lunes, 28 de junio de 2010
Utawilaya: la primera escuela en el ande peruano en su primer centenario
Escribe: Justo Sosa Arohuanca
A lo largo de la historia se gestaron trascendentales acontecimientos. La presencia de personalidades sobresalientes como Carlomagno, las lumbreras de la Revolución Francesa, de la Gran Revolución Rusa, la independencia de las trece colonias norteamericanas, de las gestas de Pancho Villa y Benito Juárez en tierras aztecas, de José Martí y Castro en Cuba entre otros. Avanzando un poco más el carro de la historia, encontramos la Revolución Eléctrica en lo que posteriormente se llamará Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que finalmente se ha desintegrado por tratarse de la obra humana de unificación, pero lo trascendente del caso es que con la llegada del servicio del alumbrado eléctrico empezaron a desarrollar los pueblos, de ahí el nombre de Revolución Eléctrica.
En el coloso China, el indiscutible líder Mao Tse Tung, conocido después como Mao Zedong, edificó los cimientos de una sociedad moderna para que millones y millones de chinos se jacten de ser un país próspero y desarrollado, porque en alrededor de cincuenta años, de la peor forma de atraso y de ignorancia, pasan a ser vanguardia de prosperidad en base a la Revolución Cultural, en el que juega un rol decisivo la educación por el trabajo, en términos similares a los planteados por el maestro José Antonio Encinas.
En el caso del Perú, las gestas de Túpac Amaru y familia y otros gritos de libertad que se dejaron escuchar especialmente en la región andina, tienen un valor incalculable, pese a que el libertador fue un personaje acomodado y de buena posesión económica y español por la línea materna. El movimiento de la Independencia, sin dejar de valorar el patriotismo del generalísimo don José de San Martín, finalmente termina siendo casi formal con respecto al dominio del invasor español. Muchos comentaristas sostienen que las últimas batallas fueron pura formalidad, a efecto de que el Virrey y sus huestes se retiren sin ser dañados, como que en efecto así fue.
Según el gran Amauta José Carlos Mariátegui, concordando con la postura de Manuel Gonzáles Prada, la invasión española, mal llamado descubrimiento, se ha caracterizado por ser un movimiento de cruzada con connotaciones militares y eclesiásticas. En efecto, uno de los socios como viene a ser Hernando de Luque, se embarcó en el Puerto de los Palos sosteniendo una cruz en sus brazos y el otro fraile como es Valverde, propicia y logra el asesinato alevoso y con gran crueldad de Atahualpa, al puro estilo de la Santa Inquisición, tales hechos marcaron con sangre cada paso de los invasores. El objetivo final es el saqueo de nuestras riquezas por siglos, la implantación de una fe que en nada se parece al Cristianismo y el colonialismo mental a través del apoderamiento de todo lo que se llama sector Educación.
Es sabido por todos, que dentro del contexto anotado, en Lima y las principales ciudades se abren conventos y que estos conventos se convertirán en centros de estudios para posteriormente convertirse inclusive en universidades que a simple vista se les identifica por llevar nombres de sus santos como San Marcos, San Cristóbal, San Antonio Abad, San Agustín etc. desde luego para la educación clerical de las élites, especialmente en los campos de Teología y Derecho. En Teología, para consolidar desde el púlpito, el dominio espiritual favorable a la colonia y el Derecho, a efecto de que los abogados encuentren como una de las principales ocupaciones el de falsificar documentos para que todas las tierras pasen a favor de los hacendados, la iglesia y grandes élites, hasta que finalmente aparecerá un nuevo libertador como es Juan Velazco Alvarado para proclamar en la década del 70 “tierra para quién la trabaja”.
En lo que respecta al ande peruano, simplemente estaba prohibido el saber leer y escribir. Toda vez que no era conveniente para el hacendado y los intereses del cura del pueblo que por lo general convivían como resultado de la invasión y la colonia. Los campesinos del ande peruano, estaban condenados a obedecer, masticar la coca y consumir el licor en las nuevas fiestas, luego de participar de la misa; se les asignó para cada pueblo un santo o santa para que participen en una fiesta patronal y con la obligación de pasar de alferados bajo el apercibimiento de ser torturados y excomulgados si es que no aceptaban, para eso era la inquisición.
No es necesario constituirse en Lima para quedar asombrados al ver los mecanismos para matar, visitando el local de la Santa Inquisición junto al local del Congreso de la República, usted, simplemente vaya a Juli, allí encontrará el local de la Santa Inquisición por ello Juli es una ciudad muy católica, lo propio sucedió en Lampa y otras poblaciones. Eso mismo sucedió en Cusco y Ayacucho, donde sus pobladores fueron sumidos en la peor ignorancia, pues bastará contar cuántas iglesias se han construido para tal fin. Al poblador cusqueño se le obligó inclusive a vestirse como español, se le colocó un chaleco de torero y un pantaloncillo apretado como cohete pero solamente hasta la altura de las rodillas y en su ignorancia más de uno seguirá creyendo que eso heredó de sus ancestros incas.
En el altiplano, alguien tenía que pensar en la libertad de su raza, en efecto, a Manuel Z. Camacho, allá por el histórico Platería, se le ilumina la mente para ver libres a sus lugartenientes; hizo una serie de intentos pidiendo la ayuda infructuosa por acá y por allá, hasta que se le ocurre emprender la titánica tarea de constituirse en Arequipa y finalmente en Lima al tener noticias de que existían gringos de otra religión que eran amantes de la cultura y que sí eran cristianos amantes de la libertad de los hombre, y de la igualdad entre ellos.
De alguna parte tenía que venir el libertador y así es como, llega a Platería, cuna de la libertad del poblador del ande peruano, el pastor Fernando Stahl natural de Michigan EE.UU y su esposa Ana, desde luego precedidos por otros misioneros adventistas en materia de gestión. La llegada de estos misioneros, representan la luz en los andes, el grito de libertad para los aymaras que luego se extenderá a la zona quechua; la presencia del evangelio, significa alfabetización, cambio de forma de ser; representa dejar el vicio como el alcohol, el cigarro, la coca, aunque quienes no abrazan el evangelio sigan practicando tales vicios, pero esta vez, a sabiendas de lo pernicioso que son.
Como es lógico, la presencia del misionero adventista norteamericano, luego la aparición en la escena, de otro valuarte como es el argentino Kalbermater, con un mensaje y acciones similares esta vez en la zona quechua, colmaron la paciencia de los opresores, porque ello significaría a la postre, menos populachos en sus fiestas patronales, menos consumo de licor y coca para quienes se dedicaban y dedican a esos negocios y la preocupación principal, el dominio del colonizador en base a la ignorancia de los pobladores tendría su fin.
La primera escuelita construida en el lugar llamada Utawilaya en el actual distrito de Platería en el año de 1902, ha sido destrozado en más de una oportunidad por turbas de gentes en estado de ebriedad encabezados por el mismo sacerdote y los hacendados, obligándolos muchas veces a que las clases de dicten en alguna cueva en las alturas en forma totalmente clandestina. Los primeros frutos se dejaron apreciar en el cambio radical en la forma de ser del campesino: empezaron a preparar mejor sus alimentos, vestirse mejor y limpio, porque se les enseñó a fabricar artesanalmente el jabón, pero, se ha consumado el mayor peligro para los fines de dominación: Que los “indios”, al aprender a leer y escribir, conocerían el verdadero evangelio de Cristo al tener acceso personalmente a las Sagradas Escrituras que hasta entonces y muchos tiempo después, ha sido de lectura prohibida.
El día sábado 19 del mes en curso, los herederos del pensamiento de Camacho, de Stahl, de Kalbermater; los que aprendieron a leer y escribir, los que finalmente leyeron la Biblia sin que nadie tergiverse su interpretación; los que en base al conocimiento van dejando el vicio; conmemoraron el primer centenario de la llegada de la luz al ande peruano, en una ceremonia en el mismo lugar donde se levantó la primera escuelita. El discurso central corrió a cargo de un militar de alta graduación quien dijo que los policías que alguna vez combatieron el evangelio en estas latitudes a instancia de gamonales y sacerdotes, hoy están empeñados en difundirlo.
No se ha mostrado mayor interés por parte de los principales dirigentes de Iglesia que tienen su sede principal en Lima. Nada se escuchó del otrora colegio legendario como era el Colegio Adventista del Titicaca de Chullunquiani que se ha convertido en una simple dependencia de la universidad limeña UPeU, ni por el propio Presidente de la Misión del Lago Titicaca, que como ave de paso, ni siquiera estuvo presente en estos actos conmemorativos, será porque el centralismo limeño aún prevalece hasta en esa esferas, pero mostraron júbilo los miembros de iglesia y aún los vecinos del lugar que siempre vieron con agrado la presencia adventista en el Ande Peruano.
Desde estas columnas, un saludo y congratulación al pueblo adventista en este primer centenario, lo propio haríamos con respecto a cualquier denominación religiosa con los mismos propósitos en aras al engrandecimiento de la Patria y la preservación de los valores que son necesarios rescatar
Periodismo cultural en los diarios
Escribe: José Luis Ayala
Este es un tema muy amplio y siempre constituye un riesgo tratar de resumir en pocas páginas, todo cuanto se ha escrito en varios libros, en diversas épocas y fue tratado por diversos autores. Sin embargo, no se puede hablar así nomás si es que por ejemplo no se acude, entre otras fuentes de información y estudio, al libro de Juan Gargurevich titulado: Historia de la prensa peruana (1594-1990).
Este tema no trata de evaluar el rol del periodismo practicado en los medios escritos de Lima durante los últimos años. La idea central tampoco es hacer un análisis del histórico rol que han cumplido o no las páginas culturales, ni analizar a los intelectuales y escritores que han tenido a su cargo comentar hechos culturales. Se trata más bien de auscultar hasta donde se pueda, la acción que cumplen las columnas o páginas culturales de la prensa escrita, en un trabajo en el cual la cultura prevalece, sin duda, un mundo en permanente conflicto. No es un mar tranquilo y sereno, es más un campo de permanente confrontación ideológica y si un analista niega ese hecho, significa que no percibe el tiempo histórico o que al cerrar los ojos, cree que es lo más cómodo y conveniente para mantener el status quo.
No vamos a referirnos a las revistas porque ese campo es muy amplio y requeriría más tiempo y espacio. Como se sabe, desde hace un buen tiempo, los grandes medios escritos reducen cada vez las columnas de opinión, pero de una manera especial las páginas culturales. Eso se debe a la necesidad de evadir el debate, eludir la crítica, alejarse del análisis, negar la información veraz a través de periodistas que entran en el juego. Eso no sucede por ejemplo con el diario Le Monde o Le Figaro, de París. Cada periodista escribe una columna de opinión o crítica y los lectores están acostumbrados a discrepar o aceptar lo que se escribe.
