domingo, 30 de enero de 2011
El taita José María, estará contento, estará sonriendo…
Escribe: Escribe: Javier Lajo (*)
El “Chaka Runa” u Hombre Puente: El diccionario quechua del padre Jorge Lira, hace una traducción literal del término “pacha chaka” como: “puente en una profundidad”; lo que coincide con el nombre de “Los ríos profundos”, pero como el idioma quechua tiene la propiedad de aglutinar significados, también es correspondiente a “puente cósmico”. El presente artículo es una reflexión sobre la tarea del Taita José María Arguedas, el de ser un “hombre puente” auroral entre las dos civilizaciones vertientes que componen el Perú; función que cumplió a cabalidad en nuestra história, lo que a la larga, lo mató, muerte que en realidad fue una heroica inmolación, de coraje y temple sin igual. Este artículo quiere despejar cualquier otra sospecha de las causas de su dolorosa y fatal resolución.
De acuerdo con el célebre psicólogo Jacques Lacan, la red inconsciente está constituida por significantes (en los términos de Saussure) y su estructura es idéntica a la del lenguaje en su dimensión estructural u organizada. Esto se comprueba en la vida y obra de J.M. Arguedas, y más aún en “Los Ríos Profundos” que conforman el Perú, cuando el autor se empatiza o identifica con el puente sobre el río Pachachaka, la novela en sí, es un intento de comprenderse a sí mismo como un “chaka runa” u “hombre puente” entre las dos culturas que componen nuestro querido país. Analizar con esta actitud toda la obra de Arguedas es una tarea para la cual no estoy en las mejores condiciones, pero como dice el dicho: “para muestra, basta un botón”. Este intento de unir las dos partes, pero desde el lado “más profundo” del Perú, o intento del andino de comunicarse con “el Otro” u occidental, a pesar de sus agresiones y exclusiones, está también presente en el cuerpo social del mundo andino desde el inicio de la ocupación europea, en la mitología del Inkarri, así lo podemos evidenciar en algunas de sus versiones, cuando nos hablan del Inka Atahualpa, que “estando construyendo un puente de oro entre Perú y España, Pizarro lo mata y le corta la cabeza, esta es llevada a España, pero desde allí sus cabellos de oro puro siguen creciendo, con ellos Inkarri sigue construyendo su puente…”.
Pero, ¿porqué Arguedas asumió tan fatalmente esta inmolación histórica pero también simbólica, que nos afecta a todos los peruanos y que nos obliga a construir un mestizaje digno y desechar el “hibridismo” actual? (1). Inculpar a cierta intelectualidad criolla o europea, por la muerte de Arguedas, es darles una importancia que no tienen, ni merecen. Ensayamos aquí pues, una respuesta positiva, que nos envuelve a todos en esta “promesa peruana”.
Nadie mejor que otro notable seguidor y crítico de Freud, como Carl G. Jung, ha podido entender los problemas íntimamente subjetivos de un hombre que vive y sufre dos culturas diferentes y a veces antagónicas. En su libro biográfico firmado por su secretaria Aniela Jaffé (2), Jung hace una descripción de lo que significó para Europa encontrarse cara a cara con la subjetividad y “la teoría” (ya que desde los viajes de Marco Polo se venían encontrando materialmente) de "otra" cultura como la asiática, el otro extremo de Euro-Asia, o "el Oriente"; este encuentro-desencuentro, se comenzó a producir fatalmente también en un personaje amigo de Jung llamado Richard Wilhelm, que era “un misionero enviado a la China”, pero que la cultísima China lo devolvió como “misionero chino” enviado a Europa para “culturizarla”; este personaje cuyo nombre es muy conocido por todos los aficionados al misterioso “I Ching”, el libro más antiguo de la humanidad y que Wilhelm tradujo al alemán, mostrando así su prodigiosa y comprobable (para cualquier transeúnte, que sepa leer) técnica de cálculo del futuro u “oráculo” a través de unos hexagramas escritos en lenguaje binario, que estructuran “leyes” de la ciencia oriental que Jung llamó “ciencia de la sincronicidad", o en lengua china: El Tao, o “sentido” del tiempo.
Esto nos permite dar algunas puntadas sobre el tema que algunos autores han intuido como el del arguediano “socialismo mágico”. Un paralelo andino a la ciencia de la “sincronicidad” o “el Tao” chino, es sin duda el tema del Qhapaq Ñan, que se viene constituyendo ya como el MITO ANDINO para la juventud andina-amazónica, es pues el Qhapaq Ñan, camino de los Qhapaq (3) o “Camino de los Justos” (k’apakk, en el dicc. de Lira: Justo, exacto, cabal; y Ñan: Camino) o camino material que une (en línea recta a 45º al eje norte sur) antiguas ciudades milenarias del incario, como Potosí, Oruro, Tiwanaku, Pukara, Qosqo y Cajamarca, “camino” y “método”, o señal material e imbatible del milenario proyecto histórico Andino, que fundara aquel Tunupa o Wiracocha del que nos hablan las leyendas y mitos, retratado en mil formas en la iconografía andina-amazónica. Este inmortal camino de sabiduría, también conocido como “Ruta de Wiracocha”, es para algunos investigadores andinos simple “geodesia inca”, pero para los más, representa la continuidad de una “escuela de sabiduría”, escuela entrañablemente nuestra, que marca una disciplina filosófica o “escuela andina” para el perfeccionamiento del espíritu o la continuación de la obra civilizadora de los Incas de la “Qhapaq Kuna”. Tema aún “mágico” sin duda, para los neófitos, pero que está ocupando poco a poco la atención cultural, filosófica, científica, tecnológica, política y hasta gastronómica; de los que tenemos por el Perú, una pasión tan fuerte como la del Taita José María.
