sábado, 17 de abril de 2010
La imaginación poética de Carlos Oquendo de Amat
Escribe: Walter Paz Quispe Santos
Si hay un libro puneño que obliga a tomar una posición dentro de la poética actual, ése es “Cinco Metros de Poemas” de Carlos Oquendo de Amat. Resulta imposible ignorarlo: ilumina con intensidad y profundidad la literatura peruana, hispanoamericana y universal que uno no puede sustraerse de ella. Es un libro tan vivo y actual, lúcido y torrencial, cineástico y sintético que sigue irradiando su sobrecogedora belleza. Cierto que fue desconocido y olvidado por mucho tiempo, pero la oportuna reivindicación de Mario Vargas Llosa al obtener el Premio Rómulo Gallegos no solo nos trajo su reconocimiento mundial sino que mostró a uno de los poetas mayores cuya incisiva expresividad no solo revela sino inquieta sobre el devenir de la poesía actual. Y hoy que se cumple los 105 años de su nacimiento, este texto resurge con más fuerza que nunca y ha marcado buena parte de las tertulias literarias del siglo pasado y el presente.
Carlos Oquendo de Amat es uno de pocos poetas universales y de aquellos que forma parte de la conversación en la literatura universal. Oquendo conoció el dolor de la prisión y el desarraigo, la pasión política, el llamado de la Guerra Civil española que también libró “una guerra de poetas”, la soledad, la pobreza y la enfermedad. Reconstruir en etapas sucesivas su vida y poética, mas allá de las estampas consagradas por la posteridad no deja de plantearnos muchas interrogantes, a pesar de los estudios de Carlos Meneses, Omar Aramayo, Jose Luis Ayala y otros que han abordado su vida y obra desde ámbitos diferentes y diferenciados.
El asedio interpretativo que, desde diferentes frentes ha conocido los “Cinco Metros de Poemas” fue identificado por la mayoría de críticos literarios como vanguardia tomando en cuenta el lenguaje rupturista, es decir, un hecho del lenguaje que nos obliga a pensar en términos de renovación. Esa constatación, hace suponer que no sólo se refiere como señalan muchos al agitado movimiento de las aguas en la superficie caligramática del lenguaje; sino que fue ante todo, una manifestación que, en las profundidades, animaba la mencionada agitación. La experiencia vanguardista de Oquendo no fue una experiencia efímera sino que deja huellas en las sucesivas generaciones de poetas, no sólo como fusión o sincretismo de los “ismos” sino también como reinterpretación de formas de concepción de la poesía. La vanguardia oquendiana por lo tanto, no sólo emerge como el lenguaje de una ruptura con la tradición sino como la inauguración de un lenguaje de una nueva era, del industrialismo, de la “galaxia gutemberg” en la época de la dictadura de la máquina, y la imposición del cine como arte integrador, en la que los afanes esperanzados de futuristas y las obsesiones surrealistas, dadaistas se reconcilian; como la inauguración de un lenguaje en el que la lectura del mundo se realiza a través de un “pensar more geométrico”
La poesía de Carlos Oquendo de Amat se afirma además en la novedad de sus técnicas y sobre todo, en que representa la mejor concepción de la poesía como espacio abierto capaz de percibir y expresar un anhelo estético y una gran emoción ante el mundo, ante la vida, ante el destino del hombre. El lenguaje cineastico y la mirada del niño inocente que preside la poética oquendiana nos proporciona los materiales mas adecuados para la “lectura” de un espacio textual visual que se presenta como un libro acordeón enmarcada en una concepción cinematográfica cuyas páginas se deben de leer como quien extiende una película. Esa rica gama de procedimientos técnicos hacen de “Cinco metros de poemas” una poesía visual y sonora a la vez. Sin embargo la preeminencia de lo visual une hasta nuestros días la literatura con la tecnología, que expresan una preocupación de apropiación de los mecanismos mercantiles de la era industrial hasta la época de la información que vivimos con el fin de insertarse o actualizar la modernidad, no olvidemos que el creador al concebir su propia modernidad y valerse de ella, concibe muchas veces la modernidad social.
Finalmente, existe en la obra oquendiana una poesía experimental o innovadora en la forma, y luego tiene que ver mucho con la conciencia y también con el trabajo subconsciente o inconsciente de la mente humana, donde los acontecimientos externos, es decir, objetivos, esenciales para la poética, está disminuida en alcance y dimensión o presentada selectiva y oblicuamente, para dar lugar a la introspección, análisis, reflexión y ensueño. Se encuentra que a pesar de que el mecanismo inicial de la memoria es metafórico, la expansión y exploración de toda la memoria dada es esencialmente metonímica.
Con Oquendo y leyendo y releyendo Cinco Metros de Poemas diremos que es hermosamente humilde y confiante, vivificador y profundo sentir que el corazón es un botón mas de una camisa de fuerza, o que nuestros ojos visten pantalones largos porque las calles están mendigas de pasos, o que tengamos prendidos un cine en nuestras mejillas, y que nuestras mujeres sean mapas de música, claros de ríos, o fiestas de frutas, sentirnos bajo el fuego creador oquendiano, impelido, llevado, conducido, mezclado, ruborosamente arrastrado y que pensemos que el paisaje salía de nuestra voz, y ver que las nubes dormían en las yemas de nuestros dedos, observar que de nuestros ojos cintas de alegría cuelgan la mañana, ver que los vestidos encienden las hojas de los árboles, observar que en tren lejano va sentado la nostalgia, mirar que el campo voltea la cara a la ciudad. Que mas da, salud Oquendo en tus cien años.
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