Si las páginas culturales en la prensa escrita de nuestro medio se mantienen, en forma diaria o a través de ediciones dominicales, viene a ser la expresión de una cultura elitista, es la manifestación de una permanente segregación con mentalidad colonial. Se trata también de ver a la cultura viva del Perú, desde una óptica a veces academicista, no siempre plural y constructiva. Pero no todo es decepcionante, hay críticos que se ocupan de darle la debida importancia por ejemplo a libros importantes escritos por poetas y narradores que radican en ciudades del interior del país.
Un rasgo común para no comprometerse con el Perú cultural esencial, es el hecho de que la mayoría (no todos por supuesto), de los responsables de las páginas culturales de los diarios, ahora acudan como fuente de información al Internet. Como se dice, voltean las noticias culturales internacionales más importantes y de esa manera, soslayan, esquivan y ningunean a los hechos que se producen en la cultura viva peruana. Ese es un síntoma de desprecio, de convertir en invisibles a los actores de la cultura en varios idiomas, regiones y estratificación, cuya dinámica, no obstante, es permanente y variada. Eso no significa que se debe dejar de lado los hechos culturales más importantes que acontecen en el mundo. Cómo no comentar por ejemplo el anuncio que de todos modos se abrirán las fosas comunes para rescatar la osamenta de Federico García Lorca, fusilado durante la guerra civil española y que le ha traído al juez Baltasar Garzón tanto odio y rencor, de parte de la ultra derecha española.
No es una novedad decir que informan mucho más acerca de lo que acontece en Lima y casi nada de la vida cultural nacional. No hay pintores, editores, escritores y acontecimientos culturales más importantes de lo que acontece en Lima. La cultivada ceguera cultural, la visión limeño centrista, no permite conocer a los nuevos poetas, novelistas, pintores y artistas que radican o trabajan en provincias, o a los más jóvenes que no son favorecidos por las editoras transnacionales. Bastaría decir que los más importantes escritores tienen orígenes provincianos. César Vallejo, José Carlos Mariátegui, Ciro Alegría, Jorge Basadre, Gamaliel Churata, Luis E. Valcárcel, José Antonio Encinas, Emilio Romero, Carlos Oquendo de Amat, José María Arguedas, Antenor Orrego, Francisco Izquierdo Ríos. Alejandro Romualdo y Mario Vargas Llosa.
Aunque todavía no hay un libro que específicamente estudie y analice la historia, el rol del periodismo cultural escrito en el Perú, específicamente en relación a los diarios; sin embargo, tanto Juan Gargurevich como el historiador Raúl Porras Barrenechea, el cura Rubén Vargas Ugarte, Pablo Macera, Alberto Tauro del Pino, Félix Denegri Luna y Ella Dumbar Temple, Manuel Jesús Orbegozo y Winston Orrillo, han estudiado el periodismo peruano en general y abierto sin duda, un derrotero por el que es posible empezar a caminar para aproximarse a este tema tan apasionante antiguo como moderno.
A esta mención de historiadores hay que añadir necesariamente el nombre de Osmar Gonzales Alvarado, debido a que acaba de publicar un novedoso texto que se llama Prensa escrita e intelectuales periodistas (1885-1930). Se refiere a la presencia de escritores e intelectuales en los diarios como en revistas, advierte que se trata de un florecimiento de textos de intelectuales durante gobiernos con tentativas democráticas hasta la dictadura de Luis Miguel Sánchez Cerro y su asesinato físico. Demás está decir que desde siempre los intelectuales, los escritores periodistas, han representado y expresan la corriente ideológica que representan o al medio en el que colaboran o trabajan. Para graficar esta afirmación, vamos a señalar muy rápidamente dos tendencias muy claras y distantes. El Comercio y Labor, así como Variedades y Amauta.
Pero, ¿a qué se llama periodismo cultural? Se ha venido a denominar así a una rama especializada del periodismo que se practica en los diarios, revistas, radio, televisión, Internet y ahora en los blogs. Se ocupa de informar, analizar y ejercer la crítica literaria periodística, el comentario y reseñas en referencia al desarrollo de la cultura en general. Y ahora sí tocamos el fondo de esta exposición de ideas y nos preguntamos: ¿Qué es cultura? Nos referimos a un concepto sumamente delicado, polémico, profundo, antiguo, actual e ineludible de analizar. Todo depende quién defina su acepción y significado, dónde, para qué, para quiénes y cuándo. De modo que es necesario observar el contexto en el que se habla, sobre todo conocer la formación de la persona que emita una opinión en relación a esta materia.
Según la Enciclopedia Salvat, volumen 6 (crisis-d’ola), Madrid, 2004, la palabra cultura tiene varias acepciones ya sea desde el punto de vista figurativo, filológico, sociológico o desde la antropología cultural. Pero de una manera general dice que es el: “Conjunto de conocimientos básicos necesarios a toda persona en un momento histórico y en un medio social dados, independientemente de cualquier especialización técnica”. (Página 4155).
Como se puede apreciar, se trata de un concepto impreciso, vacuo, intonso, es la redacción de una acepción que refleja pereza intelectual y una evidente manera de soslayar el fondo del tema para no analizar el contenido ideológico. La cultura no es solo eso, es mucho más, es un poder que permite movilizar muchas fuerzas sociales que se mantienen ocultas o vigentes en la mentalidad de todos los pueblos. No es solo un sentimiento, un comportamiento que pertenece a una persona o de un grupo humano o comunidad de personas, tampoco es una razón local o regional, es una acción de la nación que nos vincula a través de los hechos y el tiempo. Hoy viene a ser un campo muy amplio, en el que mucho tiene que ver las ideologías concurrentes y formas de analizar los temas más importantes.
La Universidad Autónoma de México (1969), publicó un libro que contiene mil conceptos de cultura, escritos durante muchos siglos por distintos autores y en distintos idiomas. Es un texto didáctico que tiene por objeto señalar la evolución del concepto, los cambios que se han producido a través de las experiencias colectivas en distintas sociedades. Luego, a los aportes de la investigación científica como a de las ciencias sociales. Mucho tiene que ver las luchas emprendidas por las masas campesinas, las multitudes de las ciudades y marchas populares para tener acceso a la educación y a la cultura. Demás estaría transcribir algunos conceptos que aparecen en el Diccionario Ideológico, publicado por la editorial española Uthea, durante el gobierno del generalísimo Francisco Franco. Ese texto es una prueba del grado de ideologización cultural, de penetración política que puede alcanzar un texto con gran influencia en América Latina, durante muchos años.
No obstante y solo por fines didácticos conozcamos la declaración formulada por UNESCO, en 1982. “La cultura da al hombre – dice- la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden”. (1982: Declaración de México). Es una redacción que sin duda acusa un eurocentrismo exacerbado al decir hombre, quiere decir sin duda yo y de ninguna manera nosotros. En fin, es un texto para contentar a todos y no entrar en conflicto con el sistema.
Entonces, ¿qué hacer?, ¿con qué concepto nos quedamos? ¿Con cuál autor? ¿Con cuál acepción elaborada por una universidad? ¿Hay que aceptar lo que dice el Diccionario de la Real Academia? ¿Es posible acaso revisar los conceptos de la cultura dominante? La única alternativa y respuesta es crear un concepto de acuerdo a nuestra realidad, una acepción que contenga tradición y cambio, una palabra que refleje nuestra historia de más de 10,000 años, la resistencia y mentalidades de las distintas comunidades humanas que conforman el Perú de hoy.
También habría que decir, ahora se habla de cinco variantes de culturas que es necesario mencionar solo por razones didácticas.
1.- La cultura dominante y la cultura de la resistencia social.
2.- La cultura colonizadora y la cultura la descolonización.
3.- La cultura alienante de los medios masivos como de monopolios y la cultura de la liberación colectiva.
4.- La cultura oficial enajenante que incluye al sistema educativo y la cultura de la diversidad y la identidad plural.
5.- Las culturas en conflicto y la confrontación cultural ideológica.
6.- La cultura de la posmodernidad y la cultura antisistema.
José María Arguedas definió el hecho de las culturas en conflicto con gran propiedad. Al saber que en el Perú conviven hace siglos varias culturas en permanente fricción, que la cultura hispano criolla sirve de plataforma de dominio y representa a la cultura oficial y que la lengua de la cultura dominante es el español, advirtió que se trata de un mundo en permanente ebullición. Bien podríamos que es un volcán cuyos temblores se sienten cada cierto tiempo. Hasta que finalmente se produzca una erupción, cuando en el Perú se presente el esperado sunami social, un cataclismo de reivindicaciones y el regreso del equilibrio, la llegada del nuevo Pachacuti para la sociedad humana quechua y el retorno del Thunupa en la cultura aymara. A eso llamó todas las sangres, no al concepto de mezcla o de unidad de todas las culturas, ese es un concepto errado y que no pertenece al autor de la novela El zorro de arriba y el zorro de abajo.
Igual sucede con muchas otras culturas en conflicto, algunas de las cuales han logrado sobrevivir en América Latina. Como se sabe muchas de ellas ancestrales u originarias como se dice ahora, han desaparecido y otras están al borde de la extinción física. En el Perú, el caso de la cultura jacaru, ubicada en Tupe, es alarmante porque solo hablan esa lengua cuarenta personas y los niños se rehúsan a aprenderla en la escuela. Un alarmante informe de la UNESCO, ha advertido que debido a las constantes migraciones masivas del campo a la ciudad, la falta de un desarrollo humano sostenido y a largo plazo en el Perú, el quechua y el aymara desaparecerán hacia el 2,050, pese a los esfuerzos de la educación intercultural y formación de docentes bilingües.
El ataque a las torres gemelas del martes 11 de setiembre de 2001, es la expresión de dos culturas en conflicto, aunque esta observación no aparezca cuando se hace un análisis de los hechos. Pero también significa la mayor ofensiva terrorista de la historia, que culminó con la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, de otro edificio aledaño y parte del Pentágono, en Washington.
Todos esos lugares fueron impactados por aviones de pasajeros que fueron secuestrados en ciudades cercanas a Nueva York. El ex presidente George W. Bush habló de millares de víctimas, mientras el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, señaló que la cifra de muertos superaba todo cálculo racional.
De modo general la cultura viene a ser la expresión de todas las maneras, las formas, modelos y patrones, expresos o tácitos, cuyos mecanismos sirven para que una sociedad regule el comportamiento de quienes conforman. Entonces, se trata de costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de comportarse, la forma de vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Es necesario agregar que la cultura es también información, cambios sociales, vigencia de conceptos críticos, es renovación constante y habilidades que tiene cada individuo.
Toda persona vive en determinada sociedad o sociedades, por tanto asimila sus rasgos culturales durante la niñez y la juventud. Como el siglo XXI es el siglo de las migraciones, el siglo de las comunicaciones y el reino de las transnacionales que se han propuesto destruir el planeta, todos estamos inmersos en la misma realidad global, amenazados de que llegue el fin de la civilización humana. Así es como ha surgido ahora también una toma de conciencia planetaria con exclusión de los depredadores. Ahora la cultura descolonizadora y combatiente tiene su fuente en los derechos humanos y derechos sociales de los pueblos, para exigir que se cumplan los compromisos de no contaminación del aire, el suelo y subsuelo. Se respete la biodiversidad, la vida humana y nunca no más se produzcan acciones de sabotaje de parte de los países industrializados, tal como sucedió en la última reunión de Copenhague.
