domingo, 20 de junio de 2010

Antonio Cisneros y el premio Pablo Neruda


Escribe: Boris Espezúa Salmón

La noticia fue grata, que por segundo año consecutivo ganara un peruano el prestigioso premio “Pablo Neruda”, que esta vez recayó en Antonio Cisneros, después que lo ganó anteriormente Carlos Germán Belli. Aparte de los 30,000 dólares que es el monto pecuniario del premio, significa el reconocimiento a una obra realizada en forma sostenible que como en el caso de Cisneros se mantuvo estable en su nivel poético desde sus inicios con los poemarios Destierro (1961) David (1962) y Comentarios Reales (1964) en total Antonio Cisneros ha publicado diez poemarios, además de los nombrados: Canto ceremonial contra un oso hormiguero (1968), Agua que no haz de beber (1971), Como higuera en un campo de golf (1972), El libro de Dios y los húngaros (1978), Crónica del niño Jesús de Chilca (1981), Monólogo de la casta Susana(1986), y las inmensa preguntas celestas(1992). Es recordado además por haber dirigido en la década del ochenta el semanario cultural El Caballo Rojo y de haber ganado el concurso Casa de las Américas en 1980, sus poemarios han sido traducidos en muchos idiomas y es uno de los poetas mayores que nos representa al Perú en muchos eventos internacionales, por lo que tiene merecido el premio obtenido recientemente en Chile.

Estando en la década del ochenta en San Marcos, fui alumno libre del curso de Literatura Hispanoamericana que dictaba Antonio Cisneros, recuerdo su entusiasmo en clases donde hablaba de Lezama Lima, Nicanor Parra y Ernesto Cardenal, fuimos como sus hinchas cuando se presentaba en recitales y sin ocultar su posición de izquierda, criticaba a los políticos por carecer de cultura y sensibilidad social, también cuestionaba al grupo Hora Zero por ser demasiado estridente, alguna vez como ha quedado registrado en las cartas que se enviaron entre la generación del 60 y los del 70, Antonio Cisneros le respondió a Enrique Verástegui, Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz, que sus ascensos a la escena literaria ya era notoria, pero, que debían de dejar de hacer mucho ruido, y ahora deberían ponerse a escribir, quizás con ello es que Verástegui, Mora y el propio Pimentel como los más representativos del grupos Horazeriano, mostraron posteriormente poemarios de calidad como” En los extramuros del mundo”, “ Palomino” y “ Oración frente a un plato de col”. Una característica de Cisneros era hablar sin pelos en la lengua. En una ocasión cuando vino a Lima el crítico Ángel Rama, que fue uno de los primeros filósofos en reflexionar una auténtica filosofía Latinoamericana, Cisneros públicamente le reprochó sus devaneos con el imperialismo, advirtiéndole de no traicionar sus ideas a favor de una autonomía e independencia del continente, pero así como era cuestionador también era justo en exaltar los méritos de las personas de valía. En un homenaje al padre Gustavo Gutiérrez, que le brindó la Universidad San Marcos, tuvo palabras elogiosas a favor de él comparándolo como uno de los grandes hombres de nuestro tiempo a nivel mundial.

Personalmente debo confesar que en cuanto a su poesía, que ya traía la influencia del coloquialismo de Eliot y de Pound, Antonio Cisneros en su poética inicial es genuinamente peruano y casi reencarna una memoria histórica, porque en libros como Comentarios Reales, donde hace una crítica a la historia oficial, es un artesano de la palabra, minimalista y utiliza bien el Materialismo Histórico a lo Brecht, Cisneros describe con ácido humor a los héroes exaltando a los desterrados de la historia, hace hablar a sus protagonistas emblemáticos, con una textura poética dialogante, destaca desde una visión singular un repaso de la historia de nuestro antepasados Incas, después sus libros se volverán más cotidianos, experimentales, épicos, vinculados un tanto a la religión, intimistas, ideológicos y se alejaría de ese temario de la historia, sin embargo serán siempre memorables versos de Comentarios Reales de poemas como “Antiguo Perú” Leemos: “ Con ramas de huarango / espantaban las moscas que crecían / sobre el pecho de sus muertos. En las piedras del templo, viejos curacas hacían el amor / con las viudas y un sol enrojecido / achicarraba los huesos de sus hijos”. O de otro poema que alude a nuestros artesanos de Pucará tenemos el poema “Historia de este Toro”: “Después de los festejos, su abuelo / buscó la tierra que crecía / cerca del agua, hizo fuerte de barro al toro viejo. A pesar de los soldados, de su lanza / de su sombra embistiendo / entre la paja, alto de adornos / hizo duro y de fiesta al manso Toro” Estos versos tienen el sentido de la parábola, rotan de magia una realidad, una memoria en la conciencia donde la poesía cumple una función suprasocial bajo una prueba de identidad con una emoción templada en las palabras, que hace que Cisneros sea un poeta profundo de una voz permanente en nuestra poesía.

Como todo poeta, las incomprensiones de su quehacer intelectual por parte del marginamiento del Estado y de la Sociedad hace que el creador tenga sus reticencias sociales y vuelva al ámbito familiar, en los últimos años Cisneros hizo una vida más familiar, siendo un marxista consumado en el trabajo público de donde como él señalaba, el poeta tiene que sobrevivir, solamente laborando las horas legales, debiendo dedicarse por entero a la lectura y a la creación donde uno dependía no de Marx, sino de Dios y del oficio sudoroso de la creación. Sin embargo en 1996, La Editora Perú que es del Estado y edita el diario oficial “El Peruano” preparó una antología de su poesía, titulado “Poesía Reunida” donde se hace una importante selección de sus libros de poesía, y una valoración poética por parte de Julio Ortega. La posición política de Antonio Cisneros hizo que se mantuviera distante de las bondades que otros gozaban de su postura gobiernista, en ese sentido fue consecuente y antepuso la dignidad antes que el interés palaciego, de su libro “Canto ceremonial contra un osos hormiguero” que obtuvo el premio Casa de las Américas en 1980, leemos un verso del poema: “ Karl Marx Died”, “ Todavía estoy a tiempo de recordar la casa de mi tía abuela y ese par de grabados / Eran los hombres de buena voluntad y de orejas limpias / Y eso que el viejo Marx no cumplía los veinte años de edad bajo esta yerba / las damas temieron algo más que una mano en las nalgas y los caballeros pudieron sospechar que la locomotora a vapor ya no era más el rostro de la felicidad universal / Así fue, y estoy en deuda contigo viejo Marx, viejo aguafiestas”. Esta irreverencia y a la vez cariño a creador del socialismo científico, revela el estilo de Cisneros, siempre a la zaga de causar asombro, con lo anecdótico, lo irónico, donde el sujeto del habla es un entrometido, quien sin perder la ponderación nos hace ver las intrincadas redes del poder, de una realidad en crisis, donde finalmente el amor, la filiación ideológica, el humor y la fe en uno mismo es nuestra salvación. Pablo Neruda se sentiría complacido, así como cuando conoció Machu Picchu al saber que los peruanos, tienen poesía de alto nivel como el Pichu Picchu altivo ante el mundo.

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