Carl Jung explica en sus obras y con mucha autoridad, cómo el “racionalismo científico”, es solo “la manera occidental, científico-causal, de considerar al mundo” y que “entre nosotros, -los occidentales- este pensamiento “oriental” desapareció de la historia de la filosofía desde Heráclito, hasta que percibimos de nuevo, con Leibniz, un lejano eco” (4). Estas palabras nos delatan el límite o “frontera de civilización” del occidente europeo, que vive un inconsciente colectivo megalómano, agresivo e individualista, común, que determina y da marcos al comportamiento de la mayoría de sus gentes, a su filosofía, ciencia y tecnología, muy “racionales” por supuesto y cuya exageración negativa, es el actual capitalismo neoliberal y sus valores anti-humanos y anti-naturaleza, que está llevando al mundo a su destrucción ambiental, energética y económica-crematística. Y esto delata también que usan su particular “ciencia” como una nueva religión, con la finalidad de que los que pertenecemos a otras culturas, aceptemos la cultura occidental como “cultura universal en proceso de globalización”.
Este proceso de enajenación mental “globalizador”, se acabo, colapso; y debemos ponerle fin, desde las culturas más fuertes y con espíritu incluyente, como la cultura Andina y que han resistido a este colonialismo occidental mental y material, a escala planetaria. Esta tarea es el legado principal de nuestro querido Taita José María.
Regresando a lo central de nuestro tema, Jung nos relata en el libro de A. Jaffe, que “...la re-asimilación de R. Wilhelm a Occidente me pareció algo irreflexivo y por ello peligroso...existía el peligro de un conflicto, de un choque del alma oriental y occidental... La enfermedad se agravó en los próximos meses y supe que estaba en el hospital... En sus sueños se hallaba de nuevo en senderos sin fin o en estepas asiáticas –en la abandonada China- volviendo al problema que China le había planteado y cuya respuesta el Occidente le había impedido...Yo creía comprender su situación...Su interés se mantenía mientras hablábamos de lo objetivo...Pero cuando intenté rozar los actuales problemas de su conflicto interno percibí inmediatamente un titubeo y un encerrarse en sí mismo, porque la cuestión le dolía. Se trata de un –no entrar, prohibida la entrada- que no se puede forzar un destino que no soporta el abordaje humano.” Poco tiempo después el querido amigo de Jung, Richard Wilhelm, el hombre que llevo el pensamiento binario chino a Europa, murió de dolor, víctima de una extraña enfermedad asiática.
El auroral o precursor “hombre puente”, mortificado, dolido, angustiado al extremo por “las contradicciones de civilizaciones”, se rompió, se arrancó por la tensión entre las partes del cosmos que quiso unir; proceso fatal que ni un gran sicoterapeuta como era Karl Jung pudo, comprender, conjurar y salvar.
Hoy en día los peruanos y peruanas, guiados por J.M. Arguedas, Manuel Escorza (otro héroe cultural andino incomprensiblemente muerto en un accidente aéreo), entre otros, vivimos sufrientes y en masa este choque inacabable de dos culturas o civilizaciones. El peruano sufre individual y colectivamente esa "contienda subjetiva" por decirlo de alguna forma, que afectó y mató, inmolando al Taita José María Arguedas, tal como en otras circunstancias y latitudes este mismo proceso o “contienda subjetiva” entre civilizaciones, mato también a Richard Wilhelm; paralelismo que nos puede explicar un síndrome único que afecto a tantos otros “hombres puente” o “Chaka runas” (en runa simi), que pretendieron unir dos civilizaciones, ofrendando su vida misma.
Esto es lo que hace tan difícil comprendernos entre las partes o vertientes del Perú. Sin embargo hay que reconocer que la vertiente indígena u originaria es la parte fuerte, consciente e incluyente del conflicto entre ambas vertientes Andino y Occidental, que en la mayoría de los casos luchan dentro de nuestra subjetividad. Esta contienda subjetiva, es lo que hace más difícil aún el proceso de unión y conciliación de nuestras diferencias objetivas, como son las diferencias económicas y políticas, pero que más temprano que tarde, tendrán que asumir un “orden andino”, para una solución definitiva de esta promesa que se llama Perú.
NOTAS: (*) Artículo de Javier Lajo, corregido y actualizado, en homenaje al “Año del centenario del nacimiento de José María Arguedas”. Fue publicado en La República del 08/12/1999. (1) Algunos autores como Julio César Díaz del Olmo, y Max Hernández, nos hablan de un doloroso “bastardismo” que procrea el “caos” del hibrido cholaje, que no reconoce autoridad, ley, ni orden alguno. (2) Aniela Jaffe, “Recuerdos, sueños y pensamiento”, Edit. Seix Barral S.A. 1966. (3) Javier Lajo; “Qhapaq Ñan, la ruta Inka de sabiduría”. Edit. CENES-Amaru Runa; Lima, 2005. (4) “El secreto de la flor de oro”, C.G. Jung, Richard Wilhelm, Edit. Paidos. 1981.
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