Un libro que habría que leer con atención y cuidado es El poder de la cultura de Edgar Montiel. La tesis es que la cultura en el siglo XXI tendrá un rol protagónico porque además es un bien común que identifica y cohesiona a cada comunidad y nación. Se trata de un poder inmaterial cuyo valor todavía no ha sido tomado en cuenta por los Estados, por ejemplo en América Latina. Señala, sin embargo, que hay culturas dominantes y emergentes. Montiel que ha trabajado en ideología y mentalidad de José Gabriel Túpac Amaru, en el Inca Garcilaso de la Vega, como historiador y filósofo, ha sido muy claro en una entrevista que le hicimos la semana pasada para el diario La Primera. Veamos una parte sustantiva.
Ayala. - ¿No hay el riesgo de hacer de la cultura un instrumento de dominio?
Montiel.- Es un instrumento de dominio. No hay que tener una visión seráfica y neutra de ella. La cultura ha sido siempre un recurso de dominio, de disputa, de influencia pero también de resistencia. Quizás el por está en reducir los diferentes planos de la cultura a uno solo: el de las bellas artes, las cuales han sido ubicadas en la esfera de la autonomía. La cultura es un recurso poderosísimo de persuasión. Es por esto que abordajes como los de Joseph Nye, que ha acuñado el término de poder blando para hablar del papel de la cultura y las prácticas políticas en las relaciones internacionales, nos muestran que la cultura es un tema que preocupa a los Estados, a las cancillerías.
Ayala.- Sin embargo podríamos preguntarnos cuánto puede influir la “persuasión cultural” en un grupo de personas “convencidas”. ¿Cuánto puede influir el poder blando de una nación en un grupo fanatizado?”
Montiel.- Una de las características de las culturas es que es un poder difuso, molecular, diríamos homeopático. No posee el impacto inmediato y cuantificable que tiene el poder militar o económico en una determinada situación. Pero esto no quiere decir que deje de tener influencia en las personas que lo reciben. A medida que es “molecular”, se asienta poco a poco en las conciencias de manera que cambia comportamientos y actitudes. Quizás esto no sea suficiente para cambiar súbitamente a masas fanatizadas, pero si con esa capacidad de transmisión que tienen los medios de comunicación se promoviera la comprensión mutua, la actitud cooperativa, la interculturalidad activa, y no esa apología de la violencia fácil, esa xenofobia que no dice su nombre, la marginalidad como exotismo, y esa opulencia y consumismo compulsivo -recurriendo a reiterados efectos especiales-, no se estaría alimentando a toda hora a los demonios del fanatismo. El desafío mayor constituye la incorporación en las escuelas, desde los primeros años, de una educación intercultural, abierta a la comprensión del otro. Esto crearía un hábito dialógico en las nuevas generaciones y avanzaríamos en el esfuerzo de aprender a vivir juntos.
Ningún Estado-nación en consecuencia escapa a estos criterios, a esta forma de ver el desarrollo de la cultura. Todo está en relación y nada está fuera del sistema. Pero también hay un abuso y libertinaje cuando se usa la palabra cultura para designar algunos comportamientos sociales actuales, la calidad y procedencia del lenguaje, los gustos musicales, las formas de hablar, preferencia de alimentos y otros rasgos formales que se imponen en un mundo en conflicto, en una sociedad con una profunda estratificación social. Es un error, por ejemplo, hablar de cultura combi, cultura chatarra, cultura del chuponeo, cultura del perreo, cultura de la cutra, cultura de las barras bravas, cultura alcohólica, cultura de la marihuana, cultura del plagio, cultura sexual y hasta cultura de la soplonería, la cultura de la pendejada.
No es así, hablar de cultura en el fondo es hablar de conocimientos, antiguos, de una tradición, de investigaciones renovadas y modernas ya sea en sociedades humanas dominantes o dominadas. Es también definir las ideologías imperantes, decodificar las mentalidades, significa necesariamente hacer un análisis y referirse al rol de la educación, de la lectura, de la función del Estado-nación. Es hablar de la responsabilidad del sistema educativo y de los medios de comunicación. Pero sobre todo es plantear un esquema para discutir un tema de fondo: qué clase de sociedad queremos construir, cómo debería ser una coherente política cultural, quién debe diseñarla, qué objetivos debe tener, qué valores humanos debe tener para sostener, fomentar, mantener y proyectar la cultura nacional.
Para acabar esta parte digamos que la futura creación del Ministerio de Cultura, en lo que se refiere a la política cultural que desarrollará, ya está en marcha. No será ninguna novedad porque no renovará nada. Será como la creación del Ministerio de la Mujer, del Ministerio de la Producción o Ministerio del Medio Ambiente. Será como la improvisación de las regiones a base de los departamentos. La idea es no modificar el modelo del decante sistema cultural vigente, no hay que hacerse ilusiones conociendo al gobierno lobista del llamado El perro del hortelano.
Entonces, ¿todo cuanto se escribe y comenta en el periodismo cultural tiene que ver con la política cultural de un Estado-nación? Por supuesto. Aunque haya quienes lo nieguen, el Estado Peruano tiene una política cultural que se lleva a cabo por medio del Ministerio de Educación, el Instituto Nacional de Cultura, la Biblioteca Nacional del Perú, las instituciones culturales públicas y privadas, así como mediante las regiones y los municipios provinciales y distritales.
Aunque la Constitución Política se refiere de modo ambiguo a la política cultural, a falta de un diseño inteligente como apropiado, de una sólida, definida y precisión conceptual de este tema, la política cultural la dictan de hecho los medios de comunicación masiva. Esa realidad se refleja también en las páginas culturales que sirven de caja de resonancia y prolongación de los acontecimientos culturales.
Por supuesto, hay quienes están en contra que se establezca una política cultural amparándose en los principios de una supuesta libertad de mercado, de libre oferta y demanda. Ven a la cultura como un negocio altamente rentable. Mucho tiene que ver el fenómeno de la betselerización como el concepto de marketeo cultural y formas de ganar espacios de consumo de productos culturales. Hay también una nueva corriente, sostiene que es preciso propender a convertir la cultura en una industria competitiva en el mercado latinoamericano, de libre oferta y libre demanda.
En fin, para no perdernos en los laberintos de conceptos posmodernos, es preciso señalar que el periodismo cultural apareció al mismo tiempo que los diarios. Las primeras páginas se establecieron en 1715 con la Gaceta de Lima en los talleres de José Contreras y Alvarado. Eran una especie de reimpresión de lo que se publicaba en Europa y casi eso mismo sucede ahora. Es que no hemos podido superar hasta ahora el síndrome de la colonización cultural. Como decía Jorge Basadre no hemos capaces de rebelarnos para fundar un Estado moderno, para organizar una Nación plural y construir una sociedad con menos abismos sociales. Hasta que en enero de 1744 apareció formalmente la Gaceta de Lima trayendo notas culturales, en la imprenta de la calle S. Idelfhonso. Ese hecho marcó cierta independencia de la capital de la colonia.
Desde entonces hasta ahora, mucha tinta ha corrido en toneladas de papel hasta que se impuso la necesidad de establecer secciones o páginas para cada expresión de la vida cultural. Así fue como se crearon las páginas culturales, en razón de la demanda y poder de la cultura. Por eso, la historia del periodismo en síntesis, es la permanente y diaria lucha de la imposición de una clase sobre otra. La historia y desarrollo de las páginas culturales no escapan a ese concepto y a la respuesta de una clase social por liberarse de la opresión económica y cultural.
Habría que preguntarse qué concepto tienen los dueños de los diarios, de la televisión, de las radios y de los soúfers de Internet. Si quienes dirigen los medios de comunicación no son los periodistas, sino ellos, los dueños de las empresas, que son básicamente comerciantes o empresarios. Salvo el honroso caso del diario La Primera, cuyos dueños pertenecen a la familia Belaunde y el director es el paradigmático maestro, escritor y periodista César Lévano. Es un caso excepcional en el mundo según el analista Edgar Montiel, el director y todos los periodistas que tenemos el honor de trabajar con él, gozamos de una amplia libertad y confianza.
Finalmente, es preciso añadir que un periodista o escritor para que se ocupe de la página cultural de un diario, lo primero que debe observar es una moral y ética transparente. Es un trabajo que exige una entrega total con mística y fe en la cultura como poder, de modo que habrá que seguir en la batalla para defender un derecho que el pueblo peruano tiene porque no es un regalo, es una conquista social a la que jamás, nunca renunciará.
Desatando las penas del poeta Simón Rodríguez Cruz
¿Será que la tierra te dicta su testimonio con ráfagas de viento y tonalidades de arco iris?
Escribe: Jorge Flórez Áybar
Desde hace un buen tiempo dejé en el tintero algunos trabajos poéticos y narrativos. Hoy al revisar unos documentos encontré el que corresponde al poemario Desatando penas del poeta Simón Rodríguez Cruz. Dos veces fue encarpetado. Debió salir en mi ensayo Literatura y violencia en los andes, no fue posible porque el libro había excedido las quinientas páginas; y, en 1996 volvió ha quedarse en mis archivos porque el ensayo que se hallaba en la editorial era un estudio que correspondía a los años de 1996 al 2006, y el poemario se había publicado en 1992. Era una deuda con el poeta y la historia literaria de nuestra región que hoy deseo cumplir.
Definitivamente no podemos esbozar un mapa de la totalidad poética y narrativa si no registramos todo cuanto acontece en nuestro contexto, aunque uno corre el riesgo de equivocarse y convertirse en el blanco de la crítica. Pero habría que empezar a desmitificar a muchos ídolos que los tenemos en los altares de la poesía y de la narrativa, sin caer en los excesos de nuestro narrador Eustaquio Kallata, quien solía decir, en los años 60, allá en la ciudad imperial del Cusco: Por el momento solo hay dos poetas y medio: Luis Nieto y Arturo Castro, ambos canchinos, es decir, injertos de los legendarios canchis y mestizos arequipeños y el medio…puede ser cualquiera de la runfla de liricidas (Revista del Centro de Estudiantes Puno, 1949, p. 14) Estas palabras fueron lapidarias, aplastó posiblemente a generaciones, es por eso, que el poeta Ángel Avendaño Farfán, después de muchos años, cuando el escritor Eustaquio Kallata dejó de existir, dijo lo siguiente: Kallata se proclamaba panteonero de escritores, terror de pisaverdes, sabueso literario, pero realmente era el gusano del cadáver que decía sepultar (Historia de la literatura del Qosqo, 1993, p. 373). Entonces es necesario ver con ojos propios y entender lo que se dice y lo que se oculta. Comprender racionalmente a qué se nos quiere llevar, conducir.
