domingo, 23 de mayo de 2010

La muerte nos ha arrancado a otro Valcárcel, al “poeta prefecto”


Escribe: José Luis Velásquez Garambel

El diario Los Andes y la región de Puno están de luto, Alberto Valcárcel Acuña (Juliaca, 25 de mayo de 1944), uno de los poetas puneños de mayor calidez humana, falleció ayer en la ciudad de Arequipa a las 15 horas.

La noticia nos abruma y el dolor no se puede contener, un hermano mayor de la poesía ha partido y el sabor ingrato, en Puno, de no haberlo reconocido ni homenajeado, de no poder compartir más la vitalidad de su voz estrangula al espíritu, y uno no puede imaginarse que la bondad del poeta no estará más para con los menores, ha vencido el negro rostro de esa enfermedad que lo aquejaba y de la que no pudo librarse.
Hace pocas semanas el antropólogo Juan Palao, luego de visitarlo en la ciudad de Arequipa, reclamaba que los escritores de Puno debiéramos visitarlo y efectuarle un pequeño homenaje para reanimarlo, devolverle la vitalidad, nunca se hizo, ahora es tarde, nuestra sensibilidad ya no podrá alcanzarlo y ningún reconocimiento u homenaje tendrán sentido. Con esta ausencia ha ganado la abulia del estado y la cultura está de luto, un soldado de la sensibilidad humana y la metáfora ha partido para no volver. Pero sus cantos no se han extraviado y han volcado en vida, en esperanza, por eso Alberto no ha arado en el desierto de la indiferencia porque ha inyectado la sangre de sus cantos en las nuevas generaciones.
Pude conversar con él hace dos semanas, entonces se podía sentir su fuerza telúrica, la nitidez de su corazón y el buen deseo que tenía para nuestro Puno querido. En esa ocasión me pidió salude de su parte a Jorge Florez, Feliciano Padilla y Boris Espezua, se hallaba emocionado con el premio reciente de Boris, manifestó que Puno se merecía todavía mucho más. Incluso en medio de su mal deseaba volver a Puno, respirar su aire, ver el lago y sumergirse en él, quería besar esta tierra y no pudo hacerlo.
Hay un hecho singular en Alberto Valcárcel, su humanidad es conocida por los poetas y creo que no cometo ninguna imprudencia en contarlo, porque esto pinta su espíritu, aunque altere un poco lo ocurrido, el hecho trata de un poeta conocido y muy querido en todo el Perú.
Hará ya más de tres décadas en que un poeta había sido acusado injustamente de asalto a un Banco, sucesos que dejamos a la imaginación del lector y a las anécdotas que sus amigos guardamos de él. Vayamos ahora al entremés, el poeta este huyó a un pueblito alejado en la sierra debido a que sobre él corría una orden de captura, eran tiempos de reclamos sobre los movimientos obreros en nuestro país y de los conflictos campesinos. El acusado se dirigió al despacho del prefecto y tocó la puerta, ambos se abrazaron, pues los dos eran poetas y la única religión para ambos eran el sentido y la sensibilidad humanos y claro, la comunión en la metáfora y en la pureza de la palabra. Alberto lo acogió, le brindó la calidez de su amistad y la de su hogar, y lo defendió, pues le consiguió un puestito de secretario en la misma prefectura, ya que nadie dudaría de un prefecto, además, la prefectura sería el único lugar en el que no podrían encontrar al infausto poeta acusado injustamente. Por demás está decir que el prófugo se desempeñó eficientemente en esta dependencia del estado durante un buen período, pues la creatividad y la pulcritud de los documentos redactados por él pueden bien servir como pruebas de buena fe.
Alberto, a estas horas las golondrinas ni los golondrinos cantan, tu fe la está cuidando un niño que juega con la esperanza, tu alegría está zurciendo a las palabras tristes que puedan decirse en este momento en el que has partido… y todas las palabras se van contigo. Hoy el dolor se hace universo en el corazón de los que te quisieron, tu voz se ha unido al grito de tu Vilcapaza, de tu Tupac Amaru, de todos tus cantos que son alimento de la esperanza de tu pueblo.
Hermano mayor, tú no has muerto, estás esperándonos en ese pedazo de cielo que el eterno diera a los poetas, estás vivo como tu palabra porque palpitas en las metáforas de tus amigos.

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