lunes, 10 de mayo de 2010

Lectura de “Coca”, de Alfredo Herrera Flores


Escribe: Hans Fernández*

En estas líneas me gustaría muy brevemente relacionar algunos aspectos de la poesía de Alfredo Herrera –específicamente de su poemario Coca- con la de los poetas mapuches de Chile, en particular de Leonel Lienlaf y de su libro Se ha despertado el ave de mi corazón (1989). Creo que ambos escritores en estos poemarios se vinculan en el esfuerzo por recrear aspectos cosmovisivos de sociedades autóctonas de sus respectivos países.

El poemario Coca de Alfredo Herrera pone en escena a un lector de hojas de coca que reflexiona sobre la actividad que realiza y sobre el futuro. Además, en los cuatro poemas que componen el texto se recrea un texto mayor: el de la ceremonia religiosa que tiene lugar en el marco de la oralidad. Así, el poemario Coca finge un texto oral: el del ritual con las hojas, en que participan varias personas con determinadas funciones, y en el cual se organizan las hojas sagradas de una manera específica sobre un textil.

También en este poemario participa de manera muy activa la vista, pues leemos el poema sobre la coca como el especialista andino lee las hojas. “Tenemos los ojos cansados de mirar”, señala Herrera enfatizando el aspecto visual de su poesía y de la actividad del lector de las hojas. De esta forma, en su juego estético, el poeta traslada contenidos culturales andinos a una forma estética propia de las vanguardias literarias: el juego espacial con las palabras, el llamado caligrama.

Por su parte, el poeta mapuche Leonel Lienlaf, que pertenece a una generación de escritores mapuches bilingües, en su libro escrito en mapudungún y castellano Se ha despertado el ave de mi corazón también traslada contenidos culturales centrales de la sociedad mapuche a la forma textual del poema para ponerlos al alcance del público hispanohablante. En la versión en lengua mapudungún, Lienlaf inscribe cantos tradicionales de su cultura, es decir, textos propiamente mapuches, pues en ella –como el mismo Lienlaf ha puesto de relieve- los poemas son poemas cantados.

Este libro, en particular, expresa la crisis que atraviesa la sociedad mapuche actual debido al contacto cultural con la sociedad chilena: la pérdida de identidad por la asimilación de formas de vida no mapuches. El sujeto lírico en este poemario fingiendo que la tierra –centro del universo religioso mapuche- le comunica su dolor, expresa tal crisis, y propone en su libro formas de sanación de su cultura, planteando la necesidad de recuperación de la relación con los dioses, con la tierra, con la naturaleza y de los valores propios de los mapuches.

La especialista mapuche que se encarga de retornar al equilibrio las crisis emocionales, sociales y culturales es la llamada machi, quien, a través de un timbal cóncavo, llamado kultrún, puede diagnosticar las causas de las crisis y además extraer las “enfermedades” que las han ocasionado. Según la antropóloga chilena María Ester Grebe, el kultrún, representa el cosmos mapuche, con cada una de sus divisiones espaciales.

Así, el libro de Leonel Lienlaf recupera elementos centrales de la religiosidad mapuche, expresa la crisis identitaria y además hace hincapié en recobrar los valores tradicionales. Me parece que su libro metafóricamente se equipara a un kultrún, que es tocado para sacar de la crisis a su cultura. Incluso el libro se organiza en cuatro partes, de la misma manera que la superficie del kultrún.

Por ende, creo que tanto el poemario de Herrera como el de Lienlaf ponen en el centro a través de la ficción poética prácticas que tienen lugar en la oralidad: el ritual de lectura de las hojas de coca, las ofrendas, los cantos y el toque de kultrún, trasladando así contenidos culturales de las sociedades autóctonas de sus respectivos países al formato de la poesía escrita en castellano.

*Escritor chileno, actualmente hace un doctorado en Alemania, desde donde envía este texto especial para Los Andes.

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