El poeta Simón Rodríguez Cruz nació en Puno en 1969. Se desempeña como docente en algún lugar de nuestra región. Perdí sus huellas, no sé si continúa escribiendo. Posiblemente. Lo conocí en la década del 90, colaboró, primero en la revista Universidad y pueblo, después en Apumarka. Me alegró, sobremanera, cuando se presentó con su poemario Desatando penas. El escritor cusqueño, Enrique Rosas Paravicino, abre las páginas del texto: Anoche volví a leer tus originales por sétima vez. Fue grato experimentar de nuevo la vibración de tu tersa vigilia. En realidad yo escucho una pausada música detrás de tu escritura. Un cierto ritmo hecho con latidos de sueño y celaje. ¿Será que la tierra te dicta su testimonio con ráfagas de viento y tonalidades de arco iris? Hay quienes quieren creer, Simón, que la poesía es simplemente una actitud de negación de la realidad. Pero tal aseveración resulta infundada.
Leamos el siguiente poema:
He venido a ti
A deshilar tus bayetas
Y después de una tormenta de azúcar
Andar y desandar la frescura de tu cuerpo
Encortinar con besos esos blancos caminos
Y estrangular la tristeza entre nuestras caricias
- Bajo lluvia de silencio nuestros ojos se encienden
Se deshojan tus senos en gemidos de gaviota
Como caracoles claros
Tejen cintas tus brazos en mi espalda…-
He llegado a ti jaloneando tu fragancia de muña
Huyendo como un silbido de la pena
Para desnudar nuestros fuegos
Y astillar la noche en cientos de pequeños días.
Simón Rodríguez inicia el poema con un encabalgamiento: He venido a ti/a deshilar tus bayetas. A partir del tercer verso hasta el último, por la abundancia de diptongos, cae como una suave cascada de agua que se rompe por la presencia de tres hiatos, cuya función es herir la suavidad del ritmo, es algo que te hinca en la esfera auditiva. Incluso las palabras silbido/astillar coadyuvan con esa función disonante.
Si en el poema He venido a ti encontramos una arquitectura lírica, en Desatando penas advertimos lo dramático que cuesta desatar esas penas. Y nos preguntamos: ¿Qué hay detrás de esas palabras? Posiblemente, en ellas subyace una síntesis dialéctica por cambiar la sociedad. El poeta construye un espacio y desde allí envía su mensaje. Los referentes: pobreza, lágrimas, fogatas, penas, etc., nos describen un mundo de injusticias. Es la conciencia del ego que desea terminar con ese estado de cosas. Él sabe que será violento el tránsito hacia la alegría. Por eso su yo poético asume la voz de la colectividad, de esta manera, lo ideológico subyace en lo abstracto de la lírica o de la simple pasión. Tampoco es un espacio que el ego desea borrar o que permanezca soterrado, es el ethos de una cultura que desea ser libre. En todo caso, su poesía fue creada durante la violencia política de la década del 80, atmósfera que marcó, hasta hoy, toda la literatura del país, por lo menos durante veinte años. Bajo esta atmósfera literaria crecieron otros escritores: Óscar Colchado, Luis Nieto Degregori, Enrique Rosas Paravicino, Gloria Mendoza, Dante Castro, Feliciano Padilla, Zelideth Chávez Cuentas, Juan Alberto Osorio, yo mismo. Todos oxigenamos nuestros trabajos bajo ese ambiente, fuentes inagotables de interpretaciones y reflexiones. Pero hubo un momento, en que deseaba rebatir la creación de algunos literatos que se habían extraviado en su propio laberinto, pero también me molestaba la perspectiva de reducir la creación literaria a un plano meramente ideológico, dejando de lado la estética. Sé que el equilibrio es determinante, por eso la concepción ideo-estilística debe primar, prevalecer por encima de uno de ellos. A fin de cuentas, la década del 90, hay que aceptarlo sin regañadientes, dio un gran impulso a toda la literatura de la región. Algunas obras envejecieron pronto y otras rebasaron el tiempo. Quizá el ritmo interior, lírico y doloroso que la realidad suscitó en el poeta Simón Rodríguez Cruz hizo que su poesía se halle fresca a pesar del mensaje testimonial que hay en toda su obra.
domingo, 20 de junio de 2010
Antonio Cisneros y el premio Pablo Neruda
Escribe: Boris Espezúa Salmón
La noticia fue grata, que por segundo año consecutivo ganara un peruano el prestigioso premio “Pablo Neruda”, que esta vez recayó en Antonio Cisneros, después que lo ganó anteriormente Carlos Germán Belli. Aparte de los 30,000 dólares que es el monto pecuniario del premio, significa el reconocimiento a una obra realizada en forma sostenible que como en el caso de Cisneros se mantuvo estable en su nivel poético desde sus inicios con los poemarios Destierro (1961) David (1962) y Comentarios Reales (1964) en total Antonio Cisneros ha publicado diez poemarios, además de los nombrados: Canto ceremonial contra un oso hormiguero (1968), Agua que no haz de beber (1971), Como higuera en un campo de golf (1972), El libro de Dios y los húngaros (1978), Crónica del niño Jesús de Chilca (1981), Monólogo de la casta Susana(1986), y las inmensa preguntas celestas(1992). Es recordado además por haber dirigido en la década del ochenta el semanario cultural El Caballo Rojo y de haber ganado el concurso Casa de las Américas en 1980, sus poemarios han sido traducidos en muchos idiomas y es uno de los poetas mayores que nos representa al Perú en muchos eventos internacionales, por lo que tiene merecido el premio obtenido recientemente en Chile.
Estando en la década del ochenta en San Marcos, fui alumno libre del curso de Literatura Hispanoamericana que dictaba Antonio Cisneros, recuerdo su entusiasmo en clases donde hablaba de Lezama Lima, Nicanor Parra y Ernesto Cardenal, fuimos como sus hinchas cuando se presentaba en recitales y sin ocultar su posición de izquierda, criticaba a los políticos por carecer de cultura y sensibilidad social, también cuestionaba al grupo Hora Zero por ser demasiado estridente, alguna vez como ha quedado registrado en las cartas que se enviaron entre la generación del 60 y los del 70, Antonio Cisneros le respondió a Enrique Verástegui, Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz, que sus ascensos a la escena literaria ya era notoria, pero, que debían de dejar de hacer mucho ruido, y ahora deberían ponerse a escribir, quizás con ello es que Verástegui, Mora y el propio Pimentel como los más representativos del grupos Horazeriano, mostraron posteriormente poemarios de calidad como” En los extramuros del mundo”, “ Palomino” y “ Oración frente a un plato de col”. Una característica de Cisneros era hablar sin pelos en la lengua. En una ocasión cuando vino a Lima el crítico Ángel Rama, que fue uno de los primeros filósofos en reflexionar una auténtica filosofía Latinoamericana, Cisneros públicamente le reprochó sus devaneos con el imperialismo, advirtiéndole de no traicionar sus ideas a favor de una autonomía e independencia del continente, pero así como era cuestionador también era justo en exaltar los méritos de las personas de valía. En un homenaje al padre Gustavo Gutiérrez, que le brindó la Universidad San Marcos, tuvo palabras elogiosas a favor de él comparándolo como uno de los grandes hombres de nuestro tiempo a nivel mundial.
Personalmente debo confesar que en cuanto a su poesía, que ya traía la influencia del coloquialismo de Eliot y de Pound, Antonio Cisneros en su poética inicial es genuinamente peruano y casi reencarna una memoria histórica, porque en libros como Comentarios Reales, donde hace una crítica a la historia oficial, es un artesano de la palabra, minimalista y utiliza bien el Materialismo Histórico a lo Brecht, Cisneros describe con ácido humor a los héroes exaltando a los desterrados de la historia, hace hablar a sus protagonistas emblemáticos, con una textura poética dialogante, destaca desde una visión singular un repaso de la historia de nuestro antepasados Incas, después sus libros se volverán más cotidianos, experimentales, épicos, vinculados un tanto a la religión, intimistas, ideológicos y se alejaría de ese temario de la historia, sin embargo serán siempre memorables versos de Comentarios Reales de poemas como “Antiguo Perú” Leemos: “ Con ramas de huarango / espantaban las moscas que crecían / sobre el pecho de sus muertos. En las piedras del templo, viejos curacas hacían el amor / con las viudas y un sol enrojecido / achicarraba los huesos de sus hijos”. O de otro poema que alude a nuestros artesanos de Pucará tenemos el poema “Historia de este Toro”: “Después de los festejos, su abuelo / buscó la tierra que crecía / cerca del agua, hizo fuerte de barro al toro viejo. A pesar de los soldados, de su lanza / de su sombra embistiendo / entre la paja, alto de adornos / hizo duro y de fiesta al manso Toro” Estos versos tienen el sentido de la parábola, rotan de magia una realidad, una memoria en la conciencia donde la poesía cumple una función suprasocial bajo una prueba de identidad con una emoción templada en las palabras, que hace que Cisneros sea un poeta profundo de una voz permanente en nuestra poesía.
Como todo poeta, las incomprensiones de su quehacer intelectual por parte del marginamiento del Estado y de la Sociedad hace que el creador tenga sus reticencias sociales y vuelva al ámbito familiar, en los últimos años Cisneros hizo una vida más familiar, siendo un marxista consumado en el trabajo público de donde como él señalaba, el poeta tiene que sobrevivir, solamente laborando las horas legales, debiendo dedicarse por entero a la lectura y a la creación donde uno dependía no de Marx, sino de Dios y del oficio sudoroso de la creación. Sin embargo en 1996, La Editora Perú que es del Estado y edita el diario oficial “El Peruano” preparó una antología de su poesía, titulado “Poesía Reunida” donde se hace una importante selección de sus libros de poesía, y una valoración poética por parte de Julio Ortega. La posición política de Antonio Cisneros hizo que se mantuviera distante de las bondades que otros gozaban de su postura gobiernista, en ese sentido fue consecuente y antepuso la dignidad antes que el interés palaciego, de su libro “Canto ceremonial contra un osos hormiguero” que obtuvo el premio Casa de las Américas en 1980, leemos un verso del poema: “ Karl Marx Died”, “ Todavía estoy a tiempo de recordar la casa de mi tía abuela y ese par de grabados / Eran los hombres de buena voluntad y de orejas limpias / Y eso que el viejo Marx no cumplía los veinte años de edad bajo esta yerba / las damas temieron algo más que una mano en las nalgas y los caballeros pudieron sospechar que la locomotora a vapor ya no era más el rostro de la felicidad universal / Así fue, y estoy en deuda contigo viejo Marx, viejo aguafiestas”. Esta irreverencia y a la vez cariño a creador del socialismo científico, revela el estilo de Cisneros, siempre a la zaga de causar asombro, con lo anecdótico, lo irónico, donde el sujeto del habla es un entrometido, quien sin perder la ponderación nos hace ver las intrincadas redes del poder, de una realidad en crisis, donde finalmente el amor, la filiación ideológica, el humor y la fe en uno mismo es nuestra salvación. Pablo Neruda se sentiría complacido, así como cuando conoció Machu Picchu al saber que los peruanos, tienen poesía de alto nivel como el Pichu Picchu altivo ante el mundo.
Valores del primate responsable o la filosofía especulativa: ¿conservadores o liberales?
