomar conciencia de la realidad multicultural de todas las sociedades del mundo y respetar y valorar las diversidades étnicas, culturales y lingüísticas.

IDENTIDAD LINGÜÍSTICA Y NIVELES DE LA LENGUA AYMARA

Por proceso de migración, algunos aymaras, han renunciado a la lengua aymara. En las grandes ciudades de la costa y sierra, como en el caso de Lima, Arequipa, Tacna, Moquegua, etc. Mayormente prefieren usar la lengua castellana y niegan a su lengua materna. En todo caso no existe la correspondencia en la realidad lo cual se manifiesta claramente en casos de pérdida lingüística y cambios culturales. Aunque algunos se sienten ligados afectivamente a determinadas tradiciones de su lugar de origen, en la vida cotidiana, sin embargo, han renunciado al uso del aymara. Esto no significa necesariamente una renuncia a la identidad. De todos los elementos culturales parece ser que la lengua es uno de los primeros a los que se renuncia sin que ello modifique en principio la identificación con la cultura de origen.

La lengua no puede jugar el mismo rol, sobre todo para hablantes bilingües, en la formación de la identidad, como en una situación de igualdad, de derechos de dos lenguas y culturas en un contexto nacional. El estado y, en especial, el sistema educativo deben crear un espacio social para las lenguas andinas y amazónicas a fin de posibilitar a sus hablantes identificarse conscientemente con su lengua materna El desarrollo cultural no es independiente del lingüístico. Muchas veces se ha dicho que la fuerza de la cultura andina está dada por su capacidad para recrearse y reproducirse, aprovechando elementos que no le son propios y aún perdiendo la lengua que la vehicula y asumiendo el castellano como nuevo instrumento de recreación.

No hay comentarios: