domingo, 19 de diciembre de 2010

La fama de los escritores y novelistas cartógrafos


Escribe: MOSHÓ

Hubo una vez un filosofo alemán que predijo la “decadencia de occidente”, se llamaba Oswal Spengler, pero este occidente, (la vieja Europa) sobrevivió no solo a Spengler sino, también una segunda guerra mundial aunque pagando, el terrible precio de innúmeras victimas y una dolorosa división. El agudo escritor alemán Kurt Tucholsky escribía en los legendarios años veinte “los alemanes no han inventado la pólvora pero si en cambio la filosofía de la pólvora”. Esta era una interpretación personal y satírica de la difundida convicción de que los hombres geniales, los inventores, no han desaparecido de la tierra.

Viven y pueden o son mejores que los primeros, y que las fuerzas culturales, las fuerzas creadoras no pueden ser ordenadas o compradas a voluntad o son propiedad absoluta en el lugar donde se dimanan. Es el caso del novelista peruano – español Mario Vargas Llosa que en estos últimos días dijo con el corazón en la mano “YO SOY EL PERÚ”, después de recibir una llamada telefónica del secretario general de la Academia Sueca anunciándole que había ganado el premio Nobel de Literatura 2010.

Nadie piensa ni discute el premio que recibió, pues, sabemos que sus obras son de lo mejor que se ha escrito en el mundo en los últimos cuarenta años. Sus novelas son producto de un creador genial, de un escritor enfermizamente metódico y de un habitante de los predios de la controversia y la polémica pero ¿el ha creado esa literatura? Digo que no, que fue el Perú, Latinoamérica que lo ha formado así.

Mario Vargas Llosa dijo hace tiempo a los mass media: “hay escritores que tienen la suerte de ser inspirados, pero escribir me cuesta trabajo, perseverancia”; nos ha demostrado que lo suyo no viene de la etérica inspiración sino de la investigación de hechos históricos y de ahí, su abstracción, su composición, y naturalmente el talento que hace crear obras geniales como las que fueron de Goya, de los muralistas mexicanos, de Picasso en la Guernica. Mario nos ha dibujado el Perú desde el poder, el Perú de subastadores baladronados y perversos y a falta de oportunidades de trabajo un Perú de prostitutas tiernas; el novelista nos hace ver a universitarios idealistas, pintores puteros, guerrilleros alucinados. Después del Perú, nos hace ver una América de la exuberancia, de la locura y la genialidad. Sus novelas nos obligan a hacer de este mundo un mejor lugar, más humano y tal ves más justo. Y dentro de esta dimensión, Mario Vargas Llosa al recibir en 1967 en Venezuela el premio “ROMULO GALLEGOS”, ante el mundo y de entre miles de poetas sacó del anonimato a otro genial hombre como él, a un poeta ¿Quién fue aquel aedo que le habría deslumbrado? Carlos Oquendo de Amat ¡Un puneño! El que es estudiado hoy obligadamente dentro de la literatura universal.

Mario, el Perú te quiere. Puno mejor, después de recibir el premio, vuelve a mi tierra que te recibiremos entre truenos y relámpagos, es decir, con la fiesta de los dioses estelares.

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