Escribe: Walter Paz Quispe Santos
Leer “Los valores morales de la juventud” (Indagación sociológica sobre la formación del hombre nuevo) de Ariosto Carita Choquecahua, (Arequipa, Editorial UNSA 2010), me hace recordar a un viejo marxista convertido en ultraliberal como Alvin Tofler quien dijo una gran verdad en alguno de sus libros: “los antivalores del ayer serán los valores del futuro y los valores del presente serán los antivalores del mañana”. Es que perenializar los valores y presentarlos como eternos ya no soporta ni el más osado argumento ecuménico. Los matrimonios gay, los movimientos por la liberalización del sexo, el terrorismo, la corrupción, los modos de vida intra e intercultural, nos muestran que los valores también envejecen o adquieren nuevos sentidos. Asumir los valores nos hace conservadores o liberales según el lente por donde se los miren.
También me recuerda a otro viejo filósofo como Josef Estermann a quien conocí hace poco, quien en una sesuda charla me hizo entender que los valores hay que explicarlos de su historicidad. Así pude comprender que por ejemplo en la cultura andina, los valores como la relacionalidad, complementariedad, reciprocidad, correspondencia pertenecen a una reflexión matriarcal del proceso de desarrollo propio de las culturas andinas. Además, los valores occidentales que ahora se predican desde la filosofía especulativa, sobre todo cristiana fueron calcados de la conducta del soldado romano. Valores como la disciplina, la lealtad, valor, respeto no se corresponden sino con la cultura grecorromana del helenismo clásico. Y sin embargo, nuestra educación centralista y limeña los impone a todo el país como si fueran universales y grandes virtudes. Basta con mirar en un diccionario etimológico el origen de la palabra virtud para conocer que procede de viril, hombre, con lo que su configuración machista esta de más decirlo. Es decir, los valores extrapolados desde occidente tienen una fundamentación antropocéntrica mientras que los andinos tienen una base esencialmente cosmocéntrica.
Hay algo más que mi memoria retrotrae, Fernando Silva Santisteban nos presenta la idea del ser humano como primate responsable, ensayando una antropobiología de la conducta, quien propone que la cultura específica de lo humano, y por lo tanto la construcción de sus valores, su ética, la moral, y otros; deriva de su naturaleza social de la especie. O sea los principios universales de la conducta humana que son principios éticos y la moral entendida como un conjunto de normas específicas del comportamiento que rigen en una cultura determinada. Para ser más claros, los principios éticos son ideales básicos que rigen la conducta humana y las normas morales son patrones de comportamiento que se refieren a las costumbres y valores específicos de cada cultura producto del proceso de la evolución del ser humano. Esto nos conduce a interrogarnos algo fundamental: ¿desde donde debemos reflexionar el tópico de los valores? ¿Desde la filosofía especulativa o desde el complejo proceso evolutivo del ser humano?
¿Qué hace Ariosto Carita en su libro los valores morales de la juventud? En realidad contrasta dos modelos de desarrollo: por un lado el del gobierno de Juan Velasco Alvarado, donde como él mismo señala, la propiedad sobre los medios de producción tenían carácter social, estatal, comunitario, cooperativista con orientación nacionalista, antioligárquico y antiimperialista eran sus rasgos más resaltantes. Y por el otro el modelo dirigido por Alberto Fujimori quien privatizó las empresas estatales, asociativas y entregó la explotación de los recursos naturales a las grandes transnacionales. Según Ariosto Carita Choquecahua, estos dos modelos han posibilitado la formación de dos tipos de hombres con distintos valores morales. Para el primer modelo económico velasquista sugiere la práctica de valores como el bien social, la honestidad, la justicia, honradez, solidaridad, amor a la patria, y; para el segundo modelo el individualismo, egoísmo, utilitarismo, odio, etc. Así el autor es contundente cuando señala que la educación en valores está en consonancia con el modelo económico imperante en cada sociedad concreta.
En suma Ariosto Carita Choquecahua, nos invita a pensar sobre la naturaleza de los valores y actitudes que inculcan los profesores en la educación actual en el área de Tutoría y nos cuestiona severamente: ¿Cuáles son los valores que practicamos y difundimos? ¿Y en que lado estamos?
sábado, 19 de junio de 2010
Homenaje a Saramago
El escritor portugués y Premio Nobel de Literatura José Saramago murió este viernes a los 87 años.
Saramago, quien sufría de leucemia crónica, falleció en su casa de Lanzarote, en las Islas Canarias (España). Lo acompañaban su mujer y su traductora.
El autor de "Ensayo sobre la ceguera" y "El Evangelio según Jesucristo" obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1998.
Ateo declarado y comunista, Saramago era un escritor comprometido políticamente y tenía un estrecho vínculo con América Latina.
Privatización, que se privatice todo
Fragmento de Cuadernos de Lanzarote (1993-1995)
Que se privatice Machu Picchu, que se privatice Chan Chan, que se privatice la Capilla Sixtina, que se privatice el Partenón, que se privatice Nuno Gonçalves, que se privatice la catedral de Chartres, que se privatice el Descendimiento de la cruz de Antonio da Crestalcore, que se privatice el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, que se privatice la cordillera de los Andes, que se privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño, sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos. Y, finalmente, para florón y remate de tanto privatizar, privatícense los Estados, entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo... Y, metidos en esto, que se privatice también a la puta que los parió a todos.
“Los pies del río”: el asombro como estrategia creativa
Escribe: Feliciano Padilla
Jovín Valdez nos entrega esta noche una obra titulada “Los pies del río”, publicada por la Editorial Pasacalle de la ciudad de Lima. Contiene 3 libros articulados por una temática general andina: “Titikaka”, “Los pies del río” y “Sonetos de Verano”. Toda lectura involucra mínimamente tres niveles de comprensión: literal, inferencial y crítico. Para enfrentar los retos impuestos por esta obra voy a utilizar el nivel crítico de mi comprensión lectora, entendida como una capacidad común a todo ser humano. Centraré este análisis sólo en el primer libro del poemario que lleva por título TITIKAKA.
En el texto “Titikaka”, la voz de Jovin se propaga de una posición aldeana hacia lo ecuménico y, aunque su concepción del mundo pareciera contrastar con la que se reverencia en la cultura occidental, el poemario articula una percepción cosmogónica y mítica con lo universal, desde una perspectiva integradora de culturas. Una impresión inicial es que el lector se encuentra con un texto poco común para el canon literario actual. Se advierte una sensibilidad extraordinaria y una imaginación exuberante poco común en la poesía actual y, que más bien, nos permitiría vincularla con el viejo modernismo. Quizá, digo quizá, por eso, requiera de una hermenéutica, también, poco común, en la medida que los procesos mentales que crean imágenes y tropos hiperbólicos se expresan por medio de construcciones intensas acorde, igualmente, con la vastedad del espacio donde han sido engendrados los versos de “Titikaka”.
Pero, ¿qué es poco común en nuestra época? La reacción más simple del ser humano: la actitud de deslumbramiento del hombre ante la naturaleza. La modernización de la sociedad ha llevado a la humanidad a niveles espantosos de percepción virtual del mundo. Las nuevas generaciones no tienen necesidad de contactarse con las cosas, los espacios y los hombres para acercarse a ellos. Lo hacen a través de la Red Internacional o mediante la representación racionalista de las cosas, sin poder percibir lo que se esconde más allá de las apariencias. Los conocimientos se encuentran virtualizados y, hasta las relaciones humanas no escapan de esta modalidad.
En nuestra época se ha virtualizado absolutamente todo: El hombre no percibe ya la presencia adánica de los colores diseminados en la tierra, los mares y los cielos. Lo real es para el hombre moderno sólo una representación mental. Siendo así, la imagen real del mundo es relativa, se empequeñece y, finalmente se olvida. Si el mundo es percibido sólo desde una mirada cartesiana, se ha perdido para siempre, la capacidad de contemplación y asombro, la aptitud de admiración de la naturaleza como una veneración de la propia vida.
Pero, para alegría de la gente contamos todavía con los poetas y; particularmente, con el poeta Jovin Valdez, quien no se contenta con representaciones mentales ni la percepción virtual de las cosas; poeta que ante la maravilla del Titikaka exclamará: “Cielo vertido en la cuenca ventral de la tierra / Desde eras olvidadas y lozanas primaveras / te fundes en los días como un ojo de filtro / diseminado en la espuma y la bruma del tiempo”. Su asombro crece hasta tal extremo que no puede sino que identificarlo como el origen de la vida cuyo soplo divino es el lenguaje. Entonces el poeta pregonará al mundo: “Eres el origen / del canto salvaje escrito en la hierba / del aire que respiran taciturnos habitantes / forjados en la arcilla / caldeada por la nieve/ Eres el origen / del lenguaje grabado en la flor de la piedra”.
Las teorías cosmogónicas del Ande explican el origen del universo desde una mirada panteísta y, el canto sideral de Valdez sigue ese cauce torrentoso para confirmar esa doctrina. Sin embargo, este mundo mitológico debe ser profanado para cumplir su destino. Los Dioses no pueden estar conformes con su creación si no han sido capaces de engendrar a sus adoradores. Por eso, para recibir estos honores, crean en este espacio a los hombres que lo pueblan y; en particular, a los UROS, domeñadores del lago y del tiempo, virtuosos navegantes que cargan sobre sus balsas su sed de conquista, su ansia de libertad. El poeta lo percibe y dirá: “Allá en lo natural y tangible / donde los ojos del balsero coronan su destino / y el llamado del lago como un vaticinio / cae sobre sus hombros para recordarle / el tiempo que debe a los años venideros”
El privilegio de los parámetros de la representación racional del mundo separa al hombre del espacio donde recrea la cultura. La representación cartesiana separa al mundo del hombre que lo habita; aparta las cosas de las palabras que la enuncian. El racionalismo ha castrado la capacidad emocional del cuerpo ante su maravilloso entorno; sin embargo para Jovín el mundo es la celebración de los sentidos, el canto, la fiesta de la vida, la veneración religiosa de un mundo sagrado. La religión del poeta es panteísta y profesa un credo que no pretende ser poseedora de la verdad. La religión panteísta no es la que divide, no es la que excluye a los que no pertenecen a la congregación; la religión andina panteísta no desprecia cultos o interpretaciones distintas. No combate otros credos; por el contrario, nos recuerda de modo permanente que antes de los derechos humanos están los derechos de la Madre Tierra, nuestra creadora y protectora. Esta es la segunda impresión que nos revela la poesía de Jovín Valdez.
Pero también hay en la poética de Jovín una notoria sensibilidad social hacia la acción plausible de algunos hombres, cuya forma de existencia es la lucha permanente por algo superior. Y ahí está su “Oda a Horacio Zevallos” o aquella otra donde se habla de Muerte en Ilave. Horacio es para el poeta un ser límpido que ha entregado su vida para la redención del hombre. Escuchemos cómo concluye una de sus estrofas: “Qué importa tus penurias / y tu súbita partida/ si el sol que has sembrado / florea en los ojos que avizoran la mañana”. Más aún, pareciera que el personaje es tan familiar a sus ojos, tan cercano a su vida, ya que en otros versos le dice: “Yo todavía ausculto la semblanza de tu casa / a donde tú llegabas en un corcel de mimbre / y donde aún se ocultan las almas que te esperan / escuchando tus ecos de sonoro contrabajo”.
