domingo, 6 de junio de 2010
Literatura regional: avances y desencanto
Escribe: Por: Alfredo Herrera Flores*
Con motivo de un coloquio sobre literatura organizado por estudiantes de la Universidad San Antonio de Abad hace unas semanas en Cusco, en el que participaron escritores de Arequipa, Puno y Cusco, especialmente, y tuvo destacada participación la delegación de la Universidad Nacional del Altiplano de Puno, presenté una ponencia respecto a la enseñanza de la literatura regional en colegios y universidades y el desencanto que estaríamos experimentando al no hacerse realidad este objetivo, a pesar de que se están haciendo importantes esfuerzos para lograrlo.
La idea del desencanto se explica fácilmente al notar, de manera objetiva, que no se ha avanzado mucho en generar en los estudiantes de educación básica, y luego de educación superior, un interés en la literatura en general, y en la literatura que se produce en nuestras regiones, en particular. Si bien es cierto hay importantes aportes, y la región Puno es una de las que mayores esfuerzos ha hecho al respecto, es claro y oportuno, también, reconocer que éstos no son, aún, lo suficientemente sólidos y pedagógicamente adecuados.
Indudablemente Puno es, desde hace mucho tiempo, uno de los centros urbanos de donde se ha irradiado gran parte de la cultura y pensamiento que ha marcado el ritmo de desarrollo intelectual del país. Sería ocioso, en este caso, repasar la historia desde tiempos preincas, para confirmar esta hipótesis, pero es importante reiterarlo para comprender que así como se ha aportado para la consolidación de una cultura nacional, se deben hacer hoy más esfuerzos para que la formación escolar y universitaria de nuestros niños y jóvenes sea coherente, moderna, flexible y con visión de futuro.
La literatura es uno de los vehículos más eficaces para el fortalecimiento de nuestra identidad, para la transmisión ideas y para tener una mayor visión de la realidad. Sin embargo, es una de las disciplinas que menor importancia tiene en los esquemas curriculares de educación básica y universitaria. La literatura regional, en particular, ayudaría mucho más no solo a entender la realidad, sino a transformarla, porque a través de ella se refleja el espíritu de nuestros pueblos.
Probablemente Puno sea una de las regiones que más ha estudiado su propia literatura respecto a otros centros culturales importantes como Trujillo, Arequipa, Cusco o Iquitos. Como muestra, en la última década se han publicado casi una veintena de libros que analizan el proceso de la literatura regional o que recopilan de manera antológica la producción de sus escritores, lo que ya es sobresaliente en un país que no acostumbra a publicar mucho, que no tiene adecuadas políticas editoriales y lee poco.
Entre los títulos más notables que se han publicado y que ayudan en gran medida a conocer y comprender la literatura puneña mencionaremos por ejemplo, a vuelo de pájaro, la “Antología comentada de la literatura puneña” y “Contra encantamientos y malos presagios”, de Feliciano Padilla, “Literatura puneña para educación secundaria”, de Percy Zaga Bustinza, “10 años de literatura puneña”, de Jorge Flórez-Aybar, “Aquí no falta nadie, antología de la poesía puneña”, de Walter Bedregal, “Literatura y cultura aymara”, de José Luis Ayala, “Antología de la poesía puneña”, de Omar Aramayo, la antología de la poesía de Efraín Miranda por Gonzalo Espino, los volúmenes sobre literatura del Proyecto Educativo Regional, además de ensayos y artículos que se han publicado en revistas como Apumarca, Consejero del Lobo y diarios locales como Los Andes.
Cabe destacar en un punto aparte, la publicación de poemas y cuentos que se han hecho en los últimos años por parte de profesores y alumnos del colegio nacional mixto Juan Bustamante, de Lampa, un esfuerzo editorial que, más allá de la difusión de estos trabajos, lo importante es el acercamiento que tienen los niños y jóvenes a la literatura, que es precisamente una de las formas más efectivas de enseñar literatura regional. Esta provincia ha aportado también, a pesar de las lamentables dificultades de organización y financiamiento propios de una institución pública, con el desarrollo de encuentros de escritores, logrando ponerse en el centro cultural del sur.
Sin embargo, de todo este conjunto, el libro de Percy Zaga es el que está escrito específicamente para educación secundaria, y a través de él podremos experimentar el desencanto de ver que estos esfuerzos aún no dan sus frutos. Recordemos que el desencanto es un sentimiento que se manifiesta al no tener lo que hemos anhelado, ansiado, deseado o ambicionado, a pesar de haber hecho algo para alcanzarlo. Por varios años, desde las regiones y desde la voz de algunos estudiosos en la capital, tanto en círculos académicos como extraoficiales, hemos impulsado la literatura regional como un elemento imprescindible en la formación de nuestro imaginario nacional, y hemos puesto la mirada en nuestras regiones para consolidar el discurso, o por lo menos ponerlo en práctica, aún no sabemos cuánto éxito hemos tenido.
Aparecen entonces, como fantasmas aguafiestas, algunas preguntas. ¿Cuántos profesores de literatura de educación básica han leído el libro de Zaga y lo han aplicado a su currícula? ¿En qué medida las universidades o institutos superiores estudian los libros de análisis y antologías poéticas para fomentar creación y crítica entre sus alumnos? (Abro paréntesis para recordar que cuando se organizó un taller de creación poética en la Universidad del Altiplano los propios profesores boicotearon la actividad impidiendo que los alumnos interesados asistan y que, entre los inscritos, los más entusiastas eran alumnos de ingeniería) ¿Qué mecanismos de seguimiento se han empleado para verificar que la literatura regional es conocida por los profesores y si éstos han sido capacitados para aplicarla? ¿Están los estudiantes de secundaria medianamente informados sobre nuestra literatura regional? ¿Cuánto han hecho el gobierno regional y los gobiernos regionales para alentar la literatura regional? (vana pregunta).
Tal vez para quienes observamos nuestra realidad desde otras latitudes y hacemos lo que está a nuestro alcance estas preguntas sean, precisamente aguafiestas, pero mientras no sean respondidas seguirán alimentando nuestra desilusión, nuestro desaliento. Tal vez sea la desidia de nuestras autoridades y profesores lo que genera este vacío pedagógico, o tal vez sea nuestra propia apatía e inmadurez lo no permite que hagamos bien las cosas (el libro de Zaga, por ejemplo, carece de una elemental bibliografía, aunque menciona títulos y ediciones, y usa un lenguaje difícil para los estudiantes que recién se internan o se interesan en la literatura, criterios básicos que se deberían revisar).
A pesar de todo, del desaliento y el desánimo, seguiremos viendo con mucha convicción, con una fe inquebrantable en el espíritu intelectual y artístico de los puneños, y una esperanza infinita en nuestros jóvenes, la posibilidad de que miremos con más seriedad nuestro entorno para comprender el mundo, de repasar nuestros errores y no volverlos a cometer, de tener la memoria fresca para saber por dónde ir y venir, y escribir con la seguridad de que las palabras no se las llevará el viento y que el desencanto, como el círculo en el que siempre empezamos de nuevo, se volverá optimismo.
*www.lasillaprestada.blogspot.com
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