La sensibilidad del poeta no sólo es agua que se escancia en el vaso de los objetos sagrados, sino, un ojo avizor que da cuenta del agua, del cielo y de la tierra; de los peces, las estrellas y los animales que apacentan en la estepa. Nada es extraño a la lira de Valdez, ni la lluvia, ni el relámpago, ni el frío crudo del invierno. Por eso sus versos se bambolean entre la realidad y el mito, entre la explosión de los sentidos y un delicado discurrir de sentimientos. Así, los versos de Jovín se inflaman en medio de la fastuosidad de la épica y de la delicadeza de su lírica que se formalizan en esa notoria eufonía de sus versos y la cadencia armoniosa de su lenguaje, que son características propias de toda la obra. Su voz se alza desde la grandiosidad de la naturaleza hacia la nimia significancia del ser individual. Es poesía de lo misterioso y sagrado; canto de lo olvidado que continúa allí para cólera de los que lo niegan.
Pareciera que la sensibilidad de Jovín sólo se circunscribiera al pasado; pero no, registra igualmente lo que está sucediendo en el presente como el caso de la muerte del alcalde de Ilave, hecho en el que detiene su lira para cantar absorto y adolorido: “Y allí han inmolado / al hijo de la madre / que lo arrulló pequeño / y aun siendo adulto / lo miraba niño /… Y ahora que su alma/ acaso boga en lo ignoto / En las ruinas del puente por donde ha partido / todavía nos mira con los ojos del río / desde su último silencio”.
No podría comprenderse la poesía de Jovín si no revisáramos algunos rasgos de su vida. Él nació en el valle de Carumas – Moquegua y radicó en su juventud en Arequipa donde estudió Derecho en la Universidad Nacional San Agustín. Vive en la ciudad de Puno, por razones de familia y trabajo, desde hace 26 años. Por tanto su mirada del lago y la bahía de Puno no es del viajero que está de paso por esos lugares, sino, del hombre que echó raíces, meditó sobre su entorno, previo conocimiento del espacio donde vive. Sin embargo, no obstante los tantos años transcurridos desde su llegada a Puno, el estremecimiento que sintiera al contacto con el Titikaka sigue idéntico como en la primera vez que lo viera. Debió ser una turbación grande para quien venía de una geografía abrupta, de difícil acceso, de quebradas y ríos profundos, de cerros altísimos y pueblos suspendidos al filo de los abismos. Encontrarse con una meseta tan vasta sin cerros altos, ni quebradas, ni ríos torrentosos, donde se concentraba una de las mejores ganaderías del país; descubrir con los ojos desorbitados a ese inmenso lago mágico que cambia de colores según pasan las horas del día o se presente algunos cambios atmosféricos, habrá sido para Jovín un espectáculo inolvidable, eterno. Todo eso está en “Titikaka”, primer libro del poemario “Los pies del río”.
Con “Titikaka” Valdez Peñaranda continúa la misión ancestral y profética de la poesía donde la respiración del poeta es la potencia de un canto que habla de lo oculto y mítico, que se esconden tras la realidad que vivencia. Para Jovín el lago es epifanía de la energía inextinguible, generadora de vida, música y poesía. Escuchemos: “En el hombre de arcilla y las piedras de una estrella / En el lenguaje del agua y el silencio de los yermos / En la danza de los peces y su acuario sin fronteras / En la penumbra del Ande y la mansedumbre del río / … En el insomnio de la urbe y el embrujo de sus noches / … En las garfas del puma y el arco iris de sus ojos / … En los matices de la vida y el ocaso de sus colores / emerge apacible la luz de la poesía “
Hasta aquí este análisis que presenta mis impresiones (tal como iba señalando en la exposición) acerca de este libro. Es cierto que desmonté la obra y develé sus principales estructuras semánticas. Sin embargo, algunos dirán que me ganó el análisis impresionista; también eso es cierto, utilicé el método impresionista que combinado con otros, a veces da buenos resultados.
Muchas gracias a Jovín Valdez Peñaranda por entregarnos esta obra.
jueves, 17 de junio de 2010
concurso de danzas autóctonas en Asillo - Puno
Escribe: Los Andes
(En la fotografía: Vanesa Copacondori)
En la comunidad campesina Chacocunca, distrito de Asillo provincia de Azángaro, se realizará mañana el segundo concurso de danzas autóctonas denominado “Jhuthuma 2010”, con motivo de la celebración de las fiestas costumbristas de la región altiplánica.
La actividad artística tiene como objetivo revalorar la cultura andina a través de la presentación de las danzas y promover el cultivo de los valores éticos y sociales a través de la expresión folklórica.
Vanesa Copacondori Mamani, “Sumac Sipas” belleza andina del distrito de Asillo, que fue elegida en el aniversario de esa localidad, promocionó en la ciudad de Puno esta actividad, aduciendo que se trata de revalorar la cultura andina, pues, en la región están en extinción diversas danzas.
Señaló que en este segundo concurso participarán las comunidades campesinas, centros poblados y barrios de aquel distrito; de igual modo de otras provincias del altiplano puneño.
El evento es organizado por la Municipalidad Distrital de Asillo, quien premiará al primer lugares y a las mejores comparsas con estímulos económicos, es decir, el primer puesto obtendrá la suma de dos mil nuevos soles, segundo mil 500 y el tercer lugar mil nuevos soles. (KCH)
domingo, 13 de junio de 2010
Conmigo acaba el indigenismo
Escribe: José Luis Ayala
Por fin ha llegado el momento de liquidar y saldar cuentas con el indebido uso de la palabra indigenismo y sus derivados semánticos. Se trata de un término discriminatorio y excluyente que ha hecho mucho daño a la cultura peruana. Aunque ahora se le usa menos para designar a acepciones y temas andinos. Sin embargo, no se puede negar que ha quedado grabado en la memoria social de muchas generaciones, “formadas” con ese concepto, en los parámetros de una educación al servicio de la despersonalización cultural, individual y colectiva. No hay necesidad de escribir una historia de los términos indigenismo ni indigenista. Pero su peyorativa aplicación tuvo y tiene más presencia en la mentalidad hispano criolla excluyente, en la necesidad de “clasificar” las expresiones que no pertenecen a la cultura dominante, sino a las que provienen de la periferia. Así, los críticos, la academia y el canon, impusieron este mote. Los escritores que aceptaron o no quedaron sepultados, desterrados del parnaso oficial.
Todo empezó con el concepto y práctica de la otredad. Es decir, con la invasión de los ejércitos del Reino de España al Continente que después se le puso el nombre de América. Los españoles miraron a los antiguos peruanos, a los habitantes del Tawantinsuyo y a personas de otras culturas ancestrales como bárbaros, salvajes, idólatras, como a una especie bastante parecida a animales-hombres. De hecho les negaron el alma pero sobre todo sus derechos. Con la complicidad de virreyes, encomenderos, teólogos y pontífices, fueron convertidos en animales de carga, obligados a trabajador sin derechos, en las minas y obrajes.
Pero hay un hecho reciente que sirve para ayudarnos en esta reflexión. En la ciudad de Cusco se llevó a cabo el Congreso Internacional por el IV Centenario de los Comentarios Reales de los Incas, cuyo autor es el Inca Garcilaso de la Vega y convocó a profesionales en Ciencias Sociales y Humanidades de las universidades de América y Europa, evento académico duró del 19 al 21 de agosto del 2009. Con esa ocasión se pudo apreciar que se han realizado, en diversas universidades, nuevas lecturas e interpretaciones acerca de la obra de Garcilaso. Ha llamado la atención, sin embargo, que estuviera ausente la necesidad de revisar el significado de la palabra indigenismo. El tema debió ser encarado en base de una sola pregunta: ¿El Inca Garcilaso fue un escritor indigenista? Aunque la palabra fue mencionada varias veces, nadie sostuvo una tesis a favor o en contra. Ese hecho tiene un gran significado, demuestra que su uso es cada vez menos. Lo que ha interesado es conocer hasta dónde es posible determinar la influencia que ha tenido y tiene en la formación de las ideologías de la resistencia cultural, en el desarrollo de las diversas mentalidades y nacionalidades. Seguramente que se podrán leer todas las ponencias pero tres conclusiones es posible adelantar:
1.- Más allá del valor literario e histórico, Los comentarios reales, influyeron en la ideología de los movimientos independentistas de América. 2.- Los Comentarios reales deben servir para acrecentar una conciencia crítica y sentimiento de un nacionalismo revolucionario, como respuesta a la perversa globalización del sistema de las transnacionales. 3.- No será posible plantear ningún esquema de un proyecto histórico americano, sin la presencia de los valores culturales y visión de futuro que tiene la obra de Garcilaso.
La primera parte de Los Comentarios reales, apareció en 1609, en Lisboa publicada por Pedro Craasbeck. Fue escrito a partir de recuerdos de la infancia y juventud, escuchando a sus parientes, a través de contactos epistolares y visitas a personajes destacados del Perú. Se trata de uno de los logros más fehacientes en vista de que circulaban versiones lindantes con la ficción y la impostura. La segunda parte fue publicada en Córdoba, en 1617, con el título Historia general del Perú.
¿Cuántas veces Garcilaso escribe la palabra indio en sus libros? Muchísimas veces. Si nos preguntáramos ¿se sentía indio?, ¿acaso se sentía español?, ¿se expresaba como mestizo? Esa es la cuestión. Para no hablar de números de palabras, es preciso señalar que cuando escribe indio, quiere decir nosotros, no ellos. Indios para Garcilaso son los peruanos, no los mestizos. Los mestizos son personas que tienen más de españoles que de peruanos. Entonces, ¿Garcilaso fue el primer escritor indigenista? No. ¿Fue un escritor indio? Tampoco, para esa discusión presente Felipe Huamán Poma de Ayala.
No podemos dejar de hablar de Bartolomé de las Casas, considerado como uno de los fundadores del Derecho Internacional Moderno y el [Derecho de las Gentes. No vamos a teorizar acerca del Derecho Natural, el cual fue tomado del D[erecho Medieval y la filosofía estoica. De las Casas sostenía, por razones religiosas, que los antiguos peruanos tenían uso de razón, tal como los antiguos griegos y romanos. Entonces, como criaturas racionales eran seres humanos. Su contribución a la teoría y práctica de los derechos humanos está presente en su libro Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias, que en realidad viene a ser el primer informe moderno sobre derechos humanos. En él describe las atrocidades a las que fueron sometidos los antiguos habitantes de las Américas por los invasores españoles. Su libro fue publicado en el año de 1552. Sin embargo, la diferencia con Garcilaso está en que cuando el cura escribe los indios, los indígenas, los nativos, dice los otros, no nosotros. Ellos no son nosotros, ni nosotros no somos ellos. Ellos son así porque han nacido aquí, son indios con alma. Sus observaciones y denuncias provinieron desde la concepción cristiana del mundo y los seres humanos. ¿Bartolomé de las Casas fue indigenista? Hay quienes lo consideran un precursor del indigenismo, precisamente por haber asumido la defensa de “los indígenas” del denominado “Nuevo mundo” para la cultura oficial hispana.
Según la academia y el canon oficial que se repite hasta el hastío y cansancio, son escritores indigenistas: Narciso Aréstegui, Clorinda Matto de Turner, Juan Bustamante, Gamaliel Churata, José María Arguedas, Ciro Alegría y Alejandro Peralta. Pero para establecer una continuidad, han creado la palabra neo-indigenismo y allí están ubicados desde Mario Florián pasando por Kilku Waraqa, hasta Manuel Scoza.
El caso de Efraín Miranda Luján es una anécdota singular que es necesario estudiar. No porque él se lo haya propuesto, sino porque algunos de sus gratuitos exégetas tratan de convertirlo a cómo de lugar en un “poeta indio”. Es decir, otorgarle una categoría e identidad que no tiene sustento porque el indio, como persona no existe para las culturas quechua ni aymara. Salvo para quienes se aferren a conceptos académicos trasnochados. ¿Miranda poeta indio? ¿Por qué no le preguntan a los niños aymaras de Jach’a winch’uqa si se sienten indios? ¿Qué dirían los padres de familia si supieran que Miranda era un profesor indio? El error está en considerarlo como poeta indio o indígena, cuando se trata de un docente primario mestizo, además no habla aymara porque según decía: “Esa lengua está destinada a desaparecer, no será fácil que los campesinos aymaras lleguen al poder. Todo indica además, que la migración del campo a la ciudad impedirá que esta lengua prevalezca frente al español”. No le falta razón, así también lo ha señalado en un informa la UNESCO. El aymara está amenazado de desaparecer si es que los gobiernos del Perú, Bolivia, Chile y Argentina, no desarrollan una política cultural, conjunta, mutua y alternativa.
Miranda es un poeta de izquierda, en su juventud se sentía marxista, durante su paso por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos fue un activista cumplido y disciplinado. De modo que no se trata de un poeta con orfandad ideológica ni mucho menos de un “aeda indígena”, sin cultura literaria, un escritor autodidacta. Al contrario, es un gran conocedor de las ciencias sociales contemporáneas, pero muy particularmente de idioma español. Sin embargo, para desencanto y desilusión de sus corifeos, Miranda por si acaso, tampoco se hace el indio ni aparenta serlo. Eso de poeta indio es una invención de parte de quienes valoran inadecuadamente el significado de su excelente poesía, añadiéndole sin necesidad esa denominación que seguramente le hará mucho daño en el futuro.
Ya una vez lo dijimos pero vale la pena reiterarlo: Efraín Miranda es el último poeta mestizo a quien se le denomina indio, (aunque también a veces parece gustarle la pose). Se han esgrimido varias razones para llamarle así, sin convencer en absoluto los argumentos que se han expuesto. ¿Se debe llamar poeta indio a quienes ahora escriben en aymara y quechua? No. ¿Pero si los temas y visión del mundo andino son casi los mismos? ¿Berta Villanueva es poeta aymara monolingüe? Sí. ¿Juan de Dios Yapita es un poeta indio? No. ¿William Hurtado de Mendoza y Odi González son indios, indigenistas? No, ahora se debe hablar de poetas aymaras y quechuas, nada de neo-indigenismos ni neo-quechuas o neo-aymaras.
Tampoco se puede negar que las palabras indígena, indio, nativos, naturales no contactados, tengan un fuerte contenido ideológico. Quien le dio una connotación de orden político fue Manuel González Prada. Después, José Carlos Mariátegui usó esta palabra para alentar una literatura de carácter raigal y en formación. Hasta que su uso pasó a la academia y tuvo una gran vigencia en países con poblaciones ancestrales. Finalmente se oficializó el uso del término desde 1940 cuando se celebró el I Congreso Indigenista Interamericano en Pátzcuaro, en México. Habría que añadir que en el Perú, Ecuador y Bolivia se optó este término “para la educación indígena”, como quien dice para los vencidos y desterrados del sistema.
En 1941 se creó el Instituto Indigenista Interamericano con sede en México. Enseguida casi todos los países vieron la necesidad de acoger a esta institución, que sin duda ha proporcionado valiosos resultados de investigación social. Sin embargo, el aporte de las ciencias sociales ha permitido superar muchos errores tanto de forma como de fondo. La prueba es que ahora muy pocas personas usan el término indigenismo, salvo quienes hayan quedado desfasadas frente al tiempo histórico en el que vivimos. La historia crítica, la sociología, la antropología, la sicología social y la lingüística, han demostrado que no hay culturas mayores ni menores, superiores ni inferiores, cada una tiene sus propias características.
Se ha llamado escritores indigenistas a quienes trataron o desarrollaron: “Temas referidos a los pobladores originarios de una región”. No se les ha considerado como narradores latinoamericanos, mágico-realistas ni novelistas de las culturas americanas. La cultura dominante tiene sus críticos y ellos creen que deciden el curso de la historia de la literatura, cuando no es así. Veamos lo que dice La Enciclopedia Salvat. Volumen 11, Indigenismo: “Condición o calidad de indígena. Estudio de los caracteres, valores y estructuras culturales y sociales de las poblaciones indígenas o autóctonas de Hispanoamérica. Conjunto de ideologías políticas, sociales y culturales ligadas generalmente a organizaciones y partidos de izquierda, que se propone la incorporación de los indígenas de América a la estructura y nivel de vida propios de los países en que residen, sin alterar su fisonomía étnica ni su bagaje cultural propio, en contraposición de la orientación asimilada de la cultura europea. (Página 8036).
Sería una omisión grave no referirse a un libro como La Utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones el indigenismo de Mario Vargas Llosa. La tesis es sencilla: José María Arguedas se equivocó porque trató de novelar una realidad que le era ajena, y a pesar de vivir en ella, no la supo entender. Eso le causó traumas que no supo afrontar a lo que es preciso añadir sus dolencias físicas desde la adolescencia. Entonces, como no pudo entrar al boom literario, se hizo un ¡Bum! en la cabeza. Es un libro escrito de mala fe para decir: “Fíjense en mí, yo soy mejor escritor que él, he ganado más premios y me han postulado para el Premio Nobel. Sin embargo, si no me dan la importa que tengo, me contento con lo hasta ahora he conseguido. Ni Vallejo ni nadie de los escritores peruanos son más importantes que yo”. Las palabras indigenismo y lo telúrico, tienen en las reflexiones de Vargas Llosa un hondo menosprecio, una connotación racista y desprecio. En el fondo, tiene el propósito de borrar de la literatura en español la presencia de Arguedas, pero ha sucedido que su tesis ha generado una infinita admiración al autor y cada vez se lee más Los ríos profundos.
Menos mal que a mí no me han motejado de escritor indigenista, aunque no han faltado críticos que hayan aseverado que soy un neo- indigenista. Lo que ha sucedido es que he escrito poesía, cronivela, cuento, poesía para niños, novela experimental, ensayo, historia social, he publicado textos en el periodismo y finalmente he escrito en aymara y en español. Yo no soy indio ni me siento indio. Yo no uso el término indio para aparecer como tal como poeta, narrador o ensayista. Yo no escribo como indio porque los indios no existen en el Perú. Existen los aymaras y quechuas. Nunca he dicho que me siento ni soy un indigenista en pleno siglo XXI. No vivo ni hablo como indio porque nadie vive así en el Perú. Sería una impostura si dijera que soy un indio moderno, mentiría si dijera que me siento un neo indio. Tampoco soy un aymara cuya lengua materna es el jaqi aru. No tengo necesidad de disfrazarme de cholo, de indio ni de indígena para escribir sesenta seis libros, de los cuales hasta ahora he publicado cincuenta. Además soy adivino en coca, un lector de la suerte en coca, un yatiri moderno, citadino que hace pagos a la pacha mama, así lo demuestra mi libro: Yatiris, adivinos andinos.
Escribo en aymara y por eso menos mal que no me han motejado de indio o indígena, soy un aymara que tuvo la suerte de haber estudiado en la Universidad de San Marcos y vivido, estudiado en París. Haber sido docente primario y secundario, además funcionario del Estado Peruano. Pero mi vocación de escritor estuvo siempre sobre todas las contingencia, avatares, amarguras y alegrías. No me siento frustrado ni estoy amargado. Me siento más bien un aymara universal sin traumas culturales ni personales. De allí que no sea posible emplear el desdichado vocablo indigenista para clasificar inadecuadamente a los escritores más importantes y ojalá que los críticos no repitan conceptos trasnochados, ofensivos y segregacionistas.
Entonces, conmigo acaba el indigenismo y empieza una literatura inscrita en el concepto de la descolonización cultural. Aunque todavía no me han bautizado adecuadamente, yo me siento un escritor aymara, andino, dialéctico y universal. Por eso creo que es necesario revisar de una vez por todas, esa malhadada palabra. Permítaseme decir una vez más que conmigo acaba el indigenismo.
Escuela, movimientos sociales e indigenismo en el altiplano una propuesta de Losé Luis Velásquez Garambel
Escribe: Jorge Flórez Áybar
Debe circular en breve el ensayo, Las luchas por la escuela in-imaginada del indio, del escritor José Luis Velásquez Garambel. El libro es polémico desde cualquier arista, porque se vuelve a tocar el problema indigenista. Son heridas que fueron abiertas en el siglo XVI y pese al tiempo transcurrido aún no fueron cerradas. Recordemos un poco nuestra historia: con la invasión de los españoles a nuestro territorio, cientos de etnias de nuestra América morena están desapareciendo paulatinamente. Como dice Bartomeu Meliá: estos pueblos agonizan cantando su muerte y cuyos cantos son la poesía de la lucidez, densa y brillante como un diamante.
¿Pero qué significó para el país la invasión de los españoles? Significó socialmente la destrucción de la estima colectiva porque políticamente cae el Estado Inca y culturalmente se desató el etnocidio más bárbaro que haya sufrido pueblo alguno, tan es así que no tuvieron tiempo para preservar sus valores materiales y culturales. Roa Bastos, en su compilación, Las culturas condenadas sostiene que La antropología ha planteado con precisión científica la inevitabilidad de la muerte de las culturas indígenas, pero las ciencias sociales se escandalizan farisaicamente cuando estos mismos análisis se aplican al examen de la desestructuración y creciente deterioro de las culturas nacionales. Esto por una parte; y por otra, se inventó una historia oficial llena de mentiras. A fin de cuentas, quienes fundaron la república del Perú no eran sino los hijos de los invasores. Por eso la república nació con el espinazo fracturado, partido, al no considerar a los habitantes del mundo andino. Y tiene razón Velásquez Garambel cuando sostiene que la escuela se ha convertido en el instrumento más eficaz para conservar la ideología del grupo de poder. Inicialmente la iglesia, a través de sus clérigos, aceleró la domesticación, sobre todo durante la colonia. El Lunarejo cumplió ese papel en el Cusco y más tarde con saña y crueldad el obispo Valentín Ampuero en Puno. Sin embargo, habría que destacar el negro papel que cumplió la Inquisición que fue el instrumento del orden porque significó el control de los libros, la eliminación de la libertad (torturó, persiguió, encarceló y asesinó), la destrucción de adoratorios y en su lugar pusieron cruces. Se repartieron los indios como si fueran otro tesoro encontrado en América. Sus integrantes, decían: Todo lo que se puede quemar, se quema luego, y lo demás se hace pedazos. El objetivo era borrar nuestra identidad y nuestro pasado.
Por otro lado, se ha inventado la categoría indio y después el término indigenista, ambos vocablos han servido durante siglos para distintos fines: políticos, culturales o sociales que desataron las iras más encendidas en debates que la historia registra minuciosamente. De sujeto logró convertirse en objeto. El polémico texto de Dorian Espezúa Salmón dice que el indio no existe. Entonces utiliza otra categoría, la alteridad (la capacidad de ser otro). O sea que una persona cambie su perspectiva por la de otro. Esto si que es un verdadero problema porque esa concepción del otro tiene que tomar en cuenta sus intereses, su ideología, sus costumbres, sus hábitos, etc., y eso es casi imposible. El mismo Espezúa expresa que el discurso indigenista es un discurso de frontera (o discurso mestizo) que no pertenece ni está en el núcleo de ninguno de los dos espacios semióticos en conflicto (occidental y andino), pero que intenta sincretizarlos (p.154) En conclusión, el indio no existe, pero habla de él con insistencia como si fuera un fantasma que lo persigue desde su infancia. Pero esa construcción textual al que se refiere fue encontrada desde dentro por el investigador José Luis Velásquez Garambel cuando sostiene que el indio sabe que no es indio, sabe que es aymara, quechua, aguaruna. Ahí esta el hallazgo más importante del ensayo: coherente, lúcido y real.
Por todo esto, No es posible imaginarnos una escuela para el indio-sostiene Velásquez Garambel-, desde una perspectiva india, mestiza o acaso indigenista. De ahí el título para este libro, con ello no pretendo asumir las ideas de Benedict Anderson o Mark Thurner. Sin embargo, para llegar a ese nuevo concepto tuvo que pasar muchas luchas, muertes, desarraigos que solo el hombre andino pudo soportar. Hubo programas educativos, aparentemente bien intencionados. Por ejemplo la educación Bilingüe tuvo un objetivo: superar el conflicto lingüístico en la sierra. Se buscó la normalización pero en el fondo se esta implementando la sustitución.
Otro aspecto importante que nos plantea en su obra es el referido a los movimientos sociales. Al respecto, José Luis Velásquez Garambel nos dice que La característica fundamental de la historia social de Puno es el conflicto entre haciendas y comunidades. Durante los siglos XIX y XX los grandes propietarios dominaron la tierra y la vida pública, y los conflictos con los campesinos se sucedieron unos tras otros. Y más abajo, agrega: Debido a la debilidad del Estado, el gamonalismo expresaba poderes locales con alto grado de autonomía, incluso con grupos armados propios que en ocasiones llegaron a enfrentarse al ejército nacional produciéndose a lo largo de la historia hechos violentos y sangrientos, porque los habitantes del mundo andino ofrecieron una actitud de resistencia. Como sabemos la resistencia implica el rechazo de los valores europeos, convirtiéndose en puerta abierta a la subversión. Y la literatura, antes que la historia, recoge estos episodios porque ella es el reflejo de la dicotomía sociedad y cultura donde importa en demasía la relación objeto-receptor. Cervantes tuvo un personaje muy querido, Ricote, porque encarnaba el símbolo de la ceguera religiosa y política de su época. El Quijote era un libro peligroso pero no se atrevieron a censurarlo y menos requisarlo. Y como dicen que detrás de cada obra hay un autor, un hombre de carne y hueso, un hombre con mucho sentimiento humano. Esa fue la configuración del gran Cervantes. En el Perú, González Prada, Federico More, Arturo Peralta, César Vallejo, Emilio Romero, José Antonio Encinas, Manuel Z. Camacho, Flores Galindo, José Luis Ayala fueron las plumas que denunciaron y exigieron mejores condiciones de vida. En los años 50, Alejandro Romualdo es el más radical de la poesía. Pensó que la poesía podía ser el instrumento para transformar políticamente el Perú de ese entonces. Ese proceso político de la poesía de los 50 culmina con Javier Heraud. Quizá la lucha emprendida por Túpac Amaru hubiera cambiado radicalmente el orden en el Perú, pero fue derrotado, porque su discurso no se convirtió en una pasión colectiva. Hubo traiciones. El escritor José Luis Ayala en su texto El presidente Carlos Condorena Yujra reclama una nueva historia frente a la oficial. Y denuncia que ningún español era dueño de tierras pequeñas o extensas, pero la administración colonial, previo pago, dio inicio al desmembramiento de los ayllus y luego, a través, de las encomiendas se dio el origen histórico de las primeras haciendas. Los hacendados manejaban un doble discurso, por ejemplo, Antonio Riveros. También observará esta actitud Rodrigo Montoya en su novela Tiempo de descanso. Después lo harán Luis Gallegos, Feliciano Padilla, Fidel Mendoza. Luego de estas disquisiciones creo que deberíamos centrarnos en la intención de Velásquez Garambel. Para él, los movimientos sociales están relacionados con la educación, aspecto que los investigadores no lograron ver, o simplemente no quisieron sacarlo a la superficie. Creo que Lienhard tiene razón cuando expresa que la irrupción de la cultura gráfica europea fue acompañada por la violenta destrucción de los sistemas antiguos. Los europeos convencidos -por su propia práctica- de la existencia de un vínculo orgánico entre la escritura y un sistema ideológico-religioso, no tardaron, en efecto, a considerar los sistemas de notación autóctonos como invenciones del demonio, fundador, según ellos, de las idolatrías indígenas. (Martín Lienhard: 1991:41). Allí empieza nuestra tragedia, hasta hoy. El Perú, visto así, es inviable, siguen creyendo que somos un archipiélago, sin ninguna articulación, sin ninguna unidad coherente. Solo que Velásquez Garambel se quedó hasta la mitad del siglo pasado. Habría que leer el ensayo La violencia política en Puno de Yolanda Rodríguez, el mismo que se encuentra en Allpanchis, Número 39. Allí nos da a conocer el último ciclo de movimientos de toma de tierras por las comunidades campesinas a mediados de los 80. Pero estamos seguros que Velásquez Garambel cuenta con una mayor información y que ulteriormente nos dará a conocer.
La última parte del ensayo es sobre el indigenismo. Convengo que el tema es polémico. Por una parte, el indigenismo es un período de nuestra historia que ya quedó en el pasado, pero sus secuelas hasta la fecha no han sido superadas; el problema de identidad fue el más grave porque nos convirtió en un país sin rostro por la infinidad de etnias que existen. Por supuesto que esta corriente se convirtió también en una postura -como dice el joven investigador-, algo que solo existe en nuestro imaginario y existe desde la colonia. El indigenismo colonial puede ser considerado como paternalista y segregacionista. A pesar de las dificultades se ha avanzado mucho. Yo creo que el indigenismo ya fue superado y que desembocó primero en el neo-indigenismo y después en el andinismo. Creo que lo andino puede englobar todos nuestros problemas y desde allí habría que partir en adelante. Esa debe ser la razón por la que Velásquez Garambel, en su estudio, se quedó en la década del 30. Creo sospechar que tiene algo más entre mangas y que nos sorprenderá más adelante.
Por otra parte, el mismo ensayista llegó a una importante conclusión que líneas arriba ya lo citamos: Para el indio, el indio no existe. Es una verdad real y actual, ahora solo hay quechuas, aymaras. Esto nos da pie para sostener que el aymara de hoy, ya no es el indio de ayer. Este hecho no lo percibió Vargas Llosa, él sostiene que a partir de una experiencia profunda de la realidad india, y de sus propias inhibiciones, deseos y nostalgias, Arguedas construyó un mundo original, y, como espero mostrar en este libro, eso es lo que da a su obra riqueza literaria y accesibilidad universal. A partir de esta visión suya de lo indio, Arguedas forjó una utopía arcaica, fundamento del dilema político que fue una herida constante en su vida y, quizá la clave de lo mejor (y también de lo peor) que escribió (p.30) Como se puede ver, para Vargas Llosa es una utopía, pero para nosotros es una realidad, prueba de ello es que los aymaras se encuentran en el poder en la hermana república de Bolivia. Nunca, en ningún Estado de América se ha visto a una mujer con polleras como ministra o desempeñando cargos de alta investidura que estaba reservado solo para la gente de poder económico. Ahora, los aymaras tienen voz y decisión. Espero que pronto suceda algo similar en nuestro país, entonces recién podremos hablar de nación.
Algo más, con esta postura no estamos pidiendo que volvamos a reconstruir nuestro pasado, nuestra realidad es única, vivimos en un mundo de globalización, de contacto permanente. M. Chase-Sardi nos dice que cuando dos o más culturas entran en contacto, se produce una serie de fenómenos de cambio que los antropólogos norteamericanos y también los alemanes han tratado de explicar con la noción expresada en el término aculturación. Mientras los ingleses aplicaron un concepto distinto al que llamaron contacto cultural. Posteriormente, Gluckman nos habla de situación social. Desarrollan, a partir de esto, el francés Balandier y el brasileño Cardoso de Oliveira sus trabajos; este último aplica el término compuesto fricción interétnica. Todos son puntos de vista y formas en las cuales se pueden detectar los fenómenos de cambio al influjo del contacto. Frente a estos fenómenos, nuestra identidad tiene que ser sólida, así como el brasileño que siente orgullo por su nación, por su país. Y para concluir, creo que la palabra indio solo cabe en alguna neurona descarriada de un blanco, por lo tanto, habría que olvidar en nuestro idiolecto el término indio y sus derivados por los siglos de los siglos. Amen.
Referencias bibliográficas:
Ayala, José Luis: El presidente Carlos Condorena Yujra. Ed. San Marcos, Lima, 2006.
Ayllón, Fernando: El tribunal de la Inquisición. Lima. Fondo Editorial Congreso del Perú, Lima, 2000.
Espezúa Salmón, Dorian: Entre lo real y lo imaginario: una lectura lacaniana del discurso indigenista, Ed. Universitaria de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Lima, 2001.
Flórez Áybar, Jorge: Literatura y Violencia en los Andes. Ed. Arteidea, Lima, 2004.
Lienhard, Martín: La voz y su huella. Ed. Horizonte, Lima, 1991.
Roa Bastos, Augusto: Las culturas condenadas. Siglo Veintiuno, México, 1980.
Vargas Llosa, Mario: La utopía arcaica. México. Fondo de Cultura Económica, 1996.
Velásquez Garambel, José Luis: Las luchas por la escuela in-imaginada del indio. Ed. Merú. Puno, 